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Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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CAPÍTULO DOS

LA VIDA ES DIOS MISMO
DISFRUTADO POR EL HOMBRE

Lectura bíblica: Sal. 36:7-9; Jn. 1:4; 8:12; 10:10; 6:63; Ro. 8:2

Ya vimos que la meta de Dios en la creación y en la redención es la vida. Dios creó al hombre a fin de que éste obtuviese la vida. Además, la historia de todo el universo está relacionada con la vida que se halla en los seres vivientes, siendo la vida de Dios la vida más elevada. La fuente de cada vida que existe en el universo es Dios. Por lo tanto, la historia del universo se deriva de la vida de Dios. Si queremos conocer y entender la salvación que Dios nos otorga, debemos ver que la única meta de Dios es la vida; la vida es el único propósito de Dios, y todo lo que sucede en el universo se debe a la vida y se origina en la vida.

UNA PALABRA DE INTRODUCCIÓN

Ahora necesitamos ver dos puntos cruciales: ¿a qué se refiere la vida de la que hablamos, y cómo contactamos y tocamos esta vida? La Biblia muestra que la fuente de la vida es Dios; Dios es el origen de la vida. Salmos 36:9 dice: “Porque contigo está la fuente de la vida”. En otras palabras, la vida está en Dios. En los versículos del 7 al 9, hay ciertos puntos que están relacionados y que debemos considerar. El versículo 7 habla de la benevolencia amorosa de Dios y dice que Su preciosa benevolencia amorosa permite que los hijos de los hombres se refugien a la sombra de Sus alas. El versículo 8 habla de la grosura de la casa de Dios y del río de Sus delicias que se dan para que el hombre disfrute de ellos. El versículo 9 tiene dos puntos especiales: “Porque contigo está la fuente de la vida” y “en Tu luz vemos la luz”. Examinemos estos cuatro puntos: primero, el hombre puede refugiarse en la benevolencia amorosa de Dios; segundo, el hombre disfruta la grosura de Dios y el río de Sus delicias cuando se refugia en la benevolencia amorosa de Dios; tercero, el hombre disfruta la grosura de Dios y el río de Sus delicias en la vida de Dios; y cuarto, el hombre puede tocar la vida de Dios en Su luz.

En el Nuevo Testamento podemos ver más claramente que la vida es el Cristo encarnado (Jn. 1:1, 4, 14). En Juan 14:6 el Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida”. Él mismo dijo que Él es vida. Que Dios sea vida significa que la vida no es simplemente algo que procede de Dios, sino que es Dios mismo. Juan 1:4 dice que la vida y la luz son lo mismo. Juan 8:12 vincula la vida y la luz, y habla de la luz de la vida. En 10:10 el Señor Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. En 6:63 Él dijo: “El Espíritu es el que da vida [...] las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. El versículo 63 comienza diciendo que el Espíritu da vida y finaliza diciendo que las palabras que el Señor nos habló son espíritu y son vida. Cuando Romanos 8:2 habla de “la ley del Espíritu de vida” se refiere a la vida, al Espíritu y a la ley.

LA VIDA ES DIOS MISMO QUE FLUYE
PARA SER DISFRUTADO POR EL HOMBRE

En el salmo 36 la benevolencia amorosa de Dios, la grosura de Su casa y el río de Sus delicias se refieren a las riquezas de Dios; todas las riquezas de Dios se hallan en Su vida. Cuando el hombre toca la vida de Dios, toca las riquezas de Dios. En Su vida podemos disfrutar, probar y tocar el amor, dulzura y riquezas de Dios. Este salmo nos deja ver que en la vida de Dios podemos tocar las riquezas que se hallan en la naturaleza de Dios. La vida es la naturaleza de Dios, la sustancia de Dios. Toda la plenitud de la Deidad habita corporalmente en Cristo (Col. 2:9). Cristo es vida, esto es, la vida divina. Él vino a la tierra para que el hombre pudiera obtener a Dios y obtener Su vida (Jn. 10:10). Esto comprueba que la vida es Dios mismo. Apocalipsis 22:1-2 muestra que el río de agua de vida y el árbol de la vida proceden y crecen de Dios. La vida se origina en Dios porque la vida es Dios. Por consiguiente, cuando Dios fluye y es disfrutado por el hombre, se le llama vida.

El arroz al vapor y el arroz crudo son una buena ilustración. El arroz al vapor proviene del arroz crudo; los dos son esencialmente lo mismo. Si nos sirven granos de arroz crudo, no los podremos disfrutar ni comer, y no saciarán nuestra hambre. Si hemos de comer y disfrutar estos granos de arroz crudo, y así satisfacer nuestra hambre, éstos tienen que ser cocinados al vapor. Cuando Dios está solo allá en el cielo, Él no tiene ninguna relación con nosotros, ni puede ser disfrutado por nosotros. En tal condición únicamente se le puede llamar Dios. Sin embargo, cuando Él se imparte a Sí mismo en nuestro ser para que le comamos y disfrutemos, entonces se le puede llamar vida. La vida procede de Dios, y la vida es Dios. Si entendemos estas palabras, sabremos por qué el Señor dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo” (Jn. 6:51). Él es el pan de vida. Él es el Dios que existía desde el principio, y Él entró en el tiempo para que el hombre pueda obtenerle y disfrutarle aquí en la tierra y para saciar el hambre que éste tiene de hallar satisfacción.


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