Arbol de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Todos los sesenta y seis libros de la Biblia son la revelación del Espíritu Santo (Jn. 16:13) y constituyen lo que Dios ha hablado por los hombres movidos por el Espíritu Santo (2 P. 1:21). Toda la Biblia fue inspirada por el Espíritu único y fue escrita con el propósito definido de mostrarnos el deseo del corazón de Dios. Captar la percepción divina de la Biblia en su totalidad no es cosa fácil. Mateo 22 narra que un día los saduceos se le acercaron al Señor para hacerle preguntas acerca de la resurrección. Ellos no creían que había una resurrección. El Señor les dijo que no conocían las Escrituras ni el poder de Dios (v. 29) y les contestó de esta manera: “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: `Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (vs. 31-32).
Puesto que Dios es el Dios de los vivos y se llama el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, entonces Abraham, Isaac y Jacob, ya muertos, resucitarán. Esta es la manera en que el Señor Jesús usó las Escrituras: no sólo por la letra sino por la vida y el poder implícitos en ellas. Del título divino de Dios como Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Señor Jesús vio la verdad, el hecho, de la resurrección. No es muy fácil entender la Biblia de manera tan profunda y viviente. Aparentemente, no hay nada que ver en este título, pero en él se ve la verdad de la resurrección porque Dios no podía ser el Dios de una persona muerta. Si Dios es el Dios de Abraham, quien ha muerto, eso quiere decir que Abraham será resucitado porque Dios no es el Dios de los muertos sino de los vivos.
Es necesario que el Señor nos lleve a entender las Escrituras de manera profunda y viva para que veamos lo que está en Su corazón. Después de crear al hombre Dios se le presentó como el árbol de la vida para que el hombre comiera. Dios sólo deseaba que el hombre se alimentara de El, que participara de El, el árbol de la vida. Quería que el hombre le tomara como vida, que aprendiera a vivir, existir, por el árbol de la vida. Una persona no puede existir sin comer. Tal vez tenga vida, pero esa vida no durará sin el comer. La intención de Dios, al presentársele al hombre como árbol de la vida, consistía en que el hombre aprendiera a vivir dependiendo de Dios, tomándole como provisión diaria y como su provisión total. Nosotros, por lo general, comemos tres comidas al día para sustentarnos. Vivimos, existimos, por el comer. Dios no le mandó al hombre que hiciera otra cosa que comer. El hombre tiene que ocuparse del comer. Si come de manera correcta, estará bien. Si come mal, no estará bien. Si uno come algo vital, tendrá vida. Si come algo muerto, tendrá muerte. La vida cristiana no tiene que ver simplemente con el hacer o el obrar, sino con participar de Dios, el árbol de la vida. Este punto lo hizo claramente el Señor Jesús en Juan 6 donde dijo que El era el pan de vida (v. 35) y que el que lo comía viviría por causa de El (v. 57).
El árbol de la vida fue lo primero que Dios presentó al hombre, pero después de que el hombre cayó Dios hizo del sacrificio ofrecido por Adán y su esposa túnicas de pieles y con ellas les vistió (Gn. 3:21). Ser justificado significa ser cubierto con la justicia de Dios, la cual es Cristo mismo. Probablemente Dios mató corderos en la presencia de Adán y Eva para poder hacer túnicas de las pieles de los corderos. Pudieron vestirse de las túnicas por causa de que había sido derramada la sangre del sacrificio, pues el cordero del sacrificio fue hecho el sustituto por el hombre pecaminoso. Antes de la caída en Génesis 2, Dios presentó al hombre el árbol de la vida. Después de la caída en Génesis 3, Dios le da al hombre el cordero, el sacrifico. El árbol de la vida en Génesis 2 se convirtió en un cordero en Génesis 3. El árbol de la vida es Cristo, y el cordero también es Cristo. Estos dos son uno solo. Debido a la caída, el árbol de la vida tuvo que convertirse en un cordero.
En Juan 6 el Señor Jesús nos dice que El es el pan de vida. El pan de vida equivale al árbol de la vida. Los dos vienen de la vida botánica, la vida vegetal. Pero en el mismo capítulo donde el Señor habla de comerle como pan de vida, también dice: “Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida” (v. 55). En sentido material no esposible que el pan tenga sangre. Pero conforme a la realidad espiritual, el pan de vida incluye la sangre. Esto se debe a que nunca podríamos comer el pan de vida, si éste no tuviera sangre. El árbol de la vida nos fue cerrado por la caída, pero el Cordero con Su sangre redentora nos lo ha abierto.
Después de la caída, el Cordero es lo primero que disfrutamos de Dios tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Todos los otros aspectos del disfrute que tenemos del Señor Jesús provienen del primero. Aun en la eternidad en la Nueva Jerusalén, Cristo seguirá siendo el eterno Cordero de Dios (Ap. 21:22; 22:1). En Apocalipsis el Cordero es la lámpara, y dentro de la lámpara está Dios como luz (21:23). Todo lo que es Dios como nuestra porción para nuestro disfrute está contenido en el Cordero, quien es la lámpara. Debemos disfrutarle primero como el Cordero de Dios. Después de que el árbol de la vida fue presentado al hombre, desde Génesis 3 hasta Exodo 12 tenemos el Cordero de Dios, a quien Su pueblo escogido ha de disfrutar.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.