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Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-811-0
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CAPITULO DOS

EL PROPOSITO DE LA VIDA:
LA IMAGEN Y EL DOMINIO

Lectura bíblica: Gn. 1:21; 26-28, 31; Mt. 6:10; Col. 1:15; Ro. 8:29; 12:2; 2 Co. 3:18; 1 Jn. 3:2; Lc. 10:19; Ap. 2:26-27; Gn. 2:10-12, 18-24

EL DESEO DE DIOS ES EXPRESARSE
Y PONER FIN A SU ENEMIGO

El fin de la vida es la expresión de Dios. La vida se necesita porque la intención de Dios es expresarse, y la vida es el medio por el cual Dios se expresa. En la creación todas las vidas inferiores existen para las vidas superiores, y todas las vidas superiores existen para la vida creada superior a todas las demás, y ésta para la vida divina. El hombre es la vida creada superior a todas las demás y, como tal, vive para expresar a Dios. Debemos recordar que el hombre fue creado según el género divino. El hombre no fue creado conforme a su propia semejanza, sino conforme a la semejanza de Dios. El hombre no fue hecho a su propia imagen, sino a la imagen de Dios. Jacobo nos dice que el hombre usa su lengua no solamente para bendecir al Señor, sino también para maldecir “a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios” (3:9). Debemos comprender que todos los hombres están hechos conforme a la semejanza de Dios, así que no debemos menospreciar a ningún hombre. En 1 Corintios 11:7 dice: “Porque el hombre no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios”. El hombre fue hecho a la imagen de Dios (Gn. 1:26) para expresar a Dios y glorificarle. Podemos decir que Dios es nuestra gloria, pero este versículo dice que nosotros somos la gloria de Dios. Tal vez sepamos que Dios es nuestra gloria y quizá queramos experimentar a Dios como nuestra gloria. Pero también es necesario que comprendamos que somos la gloria de Dios porque vamos a expresar a Dios por medio de Su vida. Sin la vida, el hombre no puede expresar a Dios. Por lo tanto, la vida es el medio por el cual nosotros expresamos a Dios. La vida vegetal y la vida animal existen para la vida humana, para que nosotros vivamos para Dios. La vida humana, la vida creada superior, existe para la vida divina, la vida increada.

El hombre fue creado no solamente para expresar a Dios, sino también para representar a Dios. A nosotros se nos encomendó, confió, la autoridad de Dios. Esto significa que Dios nos ha autorizado para ser Sus representantes. Por consiguiente, tenemos dominio sobre todas las cosas que están en la tierra excepto a Dios (Gn. 1:26). Dios está sobre nosotros; nosotros estamos bajo Dios, pero estamos por encima de todo lo demás. Estamos sobre lo que se encuentra en el agua, lo que se encuentra en la tierra y lo que se encuentra en el aire. El hombre es el verdadero generalísimo de la tierra, del mar, y del aire, y fue hecho para representar a Dios por medio de la vida.

El propósito eterno de Dios consiste en que El se exprese por medio de la vida humana creada, pero Satanás intervino para frustrarlo. El hizo todo lo posible para perjudicar el propósito de Dios, para impedir que Dios realizara Su intención eterna. Hay una lucha, una guerra, en el universo, la cual se hace entre Satanás y Dios. Dios se dirige a expresarse, y Satanás se dirige contra esta meta. Así que, en este universo hay dos direcciones: las direcciones divina y satánica. Estas direcciones se contradicen. Dios va a cumplir Su propósito, y Satanás hace todo lo posible para estorbar el propósito de Dios. Esta es la guerra, la lucha, que está ocurriendo en el universo, y esta guerra también toma lugar en nosotros. Dentro de nosotros hay un conflicto entre Satanás y Dios. Dios quiere expresarse por medio de nosotros, y Satanás hace todo lo posible para frustrarle.

Antes de que el hombre fuese creado, Satanás se rebeló contra Dios y arruinó y usurpó la tierra. En cierto sentido, el derecho que Dios tenía con respecto a la tierra fue robado por Satanás. La tierra estaba bajo la mano usurpadora del enemigo y, en cierto sentido, sigue así (1 Jn. 5:19). Dios no tiene problemas en los cielos, pero sí tiene un verdadero problema en esta tierra. Es por esto que el Señor Jesús oró: “Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10). No hay problema en cuanto a la voluntad de Dios en los cielos, pero sí existe un verdadero problema en cuanto a Su voluntad en esta tierra. Esta es la razón por la cual necesitamos orar para que la voluntad del Padre se haga en la tierra como en los cielos. El verdadero problema radica en que Satanás ahora está usurpando la tierra. La tierra está bajo su mano usurpadora. Esta es la razón por la cual Dios dijo en Génesis 1 que la vida que se parece a El tiene que vencer la tierra, sojuzgarla (v. 28). Es menester sojuzgar la tierra y vencerla por causa de la rebelión contra Dios, instigada por Satanás, que existe en la tierra. Es necesario que el hombre, viviendo la vida de Dios, venza la tierra rebelde. Si vamos a vencer y sojuzgar la tierra necesitamos la vida divina.

Génesis 1:26 nos dice que el hombre iba a señorear “en todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Entre los seres que se arrastran se halla la serpiente. La serpiente representa a Satanás, el diablo, quien es el líder de todos los seres que se arrastran (cfr. Lc. 10:19). Tener dominio sobre los seres que se arrastran significa reinar sobre Satanás. Vencer significa derrotar la rebelión de Satanás. Puesto que Dios es todopoderoso, omnipotente, le sería fácil poner fin a Satanás. Pero Dios no quiere hacerlo directamente por Su propia cuenta. El quiere usar a otra criatura, al hombre, para poner fin a Satanás. Por lo tanto, la vida humana es el medio por el cual Dios se deshace de Satanás.

Al crear al hombre Dios deseaba cumplir dos metas: expresarse y deshacerse de Su enemigo, Satanás. Dios usa al hombre para expresarse y para deshacerse de Satanás.


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