Estudio-vida de Josué, Jueces y Rutpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6224-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Del versículo 1 al 9 encontramos el encargo que Dios le hace a Josué, Su promesa y Sus palabras de aliento para él.
El encargo que Dios le hizo a Josué (vs. 1-4) fue que entrase en la tierra prometida por Él. El encargo que Dios le hizo a quienes habrían de tomar posesión de la tierra estuvo basado en lo ordenado por Dios, en lo iniciado por Dios y en la elección de Dios. Los que habrían de tomar posesión de la tierra debían sacrificarse, negarse a sí mismos, renunciar a sus propios intereses y preferencias en todas las cosas y arriesgar sus vidas para llevar a cabo la economía eterna de Dios.
En el versículo 2, Dios le dijo a Moisés: “Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que Yo les doy a los hijos de Israel”. Aquí vemos que fue Dios quien dio la buena tierra a Israel.
“Yo os he dado, como prometí a Moisés, todo lugar que pise la planta de vuestro pie” (v. 3). Este versículo indica que aun cuando Dios le había dado la buena tierra a Israel, todavía era necesario que Israel tomara posesión de la tierra. Por un lado, Dios les había dado la buena tierra; por otro, el pueblo de Dios debía cooperar con Dios levantándose para cumplir la comisión dada por Dios al tomar posesión de la tierra.
Según el versículo 4, el territorio de la buena tierra incluía: por el sur, el desierto; por el norte, el Líbano; por el este, el gran río, el río Éufrates; y por el oeste, el mar Mediterráneo.
La promesa de Dios consistía, primero, en que ningún hombre podría hacerle frente a Josué en todos los días de su vida (v. 5a). En segundo lugar, la promesa de Dios consistía en que Él estaría con Josué y no lo dejaría ni lo abandonaría (v. 5b). En el versículo 9c, Dios le dijo a Josué: “Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas”.
Del versículo 6 al 9 encontramos las palabras de aliento dadas por Dios a Josué.
En primer lugar, Dios alentó a Josué a esforzarse y ser valiente (vs. 6a, 7a, 9a). Josué debía ser valiente no en sí mismo, sino en el Dios que se mueve y opera.
Luego, Dios alentó a Josué a no temer ni desmayar (v. 9b).
Más aún, Dios le dijo a Josué que tendría éxito adondequiera que fuese (vs. 7c, 8b).
Las palabras de aliento dadas por Dios a Josué le instaban a andar conforme a la palabra de Dios. Josué no debía apartarse de la ley dada por Moisés “ni a la derecha ni a la izquierda” (v. 7b). El libro de la ley no debía apartarse de su boca, sino que debía meditar en él día y noche a fin de hacer conforme a todo lo que en él está escrito (v. 8a). Josué debía ocuparse en la palabra de Dios y debía dejar que la palabra ocupase todo su ser. Al ocuparse en la palabra de Dios y ser lleno de ella, él sería prosperado y tendría éxito en tomar posesión de la buena tierra.
Del versículo 10 al 15, Josué le encargó al pueblo que preparase provisiones para entrar en la buena tierra dentro de tres días.
En los versículos 10 y 11 Josué hace el encargo a todo el pueblo. Ellos debían preparar provisiones para sí mismos, pues en tres días habrían de cruzar el Jordán para entrar en la tierra y poseer la tierra que Jehová su Dios les daba en posesión.
El encargo hecho por Josué, del versículo 12 al 15, fue dado a las dos tribus y media: a los rubenitas, a los gaditas y la media tribu de Manasés. Josué les recordó las palabras dichas por Moisés, conforme a las cuales sus esposas, sus niños y sus ganados podían quedarse en la tierra que Moisés les había dado, pero que ellos debían cruzar en orden de batalla delante de sus hermanos y ayudarlos hasta que Jehová les diera reposo. Tal encargo indica que poseer y disfrutar la tierra prometida por Dios era la responsabilidad corporativa de todo el pueblo escogido por Dios. La tierra no puede ser poseída por un individuo solamente ni por una sola tribu; más bien, era requerido que todos los elegidos de Dios se levantaran, combatieran por la tierra y los unos por los otros, tomaran la tierra y la poseyeran. Sólo entonces, todos podrían entrar en su porción particular y hallar reposo.
Del versículo 16 al 18 consta la respuesta del pueblo a Josué.
El pueblo respondió a Josué diciendo: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos envíes. De la manera que escuchamos a Moisés en todas las cosas, así te escucharemos a ti” (vs. 16-17a). Esto indica que ellos estaban dispuestos a cumplir con el encargo de Josué.
El pueblo también bendijo a Josué, diciendo: “Solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés” (v. 17b).
Finalmente, el pueblo respondió a Josué alentándolo, al decirle: “Esfuérzate y sé valiente” (v. 18b).
Los hijos de Israel concordaron con Josué en aceptar la comisión dada por Dios. Tal respuesta implicaba que ellos estaban dispuestos, listos, y que no solamente eran unánimes con Josué sino también con Jehová su Dios, tal como lo expresa el hecho de que bendijeran a Josué en el nombre de su Dios. Ellos eran uno con el Dios Triuno en la gran rueda de Su economía con el propósito de obtener la buena tierra.
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