Estudio-vida de Isaíaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6375-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje consideraremos la restauración introducida por medio de Cristo (cap. 11) y la salvación disfrutada por el pueblo amado de Jehová (cap. 12).
La mayoría de los que estudian Isaías prestan mucha atención al capítulo 11, el cual presenta un cuadro muy placentero de restauración.
Del versículo 5 al 10 se nos revela al Cristo venidero en la restauración.
En la restauración, el Cristo que viene será un retoño que brotará del tocón de Isaí y será un vástago de sus raíces (v. 1). Israel, especialmente la casa de David, era como un árbol muy elevado. Pero, debido a que Israel cayó en degradación, ese árbol fue talado y sólo quedó un tocón. Esto fue lo que sucedió con los descendientes de David. Tanto María como su prometido, José, eran descendientes de los hijos de David. Ellos pertenecían a la familia real, pero habiendo empobrecido pasaron a formar parte de la clase humilde y residían en Nazaret, una ciudad menospreciada, ubicada en Galilea, una región menospreciada. Esto nos muestra que la casa de David había sido cortada de raíz.
Un día, un retoño brotó de aquel tocón que había quedado. Cristo brotó como retoño del tocón, por encima de la tierra, lo cual significa que la restauración es realizada por la vida y es propio de la vida. Además, como vástago, Cristo procedía de las raíces, por debajo de la tierra, lo cual representa la profundidad de la vida restauradora, y brotó como ramificación de Dios mismo y llevó mucho fruto.
Tanto el vástago como el retoño son una sola entidad. En Su nacimiento, Cristo era un retoño. A medida que Él crecía, se convertía en un vástago. Debido a que Él se ramificó, el mundo entero está lleno de Su fruto.
En lo referente a Cristo como el retoño y el vástago, el versículo 2 continúa diciendo: “Y sobre Él reposará el Espíritu de Jehová, / el Espíritu de sabiduría y de entendimiento, / el Espíritu de consejo y de poder, / el Espíritu de conocimiento y temor de Jehová”. El Espíritu de consejo y de poder corresponde con la sabiduría y el poder mencionados en 1 Corintios 1:24, donde dice que Cristo es la sabiduría y el poder de Dios. Él es la sabiduría para dar consejo y el poder que nos da fuerzas.
La ramificación de Jehová es un asunto íntegramente vinculado al Espíritu. Cristo nació del Espíritu, lo cual significa que Él fue constituido del Espíritu. Después, Él fue bautizado, ungido, con el Espíritu. El Espíritu estaba con Él todo el tiempo y era uno con Él. Él anduvo por el Espíritu y llevó una vida en el Espíritu, con el Espíritu, por el Espíritu y a través del Espíritu. Por tanto, como Juan 14 revela, el Espíritu es la realidad de Cristo.
“Se deleitará en el temor de Jehová” (Is. 11:3a). La expresión se deleitará indica que Cristo gustará del temor de Jehová. Además, “no juzgará por lo que vean Sus ojos, / ni decidirá por lo que oigan Sus oídos, / sino que juzgará con justicia a los pobres, / y decidirá con equidad a favor de los afligidos de la tierra”. A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, en ese tiempo no habrá carencia de justicia y equidad. El versículo 4b continúa: “Herirá la tierra con la vara de Su boca, / y con el aliento de Sus labios matará al impío”. Aquí, como es común en los escritos poéticos de Isaías, encontramos un par: la vara de Su boca y el aliento de Sus labios.
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