Cómo reunirnospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6637-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Señor primero se apareció a María la magdalena y, aquel mismo día, se presentó ante Pedro. ¿Saben ustedes cuál fue el motivo para ello en cada caso? Mientras que al presentarse ante María la magdalena la razón era positiva, la razón por la cual el Señor se presentó ante Pedro tiene un sentido negativo. Conforme a lo relatado en los cuatro Evangelios, María la magdalena jamás se descarrió; desde que fue salva, ella siguió fielmente al Señor. Ella amaba al Señor, le servía y se había derramado por Él. En la mañana del día la de resurrección, ella fue la primera en llegar al sepulcro vacío y la primera en divulgar tal información. ¿Qué pasó con Pedro? Su historia es diferente. Apenas unos días antes él había negado al Señor tres veces. Ahora él se enteró de que Jesús había resucitado y, junto a Juan, vino a ver el sepulcro vacío. Muchas veces he dicho que nosotros, los hermanos, solemos ser muy conclusivos; una vez que hemos considerado un hecho, simplemente lo admitimos. “El Señor Jesús no está aquí, entonces vayámonos a casa”. Cuando Pedro y Juan vieron el sepulcro vacío, simplemente se fueron. Pero María la magdalena permaneció allí. El hecho de que ella demorase allí es algo positivo, una prueba del amor que ella sentía por el Señor, y fue gracias a que demoró allí que el Señor Jesús se manifestó a ella. Como pueden ver, la razón por la cual el Señor Jesús se manifestó a María tenía, por completo, un sentido positivo. Pero la razón por la cual Él se manifestó ante Pedro tuvo un sentido negativo, pues Pedro se había descarriado. No tenemos un relato de lo que el Señor Jesús le dijo a Pedro, ni tampoco de lo que Pedro le dijo al Señor Jesús, y es mejor que así sea.
Muchas veces hemos tenido esta experiencia: el Señor nos visita, no por alguna razón positiva, sino lamentablemente por una razón negativa. Hay ocasiones en las que Él viene a nosotros, y esto nos causa vergüenza. Sé de algunos casos así; algunos hermanos se fueron a ver una película y mientras regresaban a casa el Señor Jesús se les manifestó. Ustedes saben a qué me refiero. “¿Dónde han estado?”, les dice. ¿Qué podríamos responderle? ¿Dirán acaso: “Señor, fui a ver una película”? A veces, inmediatamente después que uno pierde el control y trata mal a su esposa, el Señor Jesús se nos presenta. En muchas ocasiones el Señor nos visita no por razones positivas, sino por razones negativas. Nos hemos descarriado, hemos negado al Señor, le hemos fallado en muchas cosas. Cuando Él se nos revela de este modo, nos sentimos abrumados por la vergüenza. Aquel día de resurrección, el Señor no solamente se le apareció a María, cuya actitud fue tan positiva, sino también a Pedro, quien tenía una actitud negativa. Cuando tomamos en cuenta el relato completo de todas las reuniones que el Señor tuvo con Sus discípulos después de Su resurrección, podemos ver que este Cristo viviente estaba con Sus discípulos en todo lugar, en todo tiempo, e independientemente de cuál era la situación. Ya sea que uno tenga una actitud positiva o negativa, ya sea que uno haya experimentado una victoria o un fracaso, Él siempre está presente. Él no solamente se apareció a María, sino también a Pedro. Él no solamente se le apareció a quien tenía una actitud positiva, sino también a quien tenía una actitud negativa. ¡Qué maravilloso es el Señor!
La manera apropiada de reunirnos es percatándonos de que hoy en día Cristo es muy viviente. Permítanme preguntarles: ¿Verdaderamente creen ustedes que el Señor Jesús está aquí en la tierra hoy? ¿Se dan cuenta de que hoy en día el Señor Jesús es una persona viva en su ser? Como podrán ver, si hemos de tener una reunión apropiada, una reunión llena de vida, deberá ser una reunión que no sea religiosa, que no gire en torno a enseñanzas, ni en torno a observar ciertas formalidades o rituales. La reunión que es propia de los cristianos es simplemente aquella en la que nos reunimos con el Cristo resucitado, quien es una persona viva en nuestro ser. Para ello, es necesario que experimentemos, de manera práctica y diaria, a dicha persona. ¿Verdaderamente creemos que el Señor Jesús es Aquel que resucitó? ¿Verdaderamente experimentamos al Cristo resucitado que vive dentro de nosotros? ¡Aleluya! Ya sea que sea victorioso o haya sido derrotado, ya sea que me considere a mí mismo un éxito o un fracaso, ya sea que tenga una actitud positiva o negativa, ¡Él está conmigo! Ya sea que tenga plena conciencia de Su presencia o no, eso no es importante: ¡Él está dentro de mí!
Hechos 1:3 nos dice que antes de Su ascensión Cristo fue visto por Sus discípulos durante cuarenta días. ¿Saben qué significado tiene el número cuarenta en la Biblia? Significa un período completo de prueba. El pueblo de Israel fue puesto a prueba en el desierto durante cuarenta años, el Señor Jesús fue tentado en el desierto por cuarenta días, Moisés permaneció en la montaña por cuarenta días; hay muchos relatos en la Biblia que involucran el número cuarenta. Cuarenta significa probado a cabalidad y plenamente aprobado. Esto quiere decir que el hecho de que Cristo vive y está presente después de Su resurrección es un hecho probado a cabalidad y plenamente aprobado. Él fue visto por Sus discípulos no solamente por uno o dos días, ni aun por diez días, sino por cuarenta días. Su presencia entre Sus discípulos fue puesta a prueba y aprobada durante esos cuarenta días.
La manera de lograr una reunión apropiada es conocer por experiencia a este Cristo viviente y presente. Él está muy presente y muy viviente. Después de Su resurrección, Él llegó a ser tan omnipresente. Ya sea que usted esté en la calle o en una habitación, en el monte o a la orilla del mar, y ya sea que esté preparado para Su presencia o no, Él está allí; Él siempre está con usted. Si usted está solo, Él está con usted; si usted está acompañado, Él está también allí. Si estamos reunidos, Él está con nosotros.
Muchos entre nosotros han estado en el cristianismo y han asistido a sus cultos por un período bastante prolongado. Permítanme preguntarles, en aquellos cultos, ¿tenían ustedes conciencia de la presencia del Señor? Siempre asistíamos a tales cultos supuestamente cristianos de una manera religiosa. Pero ¿venimos a las reuniones de la iglesia de la misma manera? ¡Por supuesto que no! Tenemos que asistir a las reuniones de la iglesia con la comprensión de que el Señor Jesús ha estado con nosotros durante todo el día. No importa si le hemos fallado o no, Él ha estado con nosotros. De hecho, incluso después que hemos fracasado, Él está con nosotros en mayor medida. Debemos asistir a las reuniones trayendo con nosotros al Jesús viviente, al Cristo resucitado. Si así lo hacemos, les aseguro que nuestras reuniones estarán llenas de vida.
Si ustedes asisten a la reunión de este modo, ¿podrían acaso guardar silencio? ¿Podrían permanecer sentados esperando, mirando, observando y a la expectativa? Tal vez respondan: “No, sino que ejerceremos nuestra función”. Pero cuando nos referimos a cumplir “nuestra función”, debemos tener cuidado, pues podríamos usar este término de una manera apenas formal, implicando que tenemos que hacer algo en las reuniones. Estrictamente hablando, esto no significa que tengamos que hacer algo en una reunión; quiere decir que traemos con nosotros algo de Cristo, algo viviente, algo que está muy presente y que bulle y rebosa desde nuestro interior. No tengo conciencia de desempeñar cierta función, sino que en mí hay un fluir desbordante de Jesús, el cual es muy viviente y espontáneo. No hay nada calculado, no hay ninguna formalidad a la cual tengo que responder ni ninguna norma a la cual tengo que ceñirme.
Según nuestros cálculos, de las doce ocasiones en las que el Señor Jesús se apareció a Sus discípulos, en cinco de ellas se apareció a individuos y en siete a una entidad corporativa. Si examinamos la situación imperante en Sus reuniones con individuos, veremos que estas reuniones tuvieron como propósito llevar a estos individuos a las reuniones corporativas. En primer lugar, Él no se reunió con todos los discípulos juntos, sino individualmente con algunos creyentes. Por la mañana, Él se reunió con María; después, también de mañana, se reunió con unas cuantas hermanas. Durante el día se reunió con Pedro, y aquella misma tarde con dos hermanos. Después, al anochecer, Él vino a reunirse con todos Sus discípulos. Su última aparición no fue a un individuo, sino al cuerpo entero formado por Sus discípulos. Todos Sus contactos personales e individuales tuvieron como propósito la reunión corporativa. Tal reunión era la meta.
Hoy en día Cristo es el Cristo resucitado, Aquel que vive. Este Cristo viviente está tan presente en medio de nosotros, independientemente de cuál sea la situación. Se nos ha enseñado que si estamos bien con el Señor, Él está con nosotros; y que si estamos mal con Él, Él no está con nosotros. Pero hemos visto que independientemente de la situación en la que nos encontremos, Él está con nosotros todo el tiempo. Él está presente en medio nuestro a fin de que asistamos a las reuniones, no para cumplir con ciertas formalidades, ciertas normas o para que aprendamos ciertas enseñanzas, sino con el propósito de que nos encontremos con el Cristo resucitado. Es necesario asistir a las reuniones para relatar cómo nos hemos reunido con el Señor y cómo Él se ha reunido con nosotros a lo largo del día. El Señor está recobrando algo en esta tierra que es absolutamente diferente de lo que se practica en el cristianismo o en cualquier religión. Él está recobrando para Sí un pueblo que comprende que Cristo es Aquel que resucitó, Aquel que es tan viviente y está muy presente y disponible para ellos todo el tiempo. Debemos reunirnos no para presentar una adoración religiosa, ni para aprender nada del cristianismo ni tampoco para cumplir con algún deber o formalidad, sino simplemente para contar a los demás cómo hemos estado reunidos con Jesús durante todo el día. Él es tan viviente y está presente para nosotros durante todo el día que no podemos contenerle; tenemos que compartirle con todas las otras personas. Si venimos así a las reuniones, éstas experimentarán un cambio revolucionario.
Tenemos plena certeza de que el Señor lo renovará todo. Olvídense del viejo cristianismo y de las viejas doctrinas. Incluso estos relatos bíblicos no son viejos relatos para nosotros, sino que son completamente nuevos. Presenten estos versículos al Señor de una manera nueva y fresca. No deben pensar que ya están familiarizados con estos relatos desde que asistían a la escuela dominical. Olvídense de eso. Mateo 28, Marcos 16, Lucas 24, Juan 20 y 21 y Hechos 1 son nuevos para nosotros. El Señor está recobrando algo más de la vida de reuniones apropiada con base en estos capítulos.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.