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Predicar el evangelio en el principio de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3771-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 17 Sección 2 de 7

NUESTRA PREDICACIÓN
REQUIERE PACIENCIA Y PERSEVERANCIA

No podemos conducir a nadie al Señor simplemente teniendo buena suerte. Más bien, la obra de predicar el evangelio a fin de conducir a las personas al Señor es algo que requiere mucha paciencia de nuestra parte. Debemos aprender a Cristo como nuestra paciencia para pelear continuamente la batalla de predicar el evangelio. La verdadera predicación es una batalla. No debemos pensar que podemos llevar el evangelio a las personas tan fácilmente. El apóstol Pablo usó la frase combatiendo unánimes (v. 27), lo cual indica que necesitamos paciencia y perseverancia. George Müller oró para que cierta persona fuese salva, pero dicha persona no fue salva durante la vida de Müller; fue sólo hasta después de su muerte que fue salva. No es una tarea fácil ni rápida el conducir a ciertas personas al Señor; esto es algo que requiere una verdadera lucha. Todos tenemos que aprender esta lección. Con respecto a la predicación del evangelio no podemos hacer una labor rápida. Predicar el evangelio es obtener una cosecha, y no podemos obtener una cosecha rápidamente. Por lo tanto, tenemos que aprender a ser pacientes.

Yo fui salvo de esta manera. Un hermano en el Señor laboró por mucho tiempo para ganarme. Durante cierto tiempo parecía que no había ningún resultado. Yo estaba muy endurecido de corazón, y había decidido no prestar atención a lo que ese hermano me dijera. Creo que él se sentía más o menos desanimado, y hubo un momento en que dejó de visitarme. Sin embargo, un día, después de que había dejado de venir, —aunque no sé por qué razón lo hice— decidí asistir a una reunión cristiana. Ése fue el resultado de la obra que ese hermano estuvo haciendo por mucho tiempo. Así que, todos tenemos que tener paciencia en esta labor. Puesto que somos miembros de una iglesia local, todos debemos llevar una vida en la que predicamos el evangelio. Al predicar el evangelio no debemos esperar hacer las cosas de una manera rápida; más bien, tenemos que laborar. Si todos laboráramos por cierto periodo de tiempo, quizás durante dos o tres años, las puertas se nos abrirían de par en par.

Esto es semejante a un negocio en el que tenemos que ganarnos la confianza de la gente. Yo vi esto y cómo aconteció. En el norte de China, en mi ciudad natal, pasé más de ocho años tratando de ganarme la confianza de las personas para el evangelio. En los primeros ocho años, de 1932 a 1940, nunca llegamos a bautizar a más de cuarenta personas a la vez. Durante esos ocho años hubo una verdadera lucha, pero por la misericordia del Señor, los hermanos hicieron todo lo posible por continuar predicando incesantemente. Entonces, en 1940 los resultados explotaron. A partir de entonces, siempre bautizábamos a cien o doscientas personas a la vez. Encontramos puertas abiertas en todo lugar, en los hogares, en las fábricas, en los hospitales y en las escuelas, y el evangelio fue muy prevaleciente. En Taiwán estuvimos predicando el evangelio de esta manera por lo menos durante dos años. Para entonces habíamos aprendido un poco más, y también, un grupo de personas adiestradas vinieron de la China continental para llevar a cabo esta labor. Ésta es la razón por la cual la obra que se empezó allí avanzó tan rápidamente. Finalmente, las puertas nos fueron abiertas.

Ahora apenas estamos comenzando en este país. Por un lado, necesitamos más tiempo para ser adiestrados y, por otro, necesitamos tiempo para ganarnos la confianza de la gente. No podemos sembrar una semilla esta noche y esperar obtener una cosecha al día siguiente. Es así como crecen los hongos. Los hongos no son una especie de vida apropiada; hasta son perjudiciales para la vida genuina. Un árbol lleva fruto a su tiempo; así que tenemos que aprender a ser pacientes y a perseverar. Es posible que los vecinos, familiares, colegas y compañeros de estudio a quienes hemos procurado ganar para el Señor no sean salvos este año. Puede ser que algunos de ellos sean salvos este mes, mientras que otros no lo sean sino hasta después de cinco años. No sabemos cuándo serán salvos; eso sólo el Señor lo sabe. No puedo explicarles por qué sucede así, pero es un hecho. Algunos son salvos muy rápidamente, mientras que otros tardan más tiempo. No debemos preocuparnos por eso, sino que simplemente debemos ir y creer que gradualmente traeremos algún fruto a la iglesia. Por esta razón, necesitamos paciencia.


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