Terreno genuino de la unidad, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3873-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Podemos pensar que este requisito es ridículo. Sin embargo, el pensamiento de Dios, es más elevado que el nuestro. Al ser restringidos a ir al lugar escogido por Dios, no abusamos de la gracia de Dios y somos subyugados en lo relacionado con nuestros deseos, nuestro temperamento y nuestra manera de ser. Todos tenemos nuestra manera de ser, nuestro temperamento y nuestras características naturales, pero no importa cuáles sean nuestras peculiaridades, todos tenemos que someternos. Si permanecemos en nuestra vida natural y en nuestra manera de ser natural con sus características particulares, será imposible que tengamos la clase de adoración que Dios busca. Todos debemos ser subyugados al acudir al único lugar, al terreno único. Esto significa que todos tenemos que ser subyugados por la iglesia. Si no estamos dispuestos a ser subyugados, pelearemos con los ancianos, con los otros hermanos y hermanas, y hasta con nuestro cónyuge. Es probable que no estemos de acuerdo con otros en los asuntos espirituales, ni en los asuntos de Dios. A nosotros nos gustan las cosas de cierta manera, pero a otra persona le gustan de otra manera. ¡Cuánto debemos ser subyugados al seguir el camino de la iglesia!
En el Estudio-vida de Colosenses señalamos que la paz de Cristo debe ser el árbitro en nuestros corazones. Sin embargo, aparte de la vida de iglesia es difícil experimentar la paz de Cristo como árbitro. Sí, la paz de Cristo es el árbitro en nuestros corazones, pero sólo en el contexto de la vida de iglesia. En sentido real, es la iglesia la que es el árbitro. El camino de la iglesia es el camino donde somos subyugados. Puesto que somos subyugados por el terreno de la iglesia, somos preservados en la unidad. El único lugar escogido por Dios causa que no abusemos de la gracia de Dios, y también nos subyuga. Además, este camino único nos proporciona el verdadero disfrute de Cristo. Cuando tenemos el disfrute genuino de Cristo, somos uno. Somos uno en el disfrute de Cristo, es decir, somos uno al comer del rico fruto de la buena tierra. Sin embargo, como hemos indicado, sólo podemos presentar nuestras ofrendas de estos frutos únicamente en el lugar escogido por Dios. Nosotros, al igual que el salmista, debemos traer nuestras ofrendas a la casa de Dios.
Salmos 66:15 dice: “Te ofreceré holocaustos de animales engordados, con sahumerio de carneros; haré una ofrenda de toros y machos cabríos” [LBLA]. Me gusta mucho la frase “con sahumerio de carneros”, o sea con “incienso de carneros”. La versión en chino habla de la ofrenda fragante de carneros. Cuando nuestra ofrenda se convierte en incienso, un sahumerio, a Dios, significa que de nuestra ofrenda emana una fragancia. Así pues, cuando traemos nuestros holocaustos y los ofrecemos al Señor en la iglesia, hay un incienso que corresponde as nuestras ofrendas. Este incienso es fragante y agradable al Señor.
Es posible presentar ofrendas al Señor fuera de la iglesia, pero esas ofrendas no son fragantes. Sin embargo, cuando le ofrecemos al Señor algo en la iglesia, sentimos que presentamos nuestras ofrendas “con sahumerio de carneros”. ¡Oh, cuán fragantes son las ofrendas que se presentan a Dios en la iglesia! Aunque tal fragancia es especialmente para Dios, nosotros también la percibimos. No podemos experimentar tal sahumerio fuera de la vida de iglesia. Sólo en la iglesia podemos presentar las ofrendas a Dios de una manera apropiada, de una manera que es fragante y agradable a Él.
El salmo 84 es excesivamente rico. Los versículos 1 y 2 dicen: “¡Cuán amables son Tus moradas, Jehová de los ejércitos! ¡Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová! ¡Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo!”. El primer versículo habla no sólo de una morada, sino de muchas. Sin duda, estas moradas son las iglesias locales. Las iglesias locales nos parecen ser tan amables que incluso las añoramos. Según el versículo 2, el salmista anhela estar aun en los atrios del Señor. En su valoración, no solamente el interior de la morada de Dios es encantador; los atrios también son encantadores. La razón por la cual las moradas de Dios son preciosas es que el Dios vivo está allí. La presencia de Dios en las iglesias locales hace que las iglesias sean encantadoras, amables.
El versículo 3 dice: “Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde poner sus polluelos, cerca de Tus altares, Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío”. Sin duda, somos los gorriones y las golondrinas, criaturas que son pequeñas y frágiles. Pero hasta los gorriones han encontrado casa, y las golondrinas un nido para sí, en donde pueden poner sus polluelos. ¡Qué dulces son los sentimientos del salmista por la casa de Dios! Es el lugar donde los pequeños gorriones habitan, el lugar donde las golondrinas construyen su nido para poner sus polluelos. En la casa de Dios, nosotros, los gorriones y las golondrinas, hallamos un hogar en los altares del Señor. En los altares del Señor hallamos nido para nosotros, un lugar donde recibimos nutrimento y cuidado con ternura; un lugar de reposo.
En la antigüedad, tanto en el tabernáculo como en el templo había dos altares: uno estaba en el atrio y el otro en el Lugar Santo. El altar que estaba en el atrio, el altar de bronce, era el lugar donde se presentaban las ofrendas por todas las cosas negativas; ése era el lugar donde el pueblo de Dios era lavado y donde todos sus problemas eran resueltos. El altar que estaba en el Lugar Santo, el altar de oro, era el altar del incienso, que representa al Cristo resucitado como nuestra aceptación para Dios. Por lo tanto, estos altares representan a Cristo en Su crucifixión y en Su resurrección. Es en estos altares donde hallamos nuestro hogar y nuestro reposo en la casa de Dios.
Todos los pequeños, o sea, los gorriones y las golondrinas, que estamos en las iglesias locales, debemos entender y aprehender el significado de la crucifixión y la resurrección de Cristo, y de todo lo que Él ha realizado y conseguido para nosotros. Debemos aprehender cómo es que Cristo en el altar de las ofrendas es Aquel que fue crucificado, mientras que en el altar del incienso Cristo es Aquel que está en resurrección. Si entienden esto, ustedes disfrutarán del beneficio del Cristo crucificado y resucitado. En estos altares hallamos un verdadero lugar de reposo, un nido donde somos alimentados y cuidados con ternura, y donde podemos descansar. ¡Cuán maravilloso es este disfrute que hallamos en la morada de Dios, las iglesias locales!
En el versículo 4 el salmista continúa diciendo: “¡Bienaventurados los que habitan en Tu casa; perpetuamente te alabarán!”. No debemos simplemente visitar la casa de Dios; debemos morar allí todos nuestros días. Según este versículo, aquellos que moran en la casa del Señor son tan bendecidos que alaban al Señor perpetuamente. Siempre que nos reunamos, debemos emplear mucho tiempo en alabanzas. En las reuniones debemos dedicar más tiempo a la alabanza que a la enseñanza. Qué todos aprendamos a alabar al Señor.
En el versículo 5 el salmista añade: “¡Bienaventurado el hombre que tiene en Ti sus fuerzas, en cuyo corazón están Tus caminos!”. Cuando estamos en la iglesia tenemos en Dios nuestras fuerzas y nuestro corazón está lleno de los caminos de Dios. Si hemos de experimentar esto, debemos morar en la casa de Dios.
Salmos 84:6 dice: “Atravesando el valle de lágrimas, lo cambian en fuente cuando la lluvia llena los estanques”. Baca (en algunas traducciones) significa lágrimas. Cuando estamos en la vida de iglesia podemos pasar por el valle de lágrimas; no obstante, podemos hacer que este valle se convierta en una fuente, incluso en un lugar de manantiales. Además, en vez de lágrimas, la lluvia viene a llenar los estanques. Dicha experiencia sólo se tiene en la casa de Dios.
Además, en la vida de iglesia vamos de poder en poder y vemos a Dios (v. 7). En la iglesia comprendemos que “mejor es un día en Tus atrios que mil fuera de ellos”. Los que disfrutan de la vida de iglesia pueden decir: “Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar donde reside la maldad” (v. 10).
El versículo 11 indica que la vida de iglesia es el lugar de la bendición más plena. “Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad”. Aquí en la casa de Dios disfrutamos a Dios como el sol y el escudo. El sol tiene como fin suministrar algo, y el escudo da protección. Aquí en la vida de iglesia el Señor es nuestro suministro y nuestra protección. Además, aquí disfrutamos de Su gracia y de Su gloria. La gracia es el disfrute interno, mientras que la gloria es la expresión externa. En la vida de iglesia disfrutamos la gracia de manera interna y expresamos la gloria de manera externa. ¡Oh, cuán bendita es la vida de iglesia!
El salmo 84 concluye con las palabras: “¡Jehová de los ejércitos, bienaventurado el hombre que en Ti confía!” (v. 12). Podemos confiar en Dios fuera de la iglesia local, pero es bastante difícil. Sin embargo, podemos testificar que es muy fácil confiar en Dios al permanecer en la iglesia. La casa de Dios es el lugar apropiado para que ejercitemos nuestra confianza en el Señor.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.