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Iglesia: la réplica del Espíritu, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1976-8
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EL CANDELERO DEL TABERNACULO
Y EL CANDELERO DEL TEMPLO

El candelero del tabernáculo pone el énfasis en Cristo y los siete Espíritus de Dios cuyo fin es la edificación que Dios realiza (Ex. 25:31-39). El candelero vinculado al templo recobrado pone el énfasis en el Espíritu como los siete Espíritus de Jehová que sirven para la edificación que Dios realiza (Zac. 4:2-6; 10). El énfasis del candelero revelado en Exodo, es la persona de Cristo, mientras que el énfasis del candelero presentado en Zacarías, es el Espíritu. Esto se debe a que el Nuevo Testamento nos dice que el Cristo redentor llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Como Aquel que nos redimió, El era Cristo; y como Aquel que da vida, El es el Espíritu. Por consiguiente, tanto Cristo como el Espíritu son el candelero.

LOS CANDELEROS SON PARA LAS IGLESIAS

Las siete lámparas, los siete ojos,
y los siete Espíritus

Los candeleros, los cuales son para las iglesias, ponen el énfasis en la iglesia con Cristo y el Espíritu (Ap. 1:12-13, 20). La maravillosa iglesia tiene a Cristo y al Espíritu. El candelero en Exodo, el cual tipifica a Cristo, tiene siete lámparas, y éstas son los siete ojos de Dios, de Jehová (Zac. 4:10). En Salmos 32:8 el Señor dice: “Te aconsejaré; Mis ojos están fijos en ti”. Siempre me enseñaron que Dios tenía dos ojos, pero Apocalipsis y Zacarías nos dicen que tiene siete ojos. Dios tiene siete ojos primordialmente para Su mover y para Su obra. ¡Cuán necesarios son los ojos de una persona! Necesitamos ojos a fin de poder caminar, actuar y laborar apropiadamente. Los ojos de Dios son para el mover de Dios y la obra de Dios.

Las siete lámparas son los siete ojos de Cristo, quien es el Cordero así como la piedra (Zac. 4:2, 10; Ap. 5:6; Zac. 3:9). Zacarías 3 nos dice que Cristo como la piedra de la edificación tiene siete ojos, y Apocalipsis 5 nos dice que Cristo como el Cordero redentor tiene siete ojos. Esto demuestra que el Cordero es la piedra y que la piedra es el Cordero. El Cordero es para la redención, y la piedra es para la edificación. Por causa de la redención y la edificación, Cristo tiene siete ojos.

Finalmente, las siete lámparas y los siete ojos de Cristo son los siete Espíritus de Dios (Ap. 4:5, 5:6). Hemos visto que las siete lámparas, que son los siete ojos de Cristo, el Cordero y la piedra, también son los ojos de Jehová. Por ello, las siete lámparas son los siete ojos, y los siete ojos son los siete Espíritus del Cordero, de la piedra y del Señor Jehová. El Cordero es la piedra, y la piedra es el Señor Jehová. El Señor Jehová, quien es la piedra y el Cordero, tiene los siete Espíritus; los siete Espíritus son los siete ojos; y los siete ojos son las siete lámparas. Es decir, las siete lámparas son los siete ojos, y los siete ojos son los siete Espíritus del Señor Jehová, quien a Su vez es la piedra que edifica y el Cordero que redime. Por consiguiente, existen seis elementos vinculados al candelero, a saber: las siete lámparas, los siete ojos, los siete Espíritus, el Señor Jehová, la piedra y el Cordero. El Señor, que también es llamado la piedra y el Cordero, tiene los siete Espíritus, los siete ojos y las siete lámparas. Cuando las siete lámparas nos iluminan, los siete ojos nos observan. Cuando los siete ojos nos observan, ellos operan y se mueven dentro de nosotros; e incluso como los siete Espíritus, nos motivan a actuar. Mientras los siete Espíritus operan en nosotros, el Cordero está presente, la piedra está presente y el Señor está presente.

La iglesia es la suma total del Cordero que redime, de la piedra que edifica, del Señor que lleva a cabo Su administración, de los siete Espíritus que se mueven en nosotros, de los siete ojos que nos observan, y de las siete lámparas que nos iluminan. Mientras las siete lámparas nos iluminan, los siete ojos nos observan; mientras los siete ojos nos observan, los siete Espíritus se mueven en nuestro ser. Cuando los siete Espíritus se mueven en nuestro ser, también están presentes el Cordero que redime, la piedra que edifica, y el Señor, quien lleva a cabo Su administración.

Esta verdad maravillosa corresponde con nuestra experiencia en la vida de iglesia. Cuando entramos a la vida de iglesia, las siete lámparas resplandecen en nuestro interior y nos iluminan. Al mismo tiempo, tenemos la sensación profunda de que alguien nos está vigilando. Aquel que nos vigila tiene siete ojos. El nos está vigilando por cada ángulo; no sólo por la derecha, por la izquierda, por el frente, por detrás, desde arriba y desde abajo, sino también desde nuestro interior. No tenemos manera de escondernos. Muchas veces en la vida de iglesia hemos querido escondernos, pero encontramos que: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Pr. 15:3). Dondequiera que estemos, los ojos del Señor están allí. Cuando estábamos en la religión, puede haber sido fácil escondernos en la penumbra. Pero ahora que llegamos a la vida de iglesia, ¿dónde podríamos escondernos? ¡En ninguna parte!. Hay siete ojos que nos están vigilando.

También tenemos la experiencia de que mientras los siete ojos nos están vigilando y observando, ¡cuánta gracia, suministro, ánimo y apoyo nos infunden! Los siete ojos no son solamente para observar sino para infundir. Cuando los siete ojos nos observan, el elemento divino es infundido en nosotros. ¡La mirada divina nos infunde el elemento divino! Lo que estamos compartiendo aquí no es algo doctrinal; más bien, se relaciona con nuestras experiencias de Cristo en la iglesia. En muchas ocasiones al recibir la infusión del Señor, hemos tenido que confesarle nuestros pecados, fracasos y debilidades. Luego, podemos disfrutar al Cordero, al Redentor. La edificación viene después de la redención. Cuanto más confesamos nuestros pecados, fracasos y debilidades, más somos hechos partícipes de la edificación, la edificación práctica y concreta que se realiza en la iglesia local. De esta manera experimentamos al Cordero y la piedra. Además, cuando en la práctica hayamos sido introducidos en la edificación, veremos que El es Jehová, el Señor y nuestro todo. Entonces experimentaremos todo lo que El es.


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