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Pleno conocimiento de la Palabra de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4719-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 17 Sección 4 de 4

CONOCER LA ESENCIA DE LA PALABRA DE DIOS

Ahora veamos cuál es la esencia de la Palabra de Dios de una manera muy sencilla. Si queremos conocer la Palabra de Dios, debemos conocer la esencia de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es la Biblia, y su esencia es:

El aliento divino

La Palabra de Dios es la exhalación de Dios (2 Ti. 3:16). La Biblia es la exhalación de Dios; es decir, es el aliento que Dios exhala. La Biblia es el aliento de Dios. Desde la perspectiva de Dios, se trata de Su exhalación; pero desde nuestra perspectiva se trata de nuestra inhalación. Por medio de la exhalación de Dios y de nuestra inhalación, Dios entra en nosotros y llega a ser nuestra vida y nuestro suministro de vida. Por lo tanto, cuando leemos la Biblia, debemos entender que la Biblia no es simplemente letras negras sobre papel blanco, sino que es la exhalación de Dios. Ella está llena del aliento espiritual. Por consiguiente, no sólo debemos entender la Biblia con nuestra mente, sino también contactar la palabra de la Biblia con nuestro espíritu. Cada vez que leemos la Biblia, nos estamos acercando a Dios para contactarle.

La leche espiritual

La Biblia es la leche espiritual. En 1 Pedro 2:2 Pedro dijo que debemos desear, como niños recién nacidos, la leche de la Palabra, dada sin engaño. En la Palabra de Dios se encuentra el elemento de la leche. Esto también se nos da a entender en Hebreos 5:12, que dice: “[Vosotros] habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”. Puesto que la Palabra de Dios es nuestro aliento espiritual, debemos inhalarla. Asimismo, puesto que la Palabra de Dios es nuestra leche, debemos beberla. Debemos desear la leche de la Palabra dada sin engaño.

El pan de vida

La Palabra de Dios es nuestro pan de vida, nuestro alimento de vida. Esto se nos da a entender en Mateo 4:4, que contiene las palabras que el Señor mismo habló y una cita de Deuteronomio 8:3: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Por consiguiente, siempre que leamos la Biblia, debemos inhalar el aire espiritual, es decir, el Espíritu de Dios. También debemos beber la leche espiritual y comer el pan de vida, el cual es el Señor mismo.

Espíritu y vida

La Palabra de Dios es espíritu y vida. En Juan 6:63 el Señor Jesús dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.

Cristo, Dios mismo

La Palabra es Dios. La consumación de la Palabra es Cristo mismo, porque Cristo es el Verbo de Dios. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo [...] y el Verbo era Dios”. Este Verbo se hizo carne y Su nombre es Jesucristo. En última instancia, la palabra en la Biblia es Dios mismo; es la corporificación de Dios mismo. Eso no significa que nosotros pensamos que las palabras escritas con tinta negra sobre papel blanco son el Dios vivo. Lo que queremos decir es que las palabras negras sobre papel blanco contienen a Dios mismo. Este Dios es Cristo; Él es nuestro pan de vida. Este Cristo también es el Espíritu, quien llega a ser nuestra leche espiritual y nuestro aliento espiritual.

Por lo tanto, cuando nos propongamos leer la Biblia y entenderla, debemos tener la actitud de que la Biblia es diferente de todos los textos escolares. Dichos textos son simplemente letras negras sobre papel blanco, son simplemente conocimiento. En cambio, la esencia de la Palabra de Dios es la exhalación de Dios, el aliento espiritual de Dios. La Palabra de Dios también es la leche espiritual y el pan de vida. Es espíritu y vida, e incluso es Dios mismo. Por lo tanto, necesitamos entender qué es la Palabra de Dios y también participar de Su esencia.

Nosotros, los seres humanos, fuimos creados; tenemos un cuerpo, un alma con pensamientos, sentimientos, deseos e intenciones, y un espíritu. Dios no puede simplemente ser el Espíritu y entrar en nuestro espíritu; esto es demasiado intangible e imposible de entender para nosotros. Por lo tanto, Dios ha obrado de una manera maravillosa. Él nos ha dado la Biblia y el Espíritu Santo. La Biblia contiene al Espíritu Santo y el Espíritu Santo lleva la Biblia en Su interior. Ellos están recíprocamente el uno en el otro y, por tanto, son inseparables.

Cuando leemos la Biblia, tocamos al Espíritu. Cuando tocamos al Espíritu, la Biblia está allí como nuestro apoyo práctico. No sólo inhalamos el aliento espiritual, bebemos la leche espiritual, comemos el alimento espiritual y recibimos Espíritu y vida, sino que también tenemos la Palabra clara, la cual nos sirve de apoyo, satisface nuestro intelecto y nuestros pensamientos. En esto podemos ver la maravillosa obra de Dios. No sólo tenemos al Espíritu Santo, sino también la Biblia. No podemos separar a estos dos. Si leemos la Palabra del Señor diariamente, ésta entrará en nosotros. Entonces la conoceremos y entenderemos.


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