Los de corazón puropor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2060-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-2060-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Mateo 5:8 dice: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”. En 2 Corintios 3:16 leemos: “Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado”. Estos dos versículos nos muestran que para que una persona vea a Dios y sea iluminado por El, lo más importante es que ya no tenga ningún velo que le cubra o que quite el velo que le sigue cubriendo. Los de corazón puro verán a Dios debido a que no los cubre velo alguno. Cuando el rostro de una persona está cubierto por un velo, éste tapa sus ojos; pero cuando el velo es quitado, ella podrá ver la luz.
Cuando una persona retira todo aquello que la cubre, verá la luz. Esta afirmación se basa en 2 Corintios 3:16, que nos muestra que siempre que los corintios volvían su corazón al Señor, el velo era quitado. Cuando el corazón de los corintios se alejaba del Señor, el velo permanecía sobre sus corazones; de hecho, ese corazón alejado constituía el velo mismo. Siempre que el velo era quitado y el corazón de los corintios se volvía al Señor, Dios resplandecía sobre ellos. Por lo tanto, si una persona no ve el resplandor de Dios, esto no quiere decir que Dios no resplandezca, sino que esta persona tiene un velo que le cubre. Si un hombre resuelve todo aquello que cubre su corazón, entonces verá la luz. Mateo 5:8 dice que los de corazón puro verán a Dios, y 1 Juan 1:5 dice que “Dios es luz”. Por consiguiente, nadie puede ver a Dios sin ver la luz. Dios es luz, y todos los que ven la luz están en Dios y deben estar únicamente en Dios. Sin embargo, lo que Dios exige es que el hombre sea de corazón puro. Ser de corazón puro significa que todo lo que cubría el corazón ha sido quitado. Cuando el corazón de alguien no es puro y está mezclado, esa mezcla llega a ser aquello que lo cubre. Sólo los de corazón puro están libres de todo aquello que cubre su corazón, y sólo ellos podrán ver la luz.
Salmos 73:1 dice: “Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los de corazón puro”. Esta es la conclusión a la que el salmista arribó. En el versículo 16 él dice: “Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí”. Pero, cuando entró en el santuario de Dios, él entendió todo (v. 17). Por eso, en el versículo 25 el salmista declara: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra”. Esto es lo que significa ser puro de corazón. Aquel cuyo corazón es puro, va únicamente en pos del Señor en los cielos y su único anhelo en la tierra es el Señor mismo. Ser de corazón puro implica vivir en esta tierra deseando sólo a Dios; vivir sin desear ninguna otra cosa más que a Dios mismo. Cuando nuestro corazón sea sencillo y puro hacia Dios, seremos personas despojadas de toda clase de velo. Por consiguiente, la Biblia nos muestra que para ver la luz, es necesario quitar todo velo.
Aparte de Dios mismo, todas las cosas de este universo pueden convertirse en velos para nosotros. En 1 Juan dice que Dios es luz. Por consiguiente, todo lo que no sea Dios mismo, puede impedir que veamos la luz de Dios que está en nosotros. Así pues, todos tenemos que estar apercibidos de que, aparte de Dios mismo, todas las cosas pueden convertirse en velos para nosotros. Sólo Dios es luz, y lo único que jamás podrá convertirse en un velo, es la luz misma. Debemos tener siempre presente que aparte de Dios mismo, toda persona, asunto o cosa puede llegar a cubrir la luz. No debemos pensar que las cosas buenas no pueden convertirse en velos; de hecho, muchas de las cosas que impiden a las personas ver la luz, no son cosas malas, sino buenas.
Por ejemplo, procurar ser espirituales es algo muy elevado. Sin embargo, incluso esto puede reemplazar a Dios y convertirse en un velo que prive a nuestro ser de la luz. Si estamos dispuestos a aquietar nuestro corazón y estar en calma ante Dios, de inmediato nos daremos cuenta de que hay una montaña de cosas que nos cubren, impidiendo que la luz nos ilumine, y que no permiten que veamos lo que es real. Cuando una persona no es pura suele suceder que, aunque ame al Señor, su amor por El es superficial. Esta persona ama al Señor, pero al mismo tiempo, también ama su propia cara. Dicha persona no se ha percatado de que, al amar su dignidad en lugar de amar solamente al Señor, eso se ha convertido en un velo que le impide recibir la luz.
Hay un proverbio que dice: “Los novicios ven lo de afuera; los expertos ven lo profundo”. Un vendedor de telas que tenga experiencia, sabrá si una tela procede de los Estados Unidos o de Japón con sólo palparla, sin tener que mirarla siquiera. Del mismo modo, el que sirve al Señor es un experto en “palpar” a las personas; cada vez que alguien acude a él, sin necesidad de que esta persona le diga nada, el servidor experto sabrá de dónde procede tal persona con tan sólo “palparla”.
El sentir interno que posee un siervo del Señor es la parte más sensible en lo que respecta a “palpar” a los demás. Por ello, la herramienta más útil para servir a la gente es el sentir que tenemos en nuestro espíritu. Cuando nos acercamos a un hermano, podemos percibir qué clase de persona es sin necesidad de conversar mucho con él. Si deseamos decirle algo, primero debemos sopesar internamente y determinar si esta persona será capaz de acoger nuestras palabras. Si al “sopesar” a esta persona, sentimos que no será capaz de aceptar lo que queremos decirle, entonces es mejor no decir nada.
A veces, las personas vienen a mí pidiendo que les diagnostique su problema, pero por causa de su dignidad, no puedo decirles nada. No debemos suponer que los hermanos que están a cargo de las reuniones de hogar o de los grupos pequeños sean personas con un gran avance espiritual que están dispuestas a dejar todo por el Señor. En realidad, una vez que su dignidad se vea afectada, es posible que les sea difícil seguir adelante. En una ocasión, cierto hermano acudió a mí buscando que yo identificara su problema. Yo sentí que el problema de este hermano era que él amaba demasiado su cara, es decir, amaba demasiado su dignidad; no obstante, yo no podía decirle eso. Puesto que este hermano me instaba a hacerlo, lo puse a prueba para ver si aceptaría alguna declaración al respecto; así pues, le dije: “Su problema es que usted nunca admite sus fracasos”. El respondió: “¿Cómo sabe eso?”. Le dije que aunque lo conocía por mucho tiempo, nunca lo había escuchado decir: “Me equivoqué”. Cuando Dios ha quebrantado y disciplinado a alguien, él estará dispuesto a decir: “Estoy equivocado. Por favor, perdóneme”. Pero este hermano respondió: “No estoy de acuerdo”. El no estaba dispuesto a perder su dignidad. Este es un ejemplo de alguien cuyo velo le impide ver la luz.
Con el fin de ayudarle, le di un ejemplo, diciéndole: “Una vez, usted emprendió algo con su esposa; aunque era obvio que no podría llevarlo a cabo, usted insistió en actuar a fin de que yo, su esposa y los demás lo viéramos hacer esto”. Este hermano respondió: “Ese no fue el caso. Usted ha visto lo opuesto a lo que realmente sucedió”. Entonces, yo admití que tal vez no había captado correctamente lo que realmente había sucedido. Por tanto, dos meses más tarde, cuando este hermano vino a mí para que yo identificara su problema, no le pude decir nada. Algunas personas son capaces de renunciar a todo, menos a su propia dignidad.
El problema mayor entre los jóvenes es que se comparan con otros. Si dos personas están trabajando en el mismo lugar y uno es elogiado, el otro se siente molesto. Este sentimiento es un velo que cubre la luz. Si otros son elogiados, sentimos algo; pero si somos nosotros los elogiados, el sentimiento es diferente. Estos sentimientos constituyen velos que cubren la luz y que hacen que nuestro corazón no sea puro. ¿Qué es un corazón puro? Si yo tengo un corazón puro, aun cuando la gente dice que me he equivocado, esto no producirá en mí ningún sentimiento particular; asimismo, los elogios de la gente no despertarán en mí ningún sentimiento especial. Cuando las personas me alaban, no siento nada; y si no me alaban, tampoco siento nada. Yo no busco las alabanzas de los demás, sino que sólo deseo a Dios mismo. Si anhelamos muchas cosas y nuestros deseos son muy complicados, entonces cualquier cosa, incluso nuestra búsqueda espiritual, puede convertirse en algo que cubre la luz. Por ejemplo, a algunas personas les gusta jactarse, así que la jactancia se convierte en un gran problema para ellas. Ciertamente se trata de personas encantadoras y muy educadas, pero debido a que carecen de la luz, simplemente les encanta jactarse. En todo lo que ellos hacen, tienen que jactarse aunque sea un poquito. Esto constituye un velo que los cubre. Si queremos ver la luz, debemos quitar todo velo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.