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Reino, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4708-2
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CAPÍTULO DOS

LA VENIDA DEL REINO Y SU PROCESO

Lectura bíblica: Mt. 19:8; Lc. 17:20-21; Mt. 13:55-56; 12:28; Col. 1:13; Mt. 16:28; Mr. 9:1; Mt. 17:1-2; Mr. 4:26-29; Lc. 18:29; Mr. 10:29; Jn. 3:3-5; 2 P. 1:3-4, 11; Mr. 10:17, 23

Cuando el Señor Jesús vino, había una religión llamada judaísmo. Ésta no era una religión pagana, sino una religión dedicada a adorar y servir a Dios, una religión formada en conformidad con la palabra divina de Dios. Si usted hubiera vivido en tiempos del Señor Jesús, ¿se habría puesto del lado del Señor Jesús o del lado del judaísmo? Estoy convencido que todos nosotros nos hubiéramos puesto del lado del judaísmo. El judaísmo no era una religión pagana. Tanto su templo como su altar, así como sus sacrificios y ofrendas, se ajustaban a la palabra de Dios. Su sacerdocio, adoración y servicio eran, todos ellos, realizados conforme a la palabra de Dios. Sin embargo, ¿había usted considerado que cuando el Señor Jesús vino no le dio importancia al judaísmo? De hecho, Él desechó todo cuanto el judaísmo hacía. El judaísmo guardaba el Sábado, pero el Señor Jesús trabajaba durante el Sábado. Cuando los fariseos, los judaizantes, enviaron “la patrulla sabática”, sorprendieron a Jesús quebrantando el Sábado.

El cristianismo actualmente tiene quinientos años más de historia que el judaísmo tenía en tiempos del Señor Jesús y los apóstoles. Cuando Él y Sus apóstoles estaban en la tierra, el judaísmo tenía apenas mil quinientos años de existencia, pero el cristianismo al presente ya tiene unos dos mil años de existencia. Ahora nos enfrentamos a una religión que es quinientos años más antigua que el judaísmo de los tiempos del Señor Jesús.

Estoy seguro que la mayoría de ustedes ha recibido de parte del cristianismo alguna enseñanza en cuanto al reino, pero les pido que regresen a la Palabra pura de Dios. Cuando los fariseos vinieron al Señor Jesús para discutir con Él sobre el divorcio, ellos le dijeron muchas cosas, pero el Señor Jesús respondió: “Desde el principio no ha sido así” (Mt. 19:8). Volvamos al principio. Olvidemos todo lo relacionado con las enseñanzas tradicionales y retornemos a los orígenes a fin de ver el reino según es presentado por la Palabra pura de Dios.

EL REINO DE DIOS NO VENDRÁ
DE MODO QUE PUEDA OBSERVARSE

En Lucas 17:20-21 los fariseos vinieron al Señor Jesús para preguntarle acerca del reino de Dios. Al igual que muchos cristianos hoy, ellos tenían sus propios conceptos. Sin embargo, el Señor Jesús les dijo inmediatamente que el reino de Dios no vendría de modo que pudiera observarse; es decir, que si ellos deseaban ver el reino, no podrían observarlo. ¿Qué quiere decir que el reino no viene de modo que pueda observarse? Quiere decir que el reino es invisible. El reino no puede ser observado mediante el ejercicio de nuestra capacidad natural. Por tanto, no recurran a sus pensamientos, su entendimiento, sus conocimientos o su comprensión natural, pues nada de ello les servirá para conocer el reino de Dios.

Cuando el Señor Jesús dijo que el reino no vendría de modo que pueda ser observado, Él no quería decir que el reino no podría hacerse real y concreto. Por ejemplo, si usted no tuviera oídos, jamás podría apreciar mi hablar. En este sentido, jamás podría “observar” mi hablar, ya que carece de la capacidad auditiva necesaria para darle sustantividad y hacerlo real para sí. Tal facultad de hacer real este hablar reside en el órgano auditivo, el oído. Uno deberá tener su órgano auditivo y usarlo; sólo entonces podrá “observar” mi hablar. El Señor les dijo a los fariseos que el reino no vendría de modo que ellos pudieran observarlo por sí mismos, pues tal clase de observación estaba equivocada. Ellos dependían de su propia capacidad mental y se valían demasiado de sus conocimientos. Así pues, por medio de su capacidad natural, ellos eran completamente incapaces de observar el reino de Dios. Para los fariseos, el reino de Dios vino de modo que ellos no pudieran observarlo.

EL REINO ESTABA EN MEDIO DE ELLOS

En Lucas 17:21 la palabra griega que en algunas versiones, como la versión King James, se tradujo “dentro” puede significar también “en medio” o “entre”, y en este versículo es difícil determinar su significado exacto; pero me parece que la palabra del Señor aquí implica ambos aspectos. Puesto que el Señor Jesús estaba presente en medio de ellos, el reino de Dios se encontraba entre ellos. No digan: “Aquí está el reino” o “helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”. ¿Qué es esto? Esto es el propio Señor Jesús. Allí donde Él está, allí está el reino de Dios. Permítanme preguntarles esto: ¿No creen ustedes que el Señor Jesús podía ser observado todo el tiempo por los fariseos? Algunos incluso dijeron: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Y Sus hermanas, ¿no están todas con nosotros?” (Mt. 13:55-56). Todos ellos sabían esto, pero aun así no podían observar el reino. El Señor Jesús estaba entre ellos como el reino, pero ellos no podían observar a esta Persona porque estaban usando el órgano equivocado. Ellos debían emplear el órgano apropiado: su espíritu. Cuando el Señor Jesús estuvo entre ellos, Él no era solamente un hombre, sino que Él era la corporificación misma de Dios. Ellos debían comprender esto en sus espíritus. Debido a que fracasaron al no hacerlo, aunque el Señor estaba entre ellos, no podía residir o habitar en ellos. Si ellos hubiesen visto a Dios en sus espíritus, Él inmediatamente habría venido al interior de ellos como el reino.

Puesto que el reino es el Señor Jesús, y Él estaba presente entre los fariseos, ¿por qué indagaron sobre “cuándo había de venir el reino de Dios”? Fue debido a que ellos le daban excesiva importancia al conocimiento mental de la letra de la Biblia. Ellos simplemente no sabían cómo ejercitar sus partes internas, es decir, su espíritu humano. Mediante el ejercicio de su hombre exterior y de sus capacidades naturales les era imposible observar que el Señor Jesús era la realidad del reino. Aunque el Señor Jesús, el reino de Dios, estaba presente, ellos no podían observar a esta Persona; si lo hubieran hecho, mediante el ejercicio de su espíritu, esta Persona maravillosa habría venido a su interior inmediatamente. Él no solamente habría estado en medio de ellos, sino también dentro de ellos. Si el Señor Jesús estaba únicamente entre ellos o también dentro de ellos dependía de si ellos mismos ejercitaban su espíritu para observarlo.


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