Tener comunión con el Señor para la mezcla de Dios con el hombrepor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6534-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La Biblia dice que Dios es Espíritu (Jn. 4:24) y también se refiere al Espíritu como Dios (Hch. 5:3-4). Además, la Biblia afirma que Dios es vida (Jn. 5:26; 11:25; 14:6). Dios, el Espíritu y la vida son uno solo. La naturaleza de Dios es Espíritu, y la vida es Su contenido. Por lo tanto, es igualmente correcto afirmar que Dios está en nosotros, que el Espíritu está en nosotros y que la vida de Dios está en nosotros. Afirmar que Dios está en nosotros se refiere a Él como persona; afirmar que el Espíritu está en nosotros significa que Él es un ser espiritual, no físico; y afirmar que la vida de Dios está en nosotros significa que el contenido de la Deidad está en nosotros. Nuestra comunión se lleva a cabo en Dios, en el Espíritu y en vida. La comunión es el medio por el cual nos mezclamos con Dios y llegamos a ser un solo fluir con Él. La comunión nos hace espirituales, y por medio de la comunión se forja en nuestra constitución el contenido de Dios. Por medio de la comunión nos mezclamos con Dios y ganamos más de Su naturaleza y de Su vida.
La comunión es el fluir mutuo de Dios y el hombre, en el cual Dios y el hombre se mezclan como una sola entidad. Esto es como añadir azúcar al agua para producir agua azucarada. Es erróneo afirmar que cuando el azúcar desaparece, solamente el agua queda; en vez de ello, debemos decir que el agua está en el azúcar y que el azúcar está en el agua. De manera semejante, en la mezcla de Dios con el hombre, el hombre no es anulado; al contrario, Dios se mezcla con el hombre, y el hombre se mezcla con Dios. Los dos, Dios y el hombre, llegan a ser uno solo.
Dios se mezcla con el hombre debido a que Él es el Espíritu y también la vida. Dios mezcla Su naturaleza, que es Espíritu, con cada parte de nuestro ser, y también mezcla Su contenido, que es la vida, con cada parte de nuestro ser. Antes de que se mezclara con nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, nosotros no poseíamos Su naturaleza ni Su contenido. Pero por medio de la comunión, Él mezcla Su naturaleza y Su vida con nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Entonces la naturaleza de nuestros pensamientos llegará a ser espiritual y su contenido será la vida; la naturaleza de nuestra parte emotiva será también espiritual y su contenido será la vida; y, asimismo, la naturaleza de nuestras decisiones será espiritual y su contenido será la vida. De este modo, los demás percibirán el sabor de Dios en nuestra mente, parte emotiva y voluntad, porque nosotros estamos mezclados con Su naturaleza espiritual y con Su contenido de vida.
Aprendemos a tener comunión al depender de Dios. Esto significa que no permitimos que nuestra mente, parte emotiva y voluntad actúen independientemente de nuestro espíritu. Si no actuamos independientemente de Dios, no actuaremos independientemente de nuestro espíritu y, por ende, no usaremos nuestra mente, parte emotiva y voluntad aparte de nuestro espíritu. Los pensamientos de nuestra mente estarán sujetos al gobierno y supervisión de nuestro espíritu. Nuestro espíritu examinará los sentimientos de nuestra parte emotiva y las decisiones de nuestra voluntad. Ejercitarnos de esta manera es aprender a tener comunión con Dios. Nuestra comunión con Dios se interrumpe cada vez que nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad actúan independientemente de nuestro espíritu. El pecado no es lo único que interrumpe nuestra comunión con Dios; de hecho, en cuanto nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad actúan independientemente de Dios, perdemos la comunión divina.
La lección de tener comunión implica el hecho de someter las actividades de todo nuestro ser al continuo gobierno de nuestro espíritu. No debemos participar en ninguna actividad sin que ésta haya sido examinada por nuestro espíritu. De lo contrario, incluso las mejores actividades, como dar un mensaje u orar, pueden hacernos perder la comunión de la vida divina. Cualquier cosa que no sea examinada por nuestro espíritu es independiente de nuestro espíritu. Las actividades que perjudican nuestra comunión con Dios también pueden hacer que nuestra vida espiritual sufra pérdida. Una vez que aprendamos la lección de tener comunión, nuestro espíritu llegará a ser fuerte, saludable, viviente y fresco, y también el Espíritu tendrá la oportunidad de extenderse a nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Así, cuando nuestra mente sea sometida al gobierno y escrutinio de nuestro espíritu, nuestro espíritu vendrá a ser fuerte, y el Espíritu tendrá la oportunidad de mezclarse con nuestra mente. Como resultado, nuestra mente tendrá la naturaleza espiritual de Dios y Su vida. De la misma manera, si sometemos nuestra parte emotiva y nuestra voluntad al gobierno de nuestro espíritu, nuestro espíritu será fortalecido, y el Espíritu entonces se extenderá a nuestra parte emotiva y a nuestra voluntad de modo que lleguen a ser espirituales.
Inicialmente, mientras aprendemos a tener comunión, debemos someter continuamente nuestra mente, parte emotiva y voluntad al gobierno de nuestro espíritu. Pero después de cierto tiempo, nuestro ser interior espontáneamente se volverá a nuestro espíritu y permanecerá bajo el gobierno de nuestro espíritu. Para entonces, no esperaremos a que estemos a punto de hacer algo para sujetarnos a la dirección de nuestro espíritu, sino que nuestro espíritu gobernará nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, diciéndoles qué hacer. En la etapa inicial, solemos actuar primero y después ser examinados por el Espíritu. Pero en una etapa más avanzada, nuestro espíritu tomará la iniciativa de dirigir nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Al principio, debemos volvernos a nuestro espíritu y consultar con nuestro espíritu; pero con el tiempo, permaneceremos en nuestro espíritu, y nuestro espíritu nos dirigirá. En ese momento, todo nuestro ser estará bajo el control de nuestro espíritu, y nuestro espíritu vendrá a ser nuestra persona. Nuestro espíritu será entronizado en nuestro ser y ocupará el primer lugar, por lo que seremos dirigidos por nuestro espíritu. Entonces nos será fácil tener comunión y liberar nuestro espíritu, y, como resultado, la vida de Dios fluirá de nosotros en nuestra vida diaria.
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