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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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Actualmente disponible en: Parte 2 Capítulo 5 de 19 Sección 2 de 4

LA CLASE DE PERSONAS QUE PUEDEN
PERMANECER EN EL ESPÍRITU

Hermanos y hermanas, quiero que sepan que 1 Corintios nos muestra un cuadro: aquí vemos un templo con un grupo de personas. Algunos están en el atrio, otros están en el Lugar Santo y otros están en el Lugar Santísimo. El libro de 1 Corintios también parece mostrarnos un mapa: algunas personas están en Egipto, otras vagan en el desierto y sólo unas cuantas han entrado en Canaán. En cuanto a los individuos, algunos viven por medio de la carne, lo cual es muy bajo. Otros viven por medio del alma, y unos cuantos viven por medio del espíritu. El libro de 1 Corintios nos muestra tal cuadro para alentarnos a entrar en el espíritu y vivir por medio del espíritu. Luego, 2 Corintios nos muestra qué clase de personas son aquellas que viven en el espíritu, que viven en el Lugar Santísimo y permanecen en Canaán.

Son abrumados sobremanera más allá
de sus fuerzas, y no confían en sí mismos

Hay varios pasajes en 2 Corintios que definitivamente debemos leer. Por ejemplo, 1:8-9 dice: “No queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de vivir. De hecho tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. ¿Cuál es el yo mencionado aquí? El yo no se refiere a la carne, sino al alma. La frase que no confiásemos en nosotros mismos no se refiere a no confiar en sí mismo al realizar una transacción financiera, al ir en procura de una educación o al buscar placeres. Más bien, se refiere a que no confiamos en nosotros mismos al laborar para Dios o al servir a Dios. No confiar en nosotros mismos equivale a estar en el Lugar Santísimo, mientras que confiar en nosotros mismos es estar en el Lugar Santo.

Otros ejemplos son 4:16 y 12:9; estas expresiones sólo se pueden hallar en el libro de 2 Corintios. Esto porque 2 Corintios, como continuación de 1 Corintios, nos muestra la clase de personas que pueden vivir en el Lugar Santísimo, esto es, en el espíritu. Estas personas son aquellas que son abrumadas sobremanera más allá de sus fuerzas, de tal modo que aun pierden la esperanza de vivir y se consideran totalmente inútiles y, por tanto, ya no confían en sí mismas. Sólo tales personas pueden vivir en el espíritu.

Se conducen en el mundo
con sencillez y sinceridad de Dios

El versículo 12 del capítulo 1 dice: “Nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo”. Pablo habló estas palabras a raíz de una experiencia muy profunda. Cuando vivimos en el alma, esto es, por nosotros mismos, no somos ni sencillos ni simples; más bien, tenemos muchas maneras. Pero cuando nos sentimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas y con desesperación, habiendo agotado todas las maneras humanas, entonces vivimos conforme a la sencillez, la simplicidad, de Dios.

Consideremos el caso de Jacob. Jacob era una persona muy capaz que contaba con muchas maneras de enfrentar las situaciones antes que se le tocara la coyuntura de su cadera y él quedara cojo. Cada uno de nosotros es un pequeño Jacob. También nosotros tenemos muchas maneras antes de ser tratados por el Señor en gran medida. Todavía tratamos de escaparnos y ocultarnos. No somos simples. Sin embargo, vean a Jacob. Después que él cruzó el vado de Jaboc, Dios le tocó la coyuntura de la cadera de Jacob; fue en ese momento que Jacob se volvió una persona simple. Él llegó a ser una persona completamente diferente. Antes él tenía un montón de maneras de vivir, pero después que su cadera quedó dislocada y él estaba cojo, ya no tenía ninguna manera. Entonces él comenzó a vivir con la sencillez, la simplicidad, de Dios.

A la sencillez sigue la sinceridad. Lo que no es sencillo va disfrazado de insinceridad. Pablo se condujo en el mundo con sencillez y sinceridad de Dios. Él no dependía de la sabiduría humana, es decir, no dependía del alma; más bien, él dependía del favor de Dios, de la gracia de Dios.

Este pasaje de la Palabra nos dice que Pablo era alguien que vivía en el Lugar Santísimo. Él había cruzado el Jordán. Mientras que el mar Rojo sepultó al ejército egipcio, fue el Jordán el que sepultó a los hijos de Israel. Así pues, Pablo ya había sido sepultado en el Jordán, y su yo había sido cercenado, zarandeado y había pasado por el filtro. Él realmente sabía lo que era no confiar en sí mismo ni depender de la sabiduría humana, y sabía lo que era basar su confianza en Dios, que resucita a los muertos, y en la gracia de Dios. Aquí vemos a una persona que no estaba en la carne ni en el alma, ni en Egipto ni en el desierto, ni en el atrio ni en el Lugar Santo, sino que estaba por completo en el Lugar Santísimo, en Canaán, en el espíritu, disfrutando a Dios mismo. Él no estaba disfrutando la ayuda de Dios, ni el auxilio de Dios, sino al propio Cristo.


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