Estudio-vida de Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo y Malaquíaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6252-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Jehová halló a Israel como uvas en el desierto, y vio a sus padres como la primera fruta madura de la higuera en su principio (Os. 9:10a). Esto se refiere al tiempo de la “luna de miel” de Dios con Israel. En el tiempo del éxodo de Egipto, Dios consideraba a Israel una joven esposa. Sin embargo, cuando esta esposa creció, dejó a Dios por Baal y se fue a Baal-peor (una ciudad que toma su nombre del ídolo Baal de Peor, Nm. 25:3; Sal. 106:28) y se santificó a la cosa vergonzosa (el ídolo) convirtiéndose en una abominación, igual que aquella cosa (el ídolo) que amó (Os. 9:10b).
La gloria de Efraín, la gloria del reino norteño de Israel, pasaría volando cual ave. Esto quiere decir que no habría nacimiento, ni embarazo ni concepción. Aunque criaran a sus hijos, Jehová los privaría de ellos hasta que no quedase hombre alguno. Sí, ¡ay de ellos cuando Jehová se aparte de ellos! Efraín fue plantado en Tiro, en una pradera, pero aun así sacaría sus hijos al homicida. Jehová habría de darles matriz que aborte y pechos enjutos. Toda la maldad de ellos estaba en Gilgal (el foco de la idolatría, 4:15), porque allí fueron aborrecidos por Jehová. Debido a la maldad de sus obras, Jehová los expulsaría de Su casa y ya no los amaría más. Todos sus príncipes eran rebeldes. Efraín estaba herido, su raíz estaba seca; ellos no darían fruto. Y aunque engendrasen, Jehová mataría el amado fruto de su vientre. Dios los había rechazado, porque ellos no le escucharon. Andarían errantes entre las naciones (9:11-17).
Oseas 10:1a dice: “Israel es una vid frondosa, / que da fruto para sí mismo”. El fruto de la vid debía haber sido ofrecido a Dios en libación, pero ellos usaron las vides a fin de producir fruto para ellos mismos y no para Dios.
A continuación, los versículos 1b y 2 dicen: “Conforme a la abundancia de su fruto / multiplicó los altares; / conforme a la bondad de su tierra / hicieron buenas estelas. / Está dividido su corazón; / ahora serán hallados culpables. / Jehová mismo derribará sus altares; / destruirá sus estelas”. Israel enriqueció, pero usaron lo que produjeron para edificar altares y hacerse ídolos. Por tanto, Oseas les dijo que Dios derribaría sus altares y destruiría sus estelas.
El versículo 3 dice: “Porque dirán ahora: / No tenemos rey, / porque no temimos a Jehová; / ¿y qué puede hacer el rey por nosotros?”. Debido a que Israel no temía a Jehová, le era imposible estar en una situación apropiada en la cual hubiese entre ellos la autoridad delegada de Dios (un rey). Esto hace referencia a la posición como cabeza, el liderazgo, entre el pueblo de Dios. Cuando una iglesia es apropiada, la iglesia tiene la autoridad, el liderazgo, que representa a Dios como Su autoridad. Pero en tiempos de disturbios, algunos dirán: “¿Por qué necesitamos de la autoridad delegada de Dios? ¿Por qué tenemos necesidad de cualquier autoridad o liderazgo?”. Esto resulta en anarquía.
En los versículos del 4 al 8 tenemos mayores detalles acerca de la idolatría de Israel en contra de Jehová y de los castigos que Jehová inflige a Israel. Ellos hablaban meras palabras, jurando en falso mientras hacían pacto. El juicio brotó como hierbas venenosas en los surcos del campo. Los habitantes de Samaria temerían por las becerras (los ídolos) de Bet-avén (probablemente un nombre que se aplicó despectivamente a Bet-el, la sede de la idolatría, 1 R. 12:26-33; Os. 4:15). Su pueblo habría de hacer duelo por causa de su becerro, y sus sacerdotes temblarían por él, por su gloria, porque se había alejado de él. Sería llevado a Asiria: dado como un presente al rey Jareb. Efraín habría de ser llevado en vergüenza, e Israel se avergonzaría de su propio consejo. Samaria sería destruida con su rey y sería como astillas, pequeños pedazos de madera, sobre la faz de las aguas. Los lugares altos de Avén, el pecado de Israel, serían destruidos. El espino y el cardo crecerían sobre sus altares, y ellos dirían “a los montes: ¡Cubridnos!, / y a los collados: ¡Caed sobre nosotros!” (v. 8). Éste es el juicio de Jehová sobre Israel y su idolatría.
Israel pecó desde los días de Gabaa (v. 9a). Israel pensó que la batalla librada en Gabaa contra los hijos de iniquidad no habría de alcanzarlos (v. 9b; Jue. 19:15-30). Pero Jehová les dijo que los disciplinaría por su “doble iniquidad” (Os. 10:10). Esta doble iniquidad se refiere a los dos males cometidos por Israel: abandonar a Jehová y volverse a los ídolos (Jer. 2:13). Los pecados cometidos por Israel en su vida social se debieron a que ellos abandonaron a Dios y se volvieron a los ídolos.
Efraín era una novilla domada, que le gustaba trillar el grano, mas Jehová había pasado el yugo sobre su hermosa cerviz. Jehová haría llevar yugo a Efraín, Judá araría, y Jacob quebraría sus terrones (Os. 10:11).
Los versículos 12 y 13 dicen: “Sembrad para justicia para vosotros mismos; / segad conforme a la benevolencia amorosa; / arad la tierra en barbecho; / porque es tiempo de buscar a Jehová, / hasta que venga y haga llover / sobre vosotros la justicia. / Habéis arado maldad; / habéis segado injusticia; / habéis comido fruto de mentira. / Porque habéis confiado en tu camino, / en la multitud de tus valientes”. Esto es similar a lo dicho por Pablo en Gálatas 6:7-8, donde dice que si sembramos para la carne, de la carne segaremos corrupción, pero si sembramos para el Espíritu, del Espíritu segaremos vida eterna. Aquí, en Oseas 10:12, sembrar significa buscar a Jehová. Buscar a Jehová rectamente es sembrar rectamente. Por tanto, Oseas exhortó a los hijos de Israel a sembrar para justicia. Si ellos hicieran esto, segarían conforme a la benevolencia amorosa. De lo contrario, si araban maldad, segarían injusticia.
En el versículo 12 Oseas usa la expresión “tierra en barbecho”. El barbecho es la tierra que ha sido arada pero no sembrada. Los hijos de Israel eran tal barbecho. Ellos habían sido arados por Dios, pero la justicia no había sido sembrada en ellos. Ellos tenían que romper el barbecho, esto es, debían buscar a Dios hasta que Cristo viniera a ellos como la justicia y lloviese justicia sobre ellos.
Sin embargo, Israel no sembró rectamente. Ellos confiaron en su propio camino y en la multitud de sus valientes. Por tanto, Dios hizo que fueran completamente destruidos. Al respecto, los versículos 14 y 15 dicen: “Entre vuestros pueblos se levantará alboroto; / y todas vuestras fortalezas serán devastadas, / como devastó Salmán a Bet-arbel / en el día de la batalla: / la madre fue estrellada con los hijos. / Así hará Be-tel a vosotros, / por causa de vuestra gran maldad: / al despuntar el alba, el rey de Israel / será totalmente destruido”. Esto fue plenamente cumplido por Tito en el año 70 d. C.
La palabra alba en el versículo 15 indica que Israel estaba en la noche, en tinieblas. Ellos eran un pueblo completamente carente de justicia y equidad. Ellos abandonaron a Dios y fueron malvados los unos con los otros.
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