Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4643-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Frecuentemente esperamos que otros cambien según nuestro concepto y norma. En lugar de ello, debemos llevarnos bien con los demás; de esta manera no habrá problemas. Si hay dos hermanos que viven juntos, quizá uno de ellos prefiera levantarse temprano, mientras que el otro se levante tarde. En este caso, el que se levanta temprano debe sacrificar su manera de ser. Quizá algún día el otro hermano comenzará a levantarse aún más temprano que el primer hermano. Esto nos muestra que no es necesario discutir en cuanto a cuál es la manera correcta de proceder. En el día de resurrección había dos discípulos que descendían a Emaús. Cuando el Señor se les unió, Él no les dijo: “Ustedes van en la dirección equivocada. Eso me molesta, y no puedo seguir con vosotros a menos que se regresen. Como ustedes son Mis discípulos, ustedes me deberían seguir”. En lo referente a lo que es correcto o equivocado, esos dos discípulos estaban equivocados. Sin embargo, el Señor Jesús no les dijo nada al respecto. Al contrario, mientras ellos descendían, el Señor se les unió y descendió con ellos (Lc. 24:13-15). Luego Él actuó como si no supiera nada y les preguntó: “¿Qué pláticas son éstas que tenéis entre vosotros mientras camináis?” (v. 17). Ante esta pregunta, uno de ellos reprendió al Señor diciéndole: “¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?” (v. 18). Con toda seguridad, Jesús sabía mucho más que ellos. Si nosotros fuéramos el Señor Jesús, quizá les hubiésemos dicho: “¿Acaso no saben quién soy Yo? Yo soy esa persona de la que están hablando”. En lugar de eso, el Señor simplemente se fue con ellos a cierto lugar, y cuando llegaron se detuvieron a comer. La Biblia no nos dice cómo, pero en aquel momento los ojos de los discípulos fueron abiertos y reconocieron al Señor. Luego el Señor desapareció, y los discípulos se levantaron y volvieron a Jerusalén (vs. 28-33).
El relato del Señor Jesús en Lucas 24 muestra que no debemos exigir nada de otros. El hermano al que le gusta levantarse temprano debe sencillamente sobrellevar a aquel que duerme mucho. Si el primer hermano no es descuidado, entonces dormir un poco más por causa del otro hermano no lo hará descuidado. En lugar de ello, si duerme un poco más sería por una buena razón. Así no habrá ninguna discusión entre ellos. Las personas superficiales sólo juzgan las cosas según su apariencia y pelean incansablemente por causa de ello. Nosotros no debemos juzgar las cosas de una manera superficial e infantil ni pensar en si alguien está en lo correcto o está equivocado. Es posible que nosotros estemos equivocados y que la manera en que otros hacen las cosas es mejor que la nuestra. Debemos ser pacientes y esperar un tiempo para ver cuál es la verdadera situación. Criticar a los demás es juzgarlos, pero ¿quiénes somos nosotros para juzgar a otros? ¿Cómo sabemos que nosotros estamos en lo correcto y que los demás están equivocados? Juzgar a la ligera es superficial y decir que sí o que no con absoluta seguridad es infantil. Si algo es correcto o equivocado, ello no depende de lo que vemos en la superficie, sino de algo que es más profundo. Tenemos que aprender a conocer a los demás según su condición interna. Si hacemos esto, entonces, por la gracia del Señor, no habrá problemas entre nosotros.
En el servicio de la iglesia no siempre necesitamos tomar decisiones definidas en todo asunto. Quizás en muchos asuntos no sepamos cuál es la decisión correcta. Nosotros somos como Abraham en casi toda la obra del Señor tocante a los asuntos de la iglesia. Cuando él fue llamado, él salió sin saber adónde iba (He. 11:8). Él no tomaba decisiones definidas; más bien, todo lo que él tenía era la presencia del Señor en cada paso que daba. Si nosotros avanzamos paso a paso sin tomar ninguna decisión definida, sino teniendo una actitud de oración y de dependencia los unos de los otros, el Señor nos guiará. Ésta es la mejor manera de avanzar. No es bueno que siempre tengamos una manera clara y definida de hacer las cosas en el servicio; es mejor no saber cómo proceder. Es así como oraremos más, buscaremos al Señor, dependeremos del Señor y tendremos comunión los unos con los otros.
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