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Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7796-6
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CAPÍTULO CINCO

UN ESBOZO DE CRISTO
EN EL EVANGELIO DE MATEO

Lectura bíblica: Mt. 11:25-30; 12:19-20; 22:41-46; 26:39, 41; 27:41-43; 28:16-20; 5:3; 10:19-20

El relato que Mateo nos presenta de Cristo no es superficial. Al contrario, es profundo sobremanera. La mayoría de los cristianos simplemente comprende que en el Evangelio de Mateo Cristo nació de una virgen para ser nuestro Salvador, que fue crucificado por nuestros pecados, que fue sepultado y resucitado y que ahora es nuestro Redentor. Sin duda Mateo nos habla de esto, pero eso es sólo lo que está en la superficie. Hay algo mucho más profundo que ese relato superficial.

“JEHOVÁ Y ALGO MÁS”

Por lo tanto, es preciso ver la verdadera estructura de este libro. El primer capítulo nos dice que Cristo era el hijo de David y el hijo de Abraham, y que nació de una virgen, María, y que le fue dado el nombre de Jesús. Sin embargo, Su nombre sería llamado Emanuel. Jehová está incluido en el nombre Jesús, y Dios está incluido en el nombre Emanuel. Así que, en ambos nombres de Cristo —Jesús y Emanuel— está incluido Jehová Dios. Esto indica que este maravilloso hijo de David y Abraham no es simplemente humano, sino también divino. Él es Dios mismo y algo más. Los judíos tienen a Dios, pero no tienen a “Dios y algo más”; y tienen a Jehová, pero no tienen a “Jehová y algo más”. Sin embargo, nosotros tenemos a Dios con nosotros, y tenemos a Jehová el Salvador. Esto es algo adicional a lo que tienen los hebreos, y esto es Jesús. ¡Aleluya por esta Persona maravillosa!

UN LARGO VIAJE

Para que Jesús llegara a ser “Jehová y algo más” y “Dios y algo más”, fue necesario hacer un viaje muy largo. Él empezó este viaje a partir de Génesis 3:15, justo en el momento en que Satanás entró en la humanidad. La encarnación de Jesús fue muy deliberada, planeada por Dios en la eternidad pasada, aun antes que fuesen creados los cielos y la tierra. En la eternidad pasada Dios hizo un plan que lo incluía a Él mismo. Luego, Él vino para llevar a cabo este plan primeramente por medio de la creación. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen” (1:26). Pareciera que Dios celebró una conferencia. Hay un solo Dios, ¡pero este Dios único y misterioso es triuno! Él celebró una conferencia consigo mismo a fin de hacer al hombre a Su imagen.

¿Por qué Dios creó al hombre a Su imagen? Porque el hombre fue hecho con miras a que fuese un recipiente destinado a contener a Dios, y un recipiente siempre debe tener la misma forma de su contenido. Por ejemplo, si un objeto es cuadrado, no le haríamos un recipiente redondo. Un guante es hecho a imagen de una mano a fin de que la mano entre en él. Alabado sea el Señor porque el hombre fue hecho a la imagen de Dios con la intención de que un día Dios pudiera entrar en él. Romanos 9:23 nos dice que somos vasos. Somos vasos de Dios; somos recipientes que le contienen.

Dios se propuso un día encarnarse. Luego creó al hombre a Su imagen y le edificó una mujer. Pero la esposa llegó a ser la puerta trasera por la cual el enemigo astuto entró en la humanidad. Él pensaba que había atrapado al hombre, pero no sabía que en realidad era él que había sido atrapado. La humanidad finalmente llegó a ser una trampa para Satanás. Así que, Él entró en el hombre, pero al mismo tiempo quedó atrapado en el hombre. Por ello, inmediatamente después que Satanás hubo entrado en el hombre, la profecía en cuanto a la encarnación de Cristo empezó a cumplirse. Génesis 3:15 dice que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente. Por eso, Hebreos 2:14 nos dice que Cristo en la carne destruyó al diablo por medio de la muerte.

CUARENTA Y DOS GENERACIONES

Ahora podemos ver el plan deliberado de la encarnación. En Génesis 3:15 se profetizó acerca de la encarnación. Después de muchas generaciones se le repitió a Abraham. Luego de Abraham a María, después de cuarenta y dos generaciones, la profecía se cumplió. El número cuarenta en la Biblia significa tentación, pruebas y sufrimientos. Israel estuvo en el desierto por cuarenta años. El Señor Jesús ayunó en el desierto por cuarenta días. Cada vez que se menciona el número cuarenta, siempre se hace referencia a sufrimientos, pruebas y tentaciones. El número cuarenta y dos significa que las pruebas y las tentaciones se han acabado. En Apocalipsis vemos la profecía de los últimos tres años y medio de la tribulación. Tres años y medio son cuarenta y dos meses. Cuando hayan pasado los cuarenta y dos meses, Cristo vendrá y la tribulación se acabará. Esto traerá el reposo del reino. De Abraham a María hay cuarenta y dos generaciones. ¡Y después de esto Cristo vino! Antes de María, las anteriores cuarenta generaciones estuvieron llenas de pruebas, sufrimientos y tentaciones. No hubo reposo. Pero cuando Cristo viene, el número cuarenta se acaba, y empieza el reposo.

La encarnación no fue un accidente, sino que fue algo planeado y programado desde la eternidad pasada. ¡Alabado sea el Señor!, ésta se llevó a cabo. Al llevarse a cabo la encarnación, vino una persona maravillosa.

Tan pronto como Él nació, la religión se levantó en contra Suya, por lo que se vio obligado a retirarse a Galilea de los gentiles (Mt. 4:15) para establecerse en un pueblito pobre y humilde llamado Nazaret. Es por eso que fue llamado nazareno conforme a las Escrituras. Él era una persona maravillosa, pero llegó a ser un nazareno (2:23).


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