Gran misterio: Cristo y la iglesia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8704-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto que el misterio de Dios es Cristo y que el misterio de Cristo es la iglesia (Col. 2:2; Ef. 3:4-6). Cristo y la iglesia son el gran misterio (5:32). Dios es un misterio. Nuestro Dios misterioso habita corporalmente en Cristo (Col. 2:9). Todo lo de Dios está en Cristo. Cuando vemos a Cristo, vemos a Dios (Jn. 14:9). Cuando contactamos a Cristo, contactamos a Dios. Así que, cuando tenemos a Cristo, tenemos a Dios. Cristo es la corporificación de Dios. No obstante, Cristo también es un misterio. El misterio de Cristo es la iglesia. Así como Dios está corporificado en Cristo, Cristo está corporificado en la iglesia. Una vez que contactamos la iglesia, contactamos a Cristo. Cuando estamos en la iglesia, estamos en Cristo. La iglesia es el misterio de Cristo.
En este capítulo consideraremos Efesios 3:17: “Que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones”. El que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones es un misterio. Este versículo no habla de que Cristo haga Su hogar en nuestros hogares, sino de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones. La mayor parte de los cristianos sólo sabe que Cristo está con ellos; muy pocos entienden claramente que Cristo quiere hacer Su hogar en sus corazones. Por tanto, muchos cristianos sólo creen y experimentan este hecho de que Cristo esté con ellos de una manera general. Sin embargo, el que Cristo quiera hacer Su hogar en nuestros corazones es un proceso muy específico. Nuestro corazón es la parte central de nuestro ser, y Cristo quiere hacer Su hogar en la parte central de nuestro ser. La manera en que Él hace Su hogar en nuestros corazones no es externa ni superficial; tal manera afecta lo más recóndito de nuestro ser con el fin de que experimentemos la realidad de la vida de iglesia. En el cristianismo actual prácticamente no podemos ver ni la realidad de la iglesia ni su manifestación. La manifestación de la iglesia depende de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones.
Efesios 3 presenta siete cosas cruciales. La primera cosa crucial es el misterio de Cristo mencionado en el versículo 4. El misterio de Cristo indica que Cristo es un misterio, pero este misterio ya no está escondido en los cielos ni en Dios. Cristo como misterio ha sido revelado a nosotros y en nosotros, y Él ahora mora en nosotros. Colosenses habla de este misterio cuando dice: “Cristo en vosotros” (1:27). Tenemos algo misterioso en nuestros corazones: Cristo. Hoy en día Cristo ya no es meramente objetivo; Él nos ha alcanzado y está en nosotros de manera subjetiva. Cristo no sólo está fuera de nosotros en nuestro derredor, sino también en nuestros corazones, en la parte más profunda de nuestro ser. Por tanto, Él es un misterio.
Nosotros los cristianos estamos llenos de gozo debido a que Cristo está en nosotros, pero otras personas no saben por qué estamos gozosos. A ellos les parece como si estuviésemos en los cielos, no en la tierra. Esto es un misterio para ellos. Podemos soportar lo que otros no pueden soportar, pero la fuente de nuestra fortaleza y poder es un misterio. Podemos amar a quienes son muy difíciles de amar, y también podemos ser virtuosos para con los demás, pero la fuente de nuestro amor y virtudes es difícil de entender. Verdaderamente somos un misterio para otros. Sin embargo, no es ningún misterio para nosotros; conocemos la fuente de nuestro poder y vida. Cristo dentro de nosotros es nuestro poder y nuestra vida. El secreto para nuestra vida cristiana es Cristo en nosotros.
La segunda cosa crucial de Efesios 3 son las inescrutables riquezas de Cristo halladas en el versículo 8. En este versículo Pablo dice: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio”, y en el versículo 2 él dice: “Si es que habéis oído de la mayordomía de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros”. Además, en 1 Corintios 9:17 él dice: “Una mayordomía me ha sido encomendada”. Mayordomía aquí incluye la impartición de las inescrutables riquezas de Cristo. No meramente se trata de las riquezas de Cristo, sino de las inescrutables riquezas de Cristo. Pablo no anunció enseñanzas ni teología; él anunció las inescrutables riquezas de Cristo.
¿Qué son las inescrutables riquezas de Cristo? El primer elemento del contenido de las riquezas de Cristo es Dios. En Cristo la gente encuentra a Dios. Dios es un gran tesoro, pero Dios solamente puede encontrarse en Cristo. El segundo elemento del contenido de las riquezas de Cristo es la vida divina. Esta vida es muy subjetiva, y muy crucial. La vida divina está en Cristo. Si queremos tener la vida divina, debemos tener a Cristo. El tercer elemento del contenido de las riquezas de Cristo es Su humanidad perfecta. Todos los seres humanos tienen defectos e imperfecciones. A veces uno se siente bien consigo mismo, pero con más frecuencia nos sentimos insatisfechos con nosotros mismos, porque sabemos que no somos buenos. Sólo Cristo es perfecto; Él no tiene defectos. Él es el hombre perfecto. Si queremos tener una humanidad adecuada y perfecta, debemos tener a Cristo. Una vez que tenemos a Cristo, tenemos a Dios, la vida y la humanidad perfecta de Cristo. No es posible enumerar todas Sus riquezas, porque son inescrutables.
Pablo anunció al Cristo inescrutablemente rico como evangelio. Por la misericordia y gracia de Dios, también nosotros debemos anunciarle a Él de esta manera. En el recobro del Señor no deberíamos anunciar enseñanzas ni teología, sino al Cristo vivo. Debemos ministrar este rico Cristo a los demás; Él está lleno de riquezas. Necesitamos ministrar a este Cristo con Sus inescrutables riquezas a los demás día tras día.
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