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Edificación de la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7483-5
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Pedro edifica el muro compuesto por los judíos
y Pablo edifica el muro compuesto por los gentiles

Pedro, el primer gran apóstol, fue usado por Dios para empezar la edificación de la iglesia. Pedro era un apóstol para el pueblo judío. Por lo tanto, Pedro representa el muro compuesto por los judíos. Sin embargo, a fin de que el edificio de Dios estuviese completo, se necesitaba otro muro; por ende, se necesitaba otro apóstol, el apóstol para los gentiles. Fue por esta razón que el Señor levantó a Pablo. Pablo fue levantado para edificar el muro compuesto por los gentiles a fin de completar la casa de Dios. Es por ello que Dios levantó a Pedro y después a Pablo (Gá. 2:7-8).

En Hechos 15 los creyentes judíos discrepaban con Pablo (vs. 1-2). Al parecer le estaban diciendo: “Pablo, tú has estado trayendo muchos gentiles impuros sin circuncidarlos. Te aceptamos a ti como creyente, pero no estamos de acuerdo con que traigas gentiles sin circuncidarlos y sin mandarles que guarden la ley. No podemos apoyarte en esto”. Hubo tal disensión. Sin embargo, Pedro, quien indudablemente era un hombre de Dios, mandó a los creyentes judíos que recibiesen los escritos de Pablo como recibían el resto de las Escrituras. En 2 Pedro 3:16 él, refiriéndose a Pablo, dice: “Como asimismo lo hace en todas sus cartas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia destrucción”. Era como si Pedro les dijera a los creyentes judíos que no discreparan del apóstol Pablo, sino que recibieran lo que él escribía como parte de las Escrituras. Al recibir los escritos de Pedro y de Pablo, la morada universal de Dios, compuesta por los creyentes judíos y los creyentes gentiles, podía ser edificada.

El ministerio remendador de Juan

No mucho después que empezara la edificación de la iglesia con Pedro y Pablo, la iglesia sufrió daño. Por ello hubo necesidad del ministerio remendador de Juan. El ministerio de Juan no estaba relacionado con los judíos ni con los gentiles, sino que era celestial, pues Juan trajo todas las cosas de regreso al principio. Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. El versículo 4 dice: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. En el principio no había judíos ni gentiles, sino la Palabra. Esta Palabra no contenía enseñanzas, doctrinas, ordenanzas ni rituales, sino la vida. Guardar los rituales judíos es estar en Levítico, el tercer libro de la Biblia. Sin embargo, Juan nos trajo de regreso al primer libro, Génesis, donde vemos el árbol de la vida (2:9). Las epístolas de Pablo revelan que las enseñanzas religiosas judías y la filosofía griega se habían infiltrado para hacer daño a la iglesia. La iglesia sufrió mucho daño a causa de estos dos elementos. Debido a esto, Dios levantó a Juan para que remendara las rasgaduras y reparara el daño. Juan remendó, no combatiendo la enseñanza judía y la filosofía griega, sino diciendo: “En el principio era la Palabra [...] y la Palabra era Dios [...] En Él estaba la vida [...] Y la Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros [...] llena de gracia y de realidad” (Jn. 1:1, 4, 14). La Palabra no estaba llena de doctrinas y filosofías, sino de gracia y de realidad.

PEDRO VIO QUE CRISTO Y LOS CREYENTES
SON PIEDRAS ÚTILES PARA EL EDIFICIO DE DIOS

Pese a que yo soy de China, una tierra pagana, nací y fui criado en el cristianismo. Desde mi juventud escuché predicadores, pastores y ministros hablar acerca de Pedro, predicando que el Señor llamó a Pedro para que fuese un pescador de hombres (Mt. 4:19). Esto sin duda es cierto; no obstante, jamás escuché ni un solo predicador decir que el Señor hizo de Pedro una piedra. La primera vez que Pedro tuvo contacto con el Señor, Él no le dijo que lo haría pescador de hombres. El Señor le dijo esto a Pedro en Mateo 4:19, el cual es un relato de la segunda vez que Pedro tuvo contacto con el Señor. Pedro fue llamado por el Señor dos veces porque, al igual que nosotros, era débil en su fe. La primera vez que Pedro vino al Señor, Él le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (Jn. 1:42). El nombre Pedro significa “una piedra”. Por lo tanto, la primera vez que Pedro vino al Señor Jesús, Él inmediatamente le prometió a Pedro que lo haría una piedra. Sin embargo, Pedro no permaneció con el Señor, sino que regresó a su antigua profesión, la pesca. Por esta razón, en Mateo 4 el Señor fue junto al mar donde Pedro estaba pescando y lo llamó de nuevo. En esta segunda ocasión el Señor le dijo a Pedro que lo haría pescador de hombres. Por consiguiente, ser una piedra viene antes que ser un pescador de hombres.

Más tarde, cuando Pedro seguía al Señor, Él les preguntó a los discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” (16:15). Pedro fue el primero en responder, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). El Señor le contestó: “Yo también te digo, que tú eres Pedro” (v. 18). Era como si el Señor le estuviera diciendo: “No te olvides del nuevo nombre que te di; tú eres una piedra”. Ésta debe de haber sido la razón por la que cuando Pedro ya era mayor, al escribir su primera epístola, les dijo a los creyentes: “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (2:5). Por lo tanto, podemos ver que la primera vez que Pedro vino al Señor, se le recalcó que él sería hecho una piedra. Más tarde, cuando Pedro estaba con el Señor, Él le recordó nuevamente que era una piedra. Finalmente, cuando Pedro se puso en pie delante de los líderes de los judíos, no sólo les dijo que Jesucristo, Aquel que fue rechazado, era el Salvador, sino que también era la piedra del ángulo (Hch. 4:11-12). Pedro predicó a Cristo no sólo como Salvador, sino también como una piedra.

Cristo es el Salvador para nuestra salvación, y es la piedra útil para el edificio de Dios. Cristo suple nuestra necesidad al ser el Salvador, y cumple el propósito de Dios al ser la piedra. Cristo nos salva por causa del edificio de Dios: Él no tiene ninguna intención de salvarnos para llevarnos al cielo. La Biblia nos dice que al final el cielo quedará vacío. Apocalipsis 21:2 dice: “Vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios”. Muchos cristianos quieren ir al cielo, pero Dios está preparándose para descender a la tierra. Así que, estos cristianos están tratando de ir en dirección contraria a la de Dios. Debemos ver que nuestro Salvador es una piedra. No es que Él sea la piedra para poder ser el Salvador, sino que es el Salvador a fin de poder ser la piedra. En otras palabras, el edificio no existe por causa de la salvación, sino que la salvación existe por causa del edificio. De manera que fuimos salvos por causa del edificio de Dios, no para ir al cielo.


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