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Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4182-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 21 Sección 2 de 5

CULTIVAR EL ESTAR CONSCIENTES DEL CUERPO

Debemos cultivar el estar conscientes del Cuerpo, al tener más comunión con el Señor. Nuestra sensibilidad interna espontáneamente se desarrollará a medida que tengamos más comunión con el Señor. Además, si añadimos obediencia a esta comunión, nuestro sentir interno se hará cada vez más agudo y más rico. Así que, cuando surja en nosotros algún sentir, debemos obedecerlo lo más que podamos. Si el sentir interno nos indica que debemos detenernos, debemos detenernos; si nos indica que prosigamos, debemos proseguir. De este modo, nuestro sentir interno se hará muy agudo y se enriquecerá. Nuestro sentir interno se desarrolla mediante nuestra comunión con el Señor y mediante nuestra obediencia a Él. Por consiguiente, en todo momento debemos ejercitar este sentir. Eso significa que siempre debemos usar este sentir al discernir los asuntos espirituales.

Por ejemplo, cuando la iglesia se dispone predicar el evangelio, además de laborar junto con los demás hermanos y hermanas, debemos dar un paso adicional, que es, corroborar nuestra predicación del evangelio con nuestro sentir espiritual interno. En comunión con el Señor, debemos preguntar cuánto espacio tiene Él en nosotros y cuánto del elemento espiritual está presente en nuestra predicación del evangelio. Debemos tocar la predicación del evangelio con el sentir que tenemos en nuestro espíritu. Asimismo, cuando nos encontramos con un hermano, no debemos simplemente contactarlo de modo superficial, sino discernirlo con nuestro espíritu; es decir, debemos observar si él nos está hablando según su hombre natural, según su mente, o si nos habla conforme a su espíritu. Debemos ejercitar el sentir propio de nuestro espíritu para percibir si esa persona es humilde y pura delante de Dios y si la autoridad de Dios está en ella. Debemos discernir estas cosas con nuestro espíritu. Estos asuntos están relacionados con el ejercicio de nuestro sentir espiritual interior.

Lamentablemente, muchos hermanos y hermanas nunca han sido entrenados a usar su sentir espiritual interno. Por ejemplo, yo puedo ser una persona muy interesada en la construcción de casas. Aunque nunca he estudiado ingeniería civil ni he adquirido un contrato para un proyecto, me interesa todo lo relacionado con la construcción de casas. Por esta razón, siempre me muestro interesado en saber cómo un edificio fue construido, y me fijo especialmente en las puertas, las ventanas, las esquinas y las vigas. También pregunto si el edificio fue construido usando concreto y acero o madera y ladrillo. Pese a que nunca recibí educación formal en este campo, mi observación es muy precisa debido a que por mucho tiempo he estado entrenando mis ojos a ver estas cosas. De igual manera, el sentir espiritual interno depende del entrenamiento que recibamos.

Otro ejemplo es el de una persona entrenada, quien puede dar las dimensiones precisas de un edificio con sólo mirarlo. Él podría decir que el edificio tiene cien pies de largo y cincuenta de ancho. En cambio, una hermana que no ha sido adiestrada en esto podría decir respecto al mismo edificio que mide doscientos pies de largo y sesenta de ancho. A veces hablamos de esta manera, es decir, sobreestimamos las cosas o las subestimamos porque no hemos recibido suficiente entrenamiento.

Ejercitar nuestro sentir espiritual interno es como ejercitar nuestra perspicacia. Algunas personas tienen una vista muy aguda; si pusiéramos oro en sus manos de inmediato podrían decirnos cuánto de ello es oro puro. Esto se debe a que han sido entrenadas. Algunos hombres de negocios son excelentes en esto. Supongamos que pusiéramos en sus manos tres artículos del mismo producto: uno hecho en Hong Kong, otro en los Estados Unidos y otro en Japón, el cual es una imitación del artículo hecho en los Estados Unidos. Para nosotros, todos se ven iguales. Sin embargo, los que han sido adiestrados, ni siquiera tienen necesidad de verlos; pues simplemente con tocar los artículos, podrán decirnos cuál fue hecho en Japón, cuál fue hecho en Hong Kong y cuál fue hecho en los Estados Unidos. Nosotros no somos capaces de ver la diferencia, pero ellos sí pueden verla claramente porque han sido entrenados.

Hay un hermano que tiene un yerno que está en la marina. Una vez él y su yerno se fueron a la orilla del mar para divisar cualquier cosa que apareciera en el horizonte. Aunque el hermano no podía ver nada, su yerno le dijo que se acercaba un barco naval. Puesto que su yerno había sido entrenado en la marina, su sentir de la vista era muy agudo, y era capaz de ver lo que el común de la gente no puede ver. Después de un rato, apareció el barco naval. Esto es un ejercicio. De igual manera, el sentir espiritual requiere que lo ejercitemos. Algunos hermanos y hermanas nunca han ejercitado su sentir espiritual interno, nunca les ha interesado hacerlo y jamás lo han cultivado. Por esta razón, siempre andan confundidos en cuanto a la obra del Señor, en cuanto a otros e incluso en cuanto a ellos mismos. A ellos no les importa si deben decir algo o no, ni tampoco si en su interior sienten paz; simplemente hablan como les place. Tales personas no son toscas y no les interesa su sentir interno. Aquellos que ignoran su sentir espiritual interno no han sido entrenados ni han sido abiertos; más aún, ellos no tienen un corazón que se interese por Dios. Una persona que ama a Dios y se preocupa por las cosas de Dios tiene un corazón para con Dios y se conduce cuidadosamente, siempre está consciente de las cosas que están en la casa de Dios, como también de la situación en que se encuentran los hermanos y hermanas.


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