Carácterpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3754-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Consideremos ahora el carácter de aquellos que sirvieron al Señor tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos. De hecho, sería muy beneficioso que estudien el carácter de personas desde Abraham en el Antiguo Testamento hasta Juan en el Nuevo Testamento. Aquí solamente podemos escoger algunos de ellos para nuestra discusión.
Según vemos en el Antiguo Testamento, el carácter de Moisés fue casi perfecto. Primero, recibió de sus padres el conocimiento de Dios cuando era joven. Éste fue un factor que contribuyó al desarrollo de su carácter. Segundo, Dios preparó un ambiente al llevarlo al palacio egipcio para conocer la cultura de esa era. Esto también fue un factor en el cultivo de su carácter. Tercero, Dios lo envió al desierto por cuarenta años para entrenar su carácter. Anteriormente era un príncipe en el palacio egipcio, ahora pastoreaba un rebaño, aprendiendo paciencia y humildad, y adquiriendo espontáneamente un carácter humilde. Por cuarenta años cuidó de sus ovejas en el frío que congelaba y en el calor que quemaba. Las pruebas severas y el sufrimiento que experimentó fueron para desarrollar su carácter, para lograr que fuera humilde, adaptable, perseverante, paciente y sensible.
Además, un pastor debe tener cierto sentido de responsabilidad y un corazón para cuidar; tiene que ser fino y cabal. Un pastor tiene que guiar a su rebaño conforme a las necesidades que tiene el rebaño de beber, apacentar, descansar y moverse. Luego, debido a sus cuarenta años de entrenamiento en el desierto, Moisés pudo guiar a los israelitas por cuarenta años. Él aprendió sus lecciones por cuarenta años, así que pudo guiar por cuarenta años. Esto nos muestra hasta qué punto Dios podía usarlo, dependía de cuánto su carácter se había desarrollado ante el Señor. No hay duda de que el Dios que llenó a Moisés era ilimitado; sin embargo, la habilidad de Moisés de testificar y ministrar al Dios que lo llenó, estaba basada en el carácter que desarrolló durante sus años de pastoreo.
Es claro que más adelante, cuando Moisés llegó a ser el siervo más grande de Dios, su carácter fue muy fuerte y capaz, así como fino, cabal y compasivo. La ley de Moisés es muy alta y está llena de detalles. Cuando habló de las ofrendas, hasta dio instrucciones de cómo manejar el estiércol. Discutió plenamente cómo tratar con los problemas que puede enfrentar una mujer antes de estar comprometida, después de estar comprometida pero antes de casarse, y después de estar casada. Cuando vuelva a leer el Pentateuco de Moisés, note que su carácter era fuerte y transparente; al mismo tiempo también era fino, cabal y adaptable. Ésta es la razón por la que el fuego de Jehová podía arder y manifestarse en él.
En Deuteronomio él relató eventos desde el tiempo en que los israelitas recibieron la ley hasta los últimos días de su vida. ¡Cuán minuciosa era su memoria! Su compasión hacia los israelitas muchas veces era más profunda que la de una madre. Con tal carácter, no es de extrañar que el fuego de Dios pudiera arder en él. ¿Pertenecía todo esto a la vida espiritual de Moisés? Aquellos que no conocen a Dios pueden decir que sí; pero en verdad fue un asunto relacionado a su carácter. Debido a que Dios se manifestaba a través de él, Dios tenía que ser la vida, pero Moisés necesitaba un carácter que pudiera sostener la manifestación de Dios.
Menciono esto repetidamente debido a que a lo largo de los siglos los que sirven al Señor han descuidado el asunto del carácter. Levantarse temprano en la mañana no es un aspecto de la vida espiritual; tampoco lo es recordar aquello que las personas le han encargado. Éstos son asuntos del carácter. La vida espiritual es el Cristo que ha sido constituido en usted, el Cristo que ha visto, el Cristo que ha conocido, el Cristo con el cual está lleno. El punto que queremos ver aquí es éste: si ha visto a Cristo y está ministrando Cristo a otros, ¿qué tipo de carácter debe tener para poder ser útil?
Ahora llegamos a Pablo en el Nuevo Testamento. ¿No creen que al leer las catorce epístolas de Pablo tocan un carácter especial? ¿No perciben en ellas a un hombre que es tierno, que ayuda, que se adapta y que es franco? Él estaba lleno de Cristo, y el fuego de Cristo ardía dentro de él y sobre él. Sin embargo, lo que las personas percibían era un carácter diligente, una mente que trabajaba, una persona lista para hablar con franqueza, uno que cuidaba de otros y que estaba dispuesto a adaptarse a otros. Estos puntos del carácter constituyen la persona de Pablo. A veces podía ser extremadamente severo. Una vez preguntó: “¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Co. 4:21). En otros momentos estaba lleno de gentileza. También preguntó: “¿Quién está débil, y yo no estoy débil? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no ardo?” (2 Co. 11:29). ¡Qué persona tan responsable y concienzuda era él!
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