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Visión del edificio de Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6775-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 19 Sección 3 de 4

LOS ANILLOS Y LAS BARRAS

Sobre la capa de oro que recubría a cada tabla había anillos, y éstos eran atravesados por barras que unían a todas las tablas (vs. 26-29). Había cinco barras para cada lado que conectaban las veinte tablas. Esto es muy interesante. Noten cómo estaban acomodadas estas cinco barras en cada uno de los lados donde había veinte tablas. Una barra se extendía de un extremo a otro pasando por en medio de las veinte tablas; de las cinco barras, ésta era la barra central. Las otras cuatro barras se distribuían en dos hileras interrumpidas, dos barras en cada hilera; una de estas hileras estaba arriba de la barra central y la otra debajo. Así pues, las cinco barras se distribuían en tres hileras. Nuevamente vemos aquí los números tres y cinco. El número tres representa al Dios Triuno, y el número cinco es el número de la criatura más el Creador, quienes juntos llevan la responsabilidad. Por lo tanto, el poder unificador de la iglesia es el Dios Triuno mezclado con la criatura. Las barras, que representan al Espíritu Santo, eran hechas de madera recubierta de oro. No sólo había madera dentro de las tablas, sino también dentro de las barras. Esto significa que el Espíritu Santo, quien nos une a todos, también tiene el elemento humano. Esto es muy significativo.

En el capítulo 5 del libro El Espíritu de Cristo, escrito por Andrew Murray, hay una frase acerca del Espíritu del Jesús glorificado. Él dice que el Espíritu Santo no sólo posee la naturaleza divina, sino también la naturaleza humana. Es por ello que se usa la madera para tipificar al Espíritu Santo que une, porque Él no sólo es el Espíritu de Dios, sino también el Espíritu del hombre glorificado, Jesús. Este Espíritu de Jesús hoy incluye la naturaleza divina, así como también la naturaleza humana. Hoy el Espíritu Santo de Cristo es este Espíritu todo-inclusivo. Es el Espíritu Santo, el Espíritu que posee la naturaleza divina y la humana, quien une a todos los santos como una sola entidad.

Las tablas del tabernáculo no estaban unidas por la madera sino por el oro. Si quitáramos el elemento del oro, todas las tablas se desplomarían. En las tablas mismas no había unidad; la unidad se hallaba en el oro, en la naturaleza divina. Los anillos tipifican al Espíritu Santo que nos regenera, la experiencia inicial que tenemos del Espíritu Santo. Las barras son el Espíritu Santo que une, el cual posee la naturaleza divina y la humana. Las barras unen todas las partes como un solo Cuerpo. Cuando permanecemos en la naturaleza divina, en Cristo, en Dios, somos uno. La unidad de la iglesia estriba en la naturaleza divina, en Dios y Cristo como Espíritu.

Había tres conjuntos de barras: uno en el lado norte, otro en el lado sur y el último en el lado occidental, en la parte posterior del tabernáculo. Una vez más, esto tipifica a las tres personas de la Deidad. La expresión del Dios Triuno se ve continuamente en el tabernáculo, el edificio de Dios.

LAS COLUMNAS

En cada uno de los lados del tabernáculo había tablas, menos en la entrada, el lado oriental. En la entrada había columnas, que tenían un velo o cortina (vs. 31-32). Si hubiera tablas en los cuatro lados, el tabernáculo estaría completamente cerrado. Esto habría sido demasiado exclusivo; pues no habría tenido ni una entrada ni una salida. La mayoría de los miembros de la iglesia son las tablas, pero algunos deben ser las columnas. El capítulo 2 de Gálatas nos dice que Pedro, Jacobo y Juan eran las columnas, los más fuertes, en la iglesia en Jerusalén. Debido a que las columnas eran más fuertes que las tablas, se entraba al tabernáculo pasando por medio de ellas. Si las personas quisieran entrar, las columnas proveían un camino. En la vida de iglesia debe haber hermanos más fuertes que sirvan de columnas; debe haber algunos que provean una entrada. Si algunos desean entrar, la entrada se abre, pero si hay necesidad de proteger, la entrada se cierra. Una pared es una estructura fija; nadie puede pasar a través de ella. Es apropiada para proteger, pero no provee ninguna entrada. En cambio, una puerta puede abrirse para dar entrada, o puede cerrarse para proteger a los que están adentro. Puede abrirse para permitir que las personas entren o puede cerrarse para dejarlas por fuera.

Alabado sea el Señor por las entradas que hay en la iglesia. En la Nueva Jerusalén hay doce puertas. No sólo deben estar ahí las tablas como paredes, separando y protegiendo, sino también las columnas para proveer una entrada. Muchos hermanos son lo suficientemente fuertes para ser las tablas, pero necesitamos otros hermanos aún más fuertes, con más experiencia, que no sean tan “cuadrados” sino un poco “redondos”, para que estén firmes como columnas a fin de proveer una entrada.

En algunas de las así llamadas iglesias no hay ni tablas ni columnas. No está presente el poder que separa, no hay ninguna protección ni ninguna entrada. En otros lugares hay demasiadas tablas, formando paredes en los cuatro lados. Están tan protegidos que excluyen a todo el mundo. Por lo tanto, se necesitan las columnas para que haya equilibrio en la iglesia.


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