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Predicar el evangelio en el principio de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3771-7
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CAPÍTULO TRES

PREDICAR EL EVANGELIO
CON LA AUTORIDAD DE CRISTO
Y LA PALABRA VIVA

Lectura bíblica: Mt. 12:28-29; 28:18-19; Ro. 10:6-9, 13; 1 Co. 12:3

Mateo 12:28 y 29 dice: “Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios. O ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y arrebatar sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte? Entonces saqueará su casa”. Los versículos del 18 al 19 del capítulo 28 dicen: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Debemos resaltar las palabras por tanto. Las palabras por tanto se refieren al hecho de que toda potestad le ha sido dada a Cristo. “Por tanto”, por esta razón, debemos ir y hacer discípulos a todas las naciones.

CONFESAR A JESÚS COMO SEÑOR

Romanos 10:9 dice: “Si confiesas con tu boca a Jesús como Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Esto no sólo significa confesar el nombre de Jesús, sino el nombre del Señor Jesús. Con nuestra boca debemos confesar el nombre del Señor Jesús, es decir, debemos pronunciar la palabra Señor. He notado que especialmente en el mundo occidental, tanto en Europa como en los Estados Unidos, cuando las personas oran, no usan el título Señor muy a menudo. La mayoría cuando ora dice solamente: “Jesús”. Ésta no es la manera apropiada. Cada vez que digamos “Jesús”, es mejor si añadimos el título Señor, es decir, si decimos: “Señor Jesús”. Así pues, con nuestra boca confesamos el nombre del Señor Jesús y con nuestro corazón creemos en el hecho de que Dios resucitó a Jesús de los muertos. Si hacemos estas dos cosas, seremos salvos. Luego, el versículo 13 añade, diciendo: “Porque: ‘Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo’”. Esto no es simplemente invocar el nombre de Jesús, sino el nombre del “Señor”.

En 1 Corintios 12:3 dice: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable en el Espíritu de Dios dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Aquí, una vez más, este versículo recalca que debemos decir que Jesús es el Señor. Siempre y cuando una persona diga que Jesús es el Señor, eso será una prueba de que el Espíritu Santo está operando en su interior. Debemos ayudar a las personas a que comprendan que Jesús es el Señor, y tenemos que ayudarlas a que ejerciten su boca al ejercitar su corazón para decir que Jesús es el Señor y para invocar a Jesús el Señor.

PREDICAR NO SÓLO CON PODER, SINO TAMBIÉN
CON LA AUTORIDAD DEL GOBIERNO CELESTIAL

Todos debemos comprender que predicar el evangelio no es simplemente realizar la labor de predicar o enseñar, sino que implica pelear una batalla. En Mateo 12 se nos dice que si queremos predicar el evangelio tenemos que atar al hombre fuerte. Satanás es el hombre fuerte, aquel que usurpa a todas las personas. El mundo entero está ahora bajo las tinieblas y en las manos usurpadoras de Satanás. Por lo tanto, predicar el evangelio a fin de traer al alguien al Señor es quitarle a Satanás algunos de los bienes que tiene en sus manos usurpadoras. Por consiguiente, tenemos que orar para atar a Satanás, el hombre fuerte, y para ello no sólo requerimos poder, sino también autoridad. Podemos mostrar la diferencia que hay entre poder y autoridad con el ejemplo de un policía. Los automóviles en las calles tienen poder, pero un policía tiene autoridad. Por muy poderoso que sea un carro, cuando un policía le da la orden, tiene autoridad sobre dicho vehículo.

Cristo dijo: “Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (28:18-19). Cuando vamos a predicar el evangelio, no sólo debemos procurar obtener el poder de lo alto, sino que además tenemos que aprender a ejercer la autoridad que Cristo tiene como Cabeza y Señor. Tal vez el policía sea más bajo que nosotros en estatura, pero tiene autoridad debido a que tiene un gobierno que lo respalda. Puesto que no podemos ir en contra de un gobierno, no podemos oponernos a dicho policía. Me he dado cuenta de que en este país todos los conductores temen a los policías. Eso no significa que los policías tengan poder, sino más bien, que tienen autoridad. Muchos de los vehículos que circulan en las calles son poderosos, pero cuando el policía les hace una señal con la mano, tienen que detenerse. La autoridad es superior al poder. ¿Vamos a predicar el evangelio únicamente con poder? También tenemos que aprender a ejercer autoridad. Nosotros somos el Cuerpo de la Cabeza y estamos bajo autoridad; de manera que la Cabeza es el “gobierno” que nos respalda. Tenemos un respaldo muy sólido, el cual es: la Cabeza.


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