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Práctica de la vida de iglesia según la manera ordenada por Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0247-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 6 Sección 5 de 7

V. MOISÉS DESEABA QUE TODO EL PUEBLO DE DIOS
FUERA PROFETA PARA QUE TODOS PROFETIZARAN

Moisés deseaba que todo el pueblo de Dios fuera profeta para que todos profetizaran (Nm. 11:29b).

VI. EL APÓSTOL PABLO ENSEÑÓ
QUE TODOS PODEMOS PROFETIZAR

El apóstol Pablo enseñó que todos podemos profetizar (1 Co. 14:31). Dios desea que cada uno de los creyentes profetice, es decir, que hable de parte de Él y que le proclame.

VII. PABLO NOS MANDÓ
QUE NO MENOSPRECIÁRAMOS LAS PROFECÍAS

Pablo nos mandó que no menospreciáramos las profecías (1 Ts. 5:20). Aquellos que han rechazado el ministerio del Señor, es decir, los que han rechazado el hablar del Señor, hoy menosprecian también las profecías. Algunos de los que se oponen han dicho que podemos simplemente leer la Biblia misma, sin la ayuda de la Versión Recobro ni de los mensajes del Estudio-vida. Sin embargo, si usted solamente lee la Biblia de esa manera, no va a recibir mucho. La Biblia ha sido interpretada por los santos que buscan más del Señor por los últimos veinte siglos, comenzando por los llamados padres de la iglesia, quienes hablaron acerca de la Trinidad Divina. Sin la interpretación de ellos, ¿cómo podríamos entender hoy la Trinidad? Las palabras Trinidad y triuno no aparecen en la Biblia, mas el hecho de la Trinidad fue descubierto por los padres de la iglesia. Ellos hicieron una maravillosa labor respecto a este asunto, y a lo largo de los siglos su interpretación ha llegado a nosotros. Necesitamos la Palabra interpretada.

La Versión Recobro y los mensajes del Estudio-vida pueden ser considerados como la cristalización del entendimiento de la Palabra santa, la cual los santos que buscan más del Señor han interpretado a lo largo de los pasados veinte siglos. A esto se debe que yo tenga la carga de tener el estudio-vida de toda la Biblia. Si no entendemos cierta parte del libro de Génesis, podemos recurrir al Estudio-vida de Génesis en busca de ayuda. Es posible que hoy no entendamos el contenido de los Profetas Menores; pero una vez que se haya hecho un estudio expositivo apropiado sobre esa serie de libros, podremos entrar en el pensamiento divino contenido en esos libros.

VIII. PROHIBIR PROFETIZAR
ES PECADO DELANTE DE DIOS

Prohibir profetizar es pecado delante de Dios (Am. 2:12b; 7:12-13; Jer. 11:21). Amasías el sacerdote le mandó a Amós que dejara de hablar, que dejara de profetizar. Debido a esto, Amasías recibió una maldición. El Señor dijo por medio de Amós que la esposa de Amasías sería ramera y que sus hijos serían asesinados (Am. 7:16-17). Los que le impidieron a Jeremías profetizar también sufrieron calamidades (Jer. 11:21-23).

IX. PROFETIZAR ES MÁS ELEVADO EN FUNCIÓN
QUE SER REY O SACERDOTE

Profetizar es más elevado en función que ser rey o sacerdote. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, Dios solamente ordenó tres clases de ministerios: el ministerio de los profetas, el de los sacerdotes y el de los reyes. En Génesis 20:7 Abraham fue llamado profeta. En aquellos tiempos entre el pueblo de Dios, no había reyes ni sacerdotes oficiales. Abel, Noé y Abraham ejercieron la función de sacerdotes al ofrecer sacrificios (Gn. 4:4; 8:20; 12:7, 8), pero el oficio de sacerdote no fue ordenado sino hasta que Moisés sacó de Egipto a los hijos de Israel y los llevó al monte Sinaí (Éx. 19:6). El oficio de rey no fue ordenado sino hasta los tiempos de Saúl (1 S. 8). En el Antiguo Testamento Dios primero reconoció la función de profeta, luego la función de sacerdote y después la función de rey.

En el Nuevo Testamento todos los creyentes son regenerados a fin de que sean sacerdotes y reyes (1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6). Hemos sido regenerados para ser una familia real, y como hijos del Rey, también somos reyes. Como creyentes todos hemos nacido para ser sacerdotes y reyes, pero ser profeta depende de nuestra búsqueda. En 1 Corintios 14:1 leemos: “Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. Si uno no anhela y busca el profetizar, no puede ser profeta. Todos aquellos que desean profetizar son como los nazareos del Antiguo Testamento (Nm. 6:1-21), quienes voluntariamente se apartaban para el Señor con miras al servicio sacerdotal.

Entre las tres funciones de profeta, sacerdote y rey, la función de profeta es la más elevada. Esto se debe a que estas tres funciones dependen de la palabra de Dios. Los reyes de la era del Antiguo Testamento no podían recibir directamente la palabra de Dios. Los sacerdotes sí podían recibir la palabra de Dios, pero no de manera directa. Ellos recibían la palabra de Dios indirectamente por medio del pectoral, en el cual estaban el Urim y el Tumim (Éx. 28:30). En cambio, los profetas, aun en tiempos del Antiguo Testamento, recibían directamente la palabra de Dios. Por esta razón, los profetas podían reprender, instruir y enseñar a los reyes (2 S. 12:1-14) y podían también enseñar a los sacerdotes (Hag. 2:10-19; Mal. 1:6—2:9). Debido a que pueden recibir y asegurar directamente la palabra de Dios, los profetas tienen la función más elevada.

En el Antiguo Testamento Jeremías y Zacarías eran sacerdotes (Jer. 1:1; Neh. 12:1, 16) que con el tiempo llegaron a ser profetas. Como profetas ellos recibían directamente la palabra de Dios. Un día, mientras Jeremías hablaba con su madre, Dios lo usó para que hablara Su palabra (Jer. 15:10-11). Al principio había una conversación sostenida entre dos interlocutores, Jeremías y su madre. Luego un tercer interlocutor, Jehová, entró en la conversación. El tercer interlocutor, Jehová, usó la boca del primero, Jeremías, para que éste hablara Su palabra. Esto demuestra que la palabra de Dios llegó directamente al profeta Jeremías.

Todos nosotros nacimos para ser sacerdotes y reyes, pero no debemos olvidar que nos espera otra función, la función de profeta. A fin de participar en esta función, debemos buscarla. Esta función no la recibimos por nacimiento; por consiguiente, ser profeta no es un derecho de nacimiento. Tenemos que obtener esta función por medio de nuestra búsqueda. En 1 Corintios 14:1 la palabra anhelar reviste mucho significado. Debemos anhelar hablar por Dios. De las tres funciones de profeta, sacerdote y rey, la función más útil para la edificación de la iglesia es la de profeta. Como sacerdotes no hay duda de que podemos edificar la iglesia. Pero 1 Corintios 14 dice que la función de mayor utilidad para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo es la de profetizar (vs. 3-5).

Según el Nuevo Testamento, existen tres clases de profetas: los mencionados en Efesios 2 y 4, los mencionados en Hechos 21 y los mencionados en 1 Corintios 14. Efesios 2:20 dice: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas”. Efesios 4:11-12 dice: “Y Él mismo dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo”. Los profetas mencionados en estos versículos son aquellos particularmente ordenados por Dios. La segunda clase de profeta es alguien que predice, como las hijas de Felipe (Hch. 21:8-9). La tercera clase de profeta es alguien que habla por Dios y que proclama a Dios en las reuniones de la iglesia con miras a la edificación de la iglesia (1 Co. 14:3-5).

La primera clase de profeta ha sido ordenada por Dios. No todos los creyentes pertenecen a esta clase de profetas. Al hablar de esta clase de profetas, Pablo dijo en 1 Corintios 12:29: “¿Son todos profetas?”. No todos los creyentes son profetas particularmente ordenados por Dios. Sin embargo, todos los creyentes pueden pertenecer a la tercera clase de profetas (14:1, 5, 31). En 1 Corintios 14:31 se nos dice: “Podéis profetizar todos uno por uno”. El capítulo 12 indica que no todos los creyentes son profetas, pero el capítulo 14 indica que todos los creyentes pueden ser profetas. Esta aparente contradicción se resuelve si uno se da cuenta de que existen diferentes clases de profetas.

Profetizar no significa principalmente predecir. Wuest, en su traducción del Nuevo Testamento, dice que la palabra traducida “profetizar” significa “impartir a otros las revelaciones divinas” (v. 4b). Profetizar consiste en impartir a otros las revelaciones divinas. Esta función es más elevada que las funciones de un rey o un sacerdote. Un profeta puede recibir y procurar directamente la palabra de Dios y puede luego hablar esta palabra a fin de que la iglesia sea edificada como Cuerpo orgánico de Cristo.


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