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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 254-264)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7270-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 257 de 9 Sección 5 de 9

LA SITUACIÓN ACTUAL

Ahora debemos aplicar este asunto de la unidad única a la situación actual. Hoy en día la unidad única no existe entre los cristianos. Los cristianos, si no se caen bien entre sí, simplemente se sienten libres de empezar otra reunión, diciendo que están adorando a Dios y que Dios está con ellos. No hay ningún vínculo que los mantenga unidos. En vez de ello, todos hacen lo que bien les parece y escogen a su conveniencia. ¡Oh, cuántos grupos hay para escoger en el cristianismo de hoy! Pareciera que todos los cristianos tienen la libertad de establecer una iglesia conforme a sus gustos. Por ejemplo, algunos cristianos valoran mucho la práctica del lavamiento de los pies. Si usted no está de acuerdo con esta práctica, no lo recibirán. Por lo tanto, los que están a favor del lavamiento de los pies establecen la iglesia del lavamiento de los pies. Lo mismo podemos decir acerca de la práctica de cubrirse la cabeza o acerca del tipo de vino o jugo que debe usarse en la mesa del Señor. Algunos insisten en que debe usarse jugo de uva, y otros dicen que debe usarse vino. Otros incluso tienen diferentes opiniones acerca del pan o del tamaño de la copa. Por esta razón, hay un gran número de supuestas iglesias según los diferentes gustos.

Hoy en la cristiandad hay demasiada libertad. Si una persona no está de acuerdo con las demás, se siente en libertad de establecer una iglesia conforme a sus gustos. Pareciera que cualquier predicación o enseñanza de un hombre pudiera atraer al menos un pequeño grupo de seguidores, aunque el grupo sólo esté compuesto por los miembros de su propia familia. ¡Qué situación tan lamentable! En las palabras de Moisés, esto es hacer lo que a nosotros nos parece bien. Cuando los hijos de Israel estaban por entrar en la buena tierra, Moisés les mandó que no hicieran más esto. En lugar de esto, ellos tenían que hacer lo que al Señor le parecía bien. Para los israelitas, el lugar de adoración era único y singular. Este lugar no dependía de la elección y gustos humanos, sino que dependía totalmente de la elección de Dios. Debido a que era Dios quien había hecho la elección, los hijos de Israel pudieron ser uno.

REGRESAR AL TERRENO APROPIADO

Como sabemos, hubo un momento en el que los hijos de Israel fueron esparcidos, unos a Siria, otros a Egipto y la mayoría a Babilonia. El tiempo de la gloriosa unidad había llegado a su fin. No debemos pensar que mientras estuvieron en Siria, Egipto y Babilonia no adoraron a Dios. Ciertamente lo adoraron. Sin embargo, no edificaron el templo en ninguno de esos lugares, porque sabían que el templo únicamente podía ser edificado en un solo lugar, en el monte de Sión que estaba en Jerusalén. Si hubieran edificado un templo en Babilonia, aun cuando éste fuera exactamente igual al templo que estaba en Jerusalén, eso no habría sido lo correcto, porque estaría en el lugar equivocado. Los judíos no se atrevían a hacer semejante cosa. Incluso hoy en día, ellos están esperando que el solar correcto sea recobrado, el cual actualmente se halla ocupado por una mezquita musulmana.

Después que los israelitas habían estado setenta años en cautiverio, el Señor les mandó que regresaran a la buena tierra. Mientras estaban en Babilonia, ellos sin duda eran los hijos de Israel y podían adorar a Dios; sin embargo, no tenían el templo. Debido a que no tenían el templo, no tenían el pleno disfrute. Así que varios de ellos prestaron atención a la palabra de Dios y regresaron a Jerusalén. Supongamos que un grupo de entre los israelitas que emprendieron el viaje de Babilonia a Jerusalén se hubiera detenido a mitad de camino. Puesto que no estarían ni en Babilonia ni en Jerusalén, vendrían a ser otra división. Supongamos que otro grupo saliera de Babilonia y llegara muy cerca de Jerusalén y se establecieran en las afueras de la ciudad. A pesar de estar muy cerca de Jerusalén, ellos también serían otra división. Debido a que no estaban propiamente en Jerusalén, ellos seguirían siendo una división, por muy cerca que estuvieran de Jerusalén.

Aplicando esto a la situación actual, quisiera preguntarles dónde están ustedes. ¿Están en Egipto o en Siria o en Babilonia? ¿Se han detenido a mitad del camino en su viaje de regreso a Jerusalén o justo en las afueras de Jerusalén? Nosotros podemos declarar confiadamente que estamos en Jerusalén. Los que estamos en Jerusalén, los que estamos en el recobro del Señor, no estamos en división. Los que no han regresado a Jerusalén son una división. El pueblo de Dios necesita regresar a Jerusalén. Hoy en día ya no estamos en división; somos el recobro. El recobro del Señor no es una división. Es por ello que tenemos el derecho, la posición, el denuedo y la confianza para decir que estamos en el recobro. Hoy en día se libra una batalla en cuanto a la iglesia. Los que están en las denominaciones dicen: “¿Por qué dicen ustedes que son la iglesia y el recobro?”. Nosotros respondemos: “Sí, efectivamente somos la iglesia y somos el recobro. ¿Qué son ustedes?”. Ellos entonces tendrán que decir que son presbiterianos o metodistas, pero no la iglesia.


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