Arbol de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora llegamos al punto práctico de cómo disfrutar este banquete. Según la revelación bíblica, el Señor es el Espíritu y la Palabra viva. Juan 6:63 y 2 Corintios 3:6 nos dice que el Espíritu es el que da vida. ¿Quién es este Espíritu? Dice en 1 Corintios 15:45b: “El postrer Adán [fue hecho] Espíritu vivificante” y 2 Corintios 3:17 dice: “El Señor es el Espíritu”. El Señor es el Espíritu que da vida, y este Espíritu vivificante es el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido. Cristo, por medio de Su muerte y Su resurrección llegó a ser Espíritu vivificante. Como nuestro alimento, como nuestro banquete, Cristo es el Espíritu vivificante. Nuestro alimento es el Espíritu.
El Espíritu es abstracto así como el aire, pero la Palabra es concreta. En Juan 6:63 el Señor también dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. En nuestro concepto siempre consideramos que la Palabra de Dios tiene que ver con el conocimiento y la enseñanza en las letras. Pero el Señor nos dice que Sus palabras son espíritu. La palabra del Señor es espíritu. Dice en 2 Timoteo 3:16 que “toda la Escritura es dada por el aliento de Dios”. Esto indica que las Escrituras, la Palabra de Dios, son el aliento de Dios. Por esto, Su Palabra es espíritu, pneuma, o aliento.
No debemos considerar que las Escrituras son meramente la letra. Las Escrituras son el aliento de vida. Las palabras que el Señor habló son espíritu porque el Señor mismo es el Espíritu. Así que, todo lo que sale de El como aliento, tiene que ser espíritu. Debemos cambiar nuestro concepto. La palabra no equivale al conocimiento sino al espíritu. Las palabras que el Señor nos habla son espíritu, no conocimiento, y toda Escritura es el aliento de Dios. El Señor mismo está en la Palabra, y El mismo es llamado el Verbo. En el principio era el Verbo, el Verbo era Dios (Jn. 1:1), y Dios es Espíritu (4:24). El Señor es el Verbo, y éste es el Espíritu.
Un periódico se compone de material escrito en blanco y negro, de letras solamente. Cuando leemos el periódico, debemos ejercitar nuestros ojos para leer y nuestra mente para entender. Pero no podemos tocar la Palabra de Dios de semejante manera ni siquiera intentarlo. La Palabra de Dios necesita que nuestros ojos la lean, pero no es para nuestros ojos. Es necesario que nuestra mente la entienda, pero no es para nuestra mente. Los ojos son miembros de nuestro cuerpo físico, y la mente es la parte principal del alma. Pero la Palabra es para nuestro espíritu, el cual debe recibirla y digerirla. Después de leer y entender la Palabra, debemos ejercitar nuestro espíritu para recibirla. La Palabra no tiene como fin que nuestros ojos la lean, ni que nuestra mente la entienda, sino que nuestro espíritu se alimente de ella. Si no ejercitamos nuestro espíritu mientras leemos la Palabra, por lo que a nosotros se refiere la Biblia se convertirá en el árbol del conocimiento y no el árbol de la vida. La misma Biblia puede ser un libro de conocimiento para una persona y un libro de vida para otra. Esto depende de cuál órgano usamos para tocarla.
Por lo menos siete años después de que recibí al Señor en mi juventud leí y estudié la Biblia sin darme cuenta de que necesitaba ejercitar mi espíritu para tocar al Señor en la Palabra. Nunca me ayudaron a entender que era necesario ejercitar mi espíritu para relacionarme con este libro espiritual. Nunca me lo enseñaron. Así que, cuanto más estudié este libro con mi mente solamente, más muerto estaba. Cuanto más estudié, más me llené de letras muertas, de conocimiento muerto. Tenemos que ejercitar nuestro espíritu para relacionarnos con esta Palabra viviente y para tocarla. Luego la Palabra se convierte en espíritu. Cuando llega a ser espíritu, se convierte en vida. Cuando se convierte en vida, llega a ser nuestro alimento, nuestro suministro de vida.
Cuando acudimos a la Palabra, debemos leerla con nuestros ojos y entenderla con nuestra mente, pero no debemos ejercitar la mente mucho. Ya ha sido usada demasiado. Aun cuando estamos dormidos, nuestra mente todavía está activa, pues soñamos. Si no entendemos algo cuando leemos la Palabra, no nos debe molestar. No obstante, después de entender algo, debemos ejercitar nuestro espíritu para tocar esa porción de la Palabra por medio de la oración. Inmediatamente tenemos que orar acerca de lo que entendemos y orar con lo que entendemos.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.