Información del libro

Estudio-vida de Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo y Malaquíaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6252-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 17 Sección 4 de 4

EJEMPLOS DEL CARÁCTER DE LOS APÓSTOLES

En los escritos del apóstol Pablo, sus epístolas que hablan del Señor Jesús, también podemos ver al escritor mismo. Aunque todas las epístolas de Pablo tratan de Cristo, éstas también nos permiten ver a Pablo. Además, no pienso que las epístolas de Pedro necesitan ser designadas, pues con tan sólo leerlas inmediatamente se puede reconocer quien es el escritor. Lo mismo sucede con los escritos de Pablo. Podemos ver a los apóstoles a través de las epístolas que escribieron, debido a que ellos portaron a Cristo, y Cristo fue quien vivió a través de ellos. Moisés vio la visión del fuego ardiendo en la zarza, y éste fue el principio conforme al cual todas las epístolas de los apóstoles fueron escritas. Por un lado, Cristo usó a Pablo como aquel que lo sostenía poniéndose a Sí mismo en Pablo. Por otro lado, Pablo expresó a Cristo en su vivir. Debido a estos dos puntos, cada vez que los apóstoles hablaban acerca de Cristo, no podían evitar que ellos mismos fuesen vistos.

Existen dos líneas en la Biblia. Una línea tiene que ver con sostener a Cristo y la otra con expresar a Cristo en nuestro vivir. Expresar a Cristo en nuestro vivir es un asunto de vida, mientras que sostener a Cristo es un asunto de carácter. Con cada apóstol existen tanto el carácter como la vida. Con respecto al carácter, Pablo fue usado por Cristo; él portó a Cristo y fue uno que sostenía a Cristo. En cuanto a la vida, Pablo tomó a Cristo como su vida; vivió en Cristo y Cristo vivió en él. Por eso, cuando leemos las epístolas de Pablo, no es difícil reconocer que algunos asuntos en ellas están relacionados al carácter y otros a la vida. Por ejemplo, Pablo dijo: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Co. 4:21); también dijo: “¿Quién está débil, y yo no estoy débil? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no ardo?” (2 Co. 11:29); y: “Pero cuando Cefas vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar” (Gá. 2:11). Estas palabras reflejan cierto carácter. Por otro lado, Pablo dijo: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Co. 4:10), y también: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu” (2 Co. 3:18). Estas palabras se refieren a la vida. En ciertas partes de las epístolas de Pablo encontramos su carácter como siervo de Dios: fuerte, responsable, serio, intolerante a los errores, honesto, dispuesto a reprender a otros cara a cara. En otros lugares vemos la vida misma que él llevó. No podemos tener sólo la vida sin un carácter apropiado; tampoco podemos tener un buen carácter sin la vida.

Un día en Manila, mientras iba en el carro con unos hermanos hacia el campo, vimos una catedral católica elegante, ubicada en una pequeña colina. Los hermanos me llevaron a visitar el lugar. Cuando entré, vi varias monjas vestidas de blanco arrodilladas. No se movían en nada y parecían irreales, hasta que las miré cuidadosamente. Eran tan expertas en lo que practicaban que no se movían ni un poquito. Las observamos por largo rato hasta que una de ellas se levantó. Nos quedamos atónitos mientras observábamos la manera en que caminaba. Lo hacía con una serenidad y compostura que sería imposible de imitar. Mientras se disponía a tomar la Biblia, su paso, su postura y movimientos merecían nuestro más profundo respeto y admiración. ¡Qué conducta tan maravillosa! Si no hubiese conocido al Señor, ese día hubiera decidido hacerme católico. Creo que si algunos incrédulos vieran a esas monjas y a nosotros, ellos llegarían a la conclusión de que los cristianos no son tan respetables como los católicos. Sin embargo, los que conocen a Cristo se darán cuenta que tal conducta no era vida, sino, en el mejor de los casos, un carácter que ha sido desarrollado. Un buen carácter carente de vida no tiene valor; pero la vida sin un carácter apropiado es igualmente inútil. No importa cuánto sepamos acerca de Cristo, no podremos ministrar Cristo si no tenemos un carácter apropiado.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top