Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Sin embargo, esto es sólo la primera parte del libro, la cual nos presenta únicamente la primera mitad de la descripción poética de nuestras experiencias espirituales. Al llegar a este punto, ella necesitaba experimentar el monte de la mirra y la colina del olíbano. Esto significa que incluso después de obtener un logro tan elevado, el día aún no había despuntado para ella, y persistían algunas sombras. Ella no estaba contenta con el logro obtenido. Ella comprendía que necesitaba experimentar más la muerte y la resurrección del Señor, y que debía permanecer allí. Luego, por permanecer en el monte de la mirra y en la colina del olíbano, ella fue trasladada a la cumbre del Líbano, que es la cumbre de la ascensión del Señor. Esto siempre sucede cuando experimentamos la muerte y la resurrección del Señor.
Ser transformados en el palanquín y en la corona es un logro bastante elevado, pero más elevado aún es llegar a la cumbre de la ascensión del Señor. Sin embargo, en ese momento el Señor vino a llamarla para que hiciera un giro. El primer giro ella lo hizo básicamente por sí misma. Ella comprendió que necesitaba el monte de la mirra y la colina del olíbano; y el segundo giro ocurrió mientras ella permanecía en la experiencia de la muerte y la resurrección del Señor. Después de esto, el Señor vino para ayudarla a hacer el tercer giro. Él la llamó para que dejara atrás su logro más elevado, a dejar la cumbre del Líbano y descendiera al valle para ser un huerto.
Hasta ese momento ella había disfrutado al Señor ricamente, pero nunca había producido nada para el deleite del Señor. Ella había sido satisfecha, pero no había producido nada para el Señor ni para otros. Así que tenía que llegar a ser un huerto, a fin de cultivar algo para el Señor y para Su pueblo. Por consiguiente, ella efectivamente llegó a ser un huerto que producía todas las cosas que antes había disfrutado del Señor. Ella había disfrutado de la mirra, y ahora cultivaba la mirra. Había disfrutado del olíbano y la flor de alheña, y ahora cultivaba el olíbano y la flor de alheña. Había disfrutado de los polvos aromáticos del mercader, y ahora cultivaba toda clase de especias con los que se elaboran estos polvos aromáticos. Todo lo que ella había disfrutado, ahora lo cultivaba. Mediante su disfrute, el Señor había entrado en ella, y ahora brotaba por medio de lo que crecía en ella. Así que, el Señor primero se forjó en ella, y ahora se producía a Sí mismo y se manifestaba en ella.
Esto no es una simple doctrina, sino la verdadera experiencia de la vida espiritual. Muchos creyentes le dirán que esto es exactamente lo que han venido experimentando del Señor. Todos debemos ser un huerto para el Señor, cultivando todo lo que hemos disfrutado de Él. El día en que fuimos salvos llegamos a ser, en cierto sentido, un huerto, donde producíamos algo para el Señor y los demás. Pero esto no era suficiente. Además de ello tenemos que creer, paso a paso, etapa tras etapa, hasta alcanzar la etapa de ser un huerto. En un sentido hemos sido un huerto, mas no hemos llegado a la etapa del huerto. Por lo tanto, debemos avanzar hasta que lleguemos a la etapa de ser un huerto.
Después de que la buscadora llegó a la etapa de ser un huerto, según la poesía, nuevamente se sintió satisfecha con su logro. De hecho, se sintió tan satisfecha con su logro espiritual que esto provocó cierta discrepancia entre ella y el Señor. Cada vez que nos sentimos contentos con nuestros logros espirituales, esta satisfacción se convierte en cierta discrepancia entre nosotros y el Señor. Nosotros nos sentimos satisfechos, pero el Señor desea que prosigamos. No debemos quedarnos contentos con nuestro logro. Es maravilloso ser una corona, pero no debemos quedarnos en esa experiencia. Es maravilloso estar en la cumbre del Líbano, pero no debemos quedarnos en esa experiencia. Es espléndido descender y llegar a ser un huerto, pero no debemos detenernos allí. Una vez que nos sentimos satisfechos con lo que hemos logrado, perdemos la presencia del Señor.
Debido a su contentamiento, la buscadora vuelve a tener la experiencia que tuvo en el capítulo 2. Ella está adentro, y el Señor está afuera. Pero esta vez la situación es muy diferente, pues ella dice: “Yo dormía, pero mi corazón velaba”. Esto representa un hecho; para ese momento ella se encuentra verdaderamente descansando de toda actividad. Esto es un verdadero avance en su vida espiritual. Siempre estamos deseosos de hacer tantas cosas. Sin embargo, cuanto más crecemos en el Señor, más desechamos nuestras actividades naturales, y reposamos de toda actividad. Así que, al parecer estamos dormidos; ¡pero interiormente estamos vivientes! Estamos muy alertas y sensibles a la presencia del Señor y a Su voz. Podemos escuchar al Señor cada vez que nos habla y sabemos si Su presencia está con nosotros o no. Es así como ella descubre que hay una discrepancia entre ella y el Señor.
Cuando estamos lejos del Señor, Él siempre nos llamará para que regresemos a Él. Cuando regresamos a Él, nos volvemos muy activos y deseamos hacer muchas cosas para Él. Pero poco a poco, especialmente al entrar en la vida de iglesia, todas nuestras actividades serán eliminadas. Al final sencillamente diremos: “Yo duermo”. No realizamos más actividades. Pero ¡no estamos muertos! ¡Estamos muy vivientes en nuestro interior!
Muchas veces los que no están en la iglesia nos condenan diciendo que la vida de iglesia pone fin a muchas actividades positivas. Muchos misioneros, después de que contactaron la iglesia, dejaron de ir a los campos misioneros. Todas las denominaciones alientan a los cristianos a ir a los campos misioneros. Pero la vida apropiada de iglesia los impide ir. Eso es cierto. Muchos misioneros, pastores y obreros cristianos han sido cautivados por la vida de iglesia y han dejado todas sus actividades naturales. Cuanto más permanecemos en la iglesia, más muertos estamos a nuestras actividades. Entonces descansamos de todas nuestras actividades externas. Sin embargo, interiormente estamos muy vivientes, y nuestros oídos están siempre atentos a la voz del Señor.
Cuando estamos activos, el Señor nos dirá que estemos quietos. Pero cuando estemos quietos, descansando de todas nuestras actividades, el Señor nos dirá: “No estés tan quieto. Aún mi cabeza está cubierta de rocío y de la humedad de la noche”. Él todavía labora y sufre para cumplir el propósito de Dios. En cierto sentido, Él lo ha logrado todo y ha ascendido a los cielos donde ahora está sentado a la diestra de Dios. Pero en otro sentido, todavía está laborando y sufriendo para edificar Su Cuerpo corporativo. El Señor le muestra a la buscadora que mientras ella está reposando, Él todavía está laborando. Esto le revela a la buscadora la discrepancia que existe entre ella y el Señor.
Éste es un verdadero cuadro de la encarnación. El Señor era Dios, pero se hizo hombre. Como Dios, no necesitaba estar bajo el rocío ni sufrir durante la noche. Sin embargo, Él se hizo un “varón de dolores” que continuamente sufría por causa del propósito de Dios. El Señor le pedía a ella que dejara todos sus logros espirituales y sufriera con Él por causa del propósito de Dios. Su respuesta fue: “Me he quitado la ropa, ¿cómo vestirme otra vez? Ya me he lavado los pies, ¿cómo ensuciarlos de nuevo?”. Estas frases poéticas muestran cómo ella se había despojado de su vida natural y se había lavado de toda la contaminación del mundo. Ella era muy espiritual, incontaminada, pura y santa. ¿Cómo podía ella regresar a lo anterior?
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.