Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6188-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este capítulo queremos continuar nuestra comunión en cuanto a nuestro vivir en la Trinidad Divina. Cuando usamos la palabra vivir nos referimos a morar. Vivir en la Trinidad Divina es morar en la Trinidad Divina. Morar no significa simplemente permanecer, quedarse, sino habitar, hacer nuestro hogar en un lugar. Morar en la Trinidad Divina incluye la totalidad de nuestro vivir, de nuestro diario andar. Por consiguiente, morar en el Dios Triuno es habitar en Él, es hacer nuestro hogar en el Dios Triuno, es vivir en Él. El Dios Triuno está corporificado en el Hijo y el Hijo, como la corporificación del Dios Triuno con todos Sus miembros, es el organismo de la Trinidad Divina a fin de producir fruto para la expresión del Dios Triuno. Mientras moramos o vivimos en el Dios Triuno, llevaremos fruto para Su expresión.
Nuestro vivir en la Trinidad Divina está envuelto con el Cristo resucitado. Antes de que aconteciera la resurrección de Cristo, nadie podía vivir en el Dios Triuno. Nuestro Cristo es el Cristo resucitado, el Cristo pneumático. Juan 6 nos revela cómo Cristo pasó por un proceso para llegar a ser el Cristo resucitado a fin de morar en nosotros. El bosquejo de la Versión Recobro nos puede ser de gran ayuda para ver esta revelación. El bosquejo de Juan 6 nos dice que los versículos 32 al 71 muestran que Cristo es el pan que permanece para vida eterna. A fin de llegar a ser alimento para nosotros, Cristo primero se encarnó. Los versículos 32 al 51a muestran la encarnación de Jesús. Así pues, en Su condición de pan que permanece para vida eterna, Jesús se encarnó.
Los versículos del 51b al 55 muestran que Jesús fue inmolado, pues nos indican el derramamiento de la sangre. En el versículo 54 el Señor habla de comer Su carne y beber Su sangre. Cuando la sangre es separada de la carne esto denota muerte. Además, Su sangre ha llegado a ser bebible y Su carne ha llegado a ser comestible; esto también denota que Él fue inmolado.
Los versículos del 56 al 59 muestran que Cristo resucitó para morar en nuestro interior. En el versículo 56 el Señor dijo: “El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mí permanece, y Yo en Él”. Esto indica que el Señor tuvo que resucitar para poder morar en nosotros como nuestra vida y suministro de vida. En el versículo 57 Él dijo: “Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa del Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por causa de Mí”. “Por causa de” indica el factor. Vivimos porque tenemos un factor viviente que nos sustenta para vivir. Este factor es el Cristo resucitado. Cristo, Aquel que fue inmolado y resucitó, puede ser el factor viviente por el cual vivimos. Nosotros le comemos y vivimos por causa de Él, el Resucitado. Nuestro vivir por causa de Él significa que Él es el factor de nuestro vivir.
Los versículos 60 al 62 nos muestran al Cristo ascendido. El versículo 62 dice: “¿Pues qué, si vierais al Hijo de Hombre subir adonde estaba antes?”. Los versículos 63 al 65 nos muestran al Cristo que llega a ser el Espíritu vivificante. El Señor estaba hablando de Él en la carne, pero en el versículo 63, dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”. En esta coyuntura, el Espíritu que da vida es introducido. Después de la resurrección y por medio de la resurrección, el Señor Jesús quien había llegado a ser carne, llegó a ser el Espíritu vivificante, tal y como se menciona claramente en 1 Corintios 15:45. En la sección siguiente de Juan 6, del 66 al 71, se revela al Cristo corporificado en la palabra de vida.
Es maravilloso ver esta secuencia en Juan 6. En este capítulo vemos a Cristo como el alimento que permanece para vida eterna, encarnado, muerto, que resucitó para morar en nosotros, que ascendió, que llegó a ser el Espíritu vivificante y que está corporificado en la palabra de vida. Después de morir, este mismo Cristo entró en Su resurrección para ser nuestro alimento comestible. Ahora estamos comiendo al resucitado.
Juan 14:19-20 muestra a Cristo como el resucitado. Estos versículos dicen: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Por un poco de tiempo significa que mientras Él estuvo sepultado, el mundo no podía verlo, debido a que había muerto. Para Él, vivir significa ser resucitado. En 1 Pedro 1:3 se nos dice que todos fuimos regenerados mediante la resurrección de Jesucristo. Juan 14:19 corresponde con 1 Pedro 1:3. Cuando Cristo vive, nosotros también vivimos. Cuando Cristo llegó a vivir en Su resurrección, todos nosotros resucitamos con Él. Él, incluyéndonos a nosotros, salió de la muerte. Entonces, Él vive y nosotros también vivimos por causa de Él.
A continuación, en el versículo 20, el Señor les dijo a los discípulos que en el día de la resurrección ellos conocerían que Él está en Su Padre, que ellos están en Él, y Él en ellos. Ahora estamos en Aquel que está en resurrección, y Aquel que está en resurrección, el Cristo pneumático que es el Espíritu vivificante, está en nosotros. Cuando el Señor estaba en la carne, Él sólo estaba entre los discípulos y fuera de ellos, pero no estaba en ellos. En la tarde del día de Su resurrección, Él regresó a Sus discípulos como el Cristo pneumático y sopló en ellos. Al soplarse en ellos, Él les dijo que recibieran el aliento santo, el Espíritu Santo, el pnéuma santo, el cual era Él mismo (Jn. 20:22). Luego de soplarse dentro de ellos, permaneció dentro de ellos como el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante.
Todos estos secretos divinos están escritos en la Biblia, pero a través de los siglos, muy pocas personas los han visto. Somos grandemente bendecidos de poder ver la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la ascensión de Cristo, Su llegar a ser el Espíritu vivificante y la corporificación de la palabra de vida como es revelado en Juan 6. Cristo como el pan de vida llegó a ser el Espíritu vivificante y este Espíritu vivificante se corporificó en la Palabra. Cristo como el pan de vida es el Espíritu y la Palabra. El Espíritu y la Palabra son vida para nosotros. El Espíritu está dentro y la Palabra está afuera. Cuando disfrutamos el Espíritu y la Palabra, disfrutamos de la verdadera esencia del pan vivificante. El pan vivificante es el Espíritu con la Palabra, y el Espíritu con la Palabra es el mismo Cristo resucitado, el Cristo pneumático.
Ahora vivimos en este Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno. Cuando vivimos en Él, permanecemos en Él. Cuando permanecemos en Él, permanecemos en la corporificación, el organismo, de la Trinidad Divina. No estamos solamente permaneciendo o quedándonos en Él; sino que estamos viviendo en Él y tenemos nuestro ser en Él, de la misma manera en que vivimos en un hogar. Vivir en un hogar equivale a tener todo lo relacionado a nuestra vida en ese hogar. Esto es lo que significa vivir en la Trinidad Divina. Estamos viviendo en Uno que pasó por la encarnación, la crucifixión y ahora está en resurrección. Con Él no hay nada de muerte. Con Él todo es viviente y orgánico. Mientras vivimos a esta Persona viviente y orgánica, Su Cuerpo viviente es edificado para expresar a Dios y para cumplir el propósito eterno de Dios.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.