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Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1012-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 14 Sección 2 de 5

“LEVANTATE, TOMA TU LECHO, Y ANDA”

Sin embargo, inesperadamente se presentó un hombre; no era un hombre sobresaliente, sino el pequeño y menospreciado Jesús. Nadie le prestaba atención. No había parecer en El, ni hermosura; provenía de Galilea, del pequeño pueblo de Nazaret. Este Jesús se acercó y vio al hombre imposibilitado que estaba postrado allí. ¡Esto es maravilloso! Nosotros no fuimos a Jesús, sino que El vino a nosotros. Y cuando vino a nosotros, no le prestamos atención; sin embargo, El nos vio y tuvo compasión de nosotros. “Cuando Jesús vio a aquel hombre allí postrado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” (v. 6). Ahora, escuchen la respuesta insensata de la religión: “No tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro desciende antes que yo”. Mientras el hombre hablaba insensateces, el Señor Jesús le mandó: “Levántate, toma tu lecho, y anda”. ¿Qué significa esto? Simplemente quiere decir: “Olvida esta insensatez religiosa; Yo no tengo ningún interés por ella”. Así era Jesús. El no sólo le pidió que se levantara, sino además, que tomara su lecho. Aquel lecho había cargado al hombre durante treinta y ocho años; pero ahora Jesús le estaba pidiendo que él lo cargara. ¿Qué haría usted? ¿Seguiría diciendo: “Oh Señor, sigo siendo un incapacitado, y cuando se agita el agua nadie viene a ayudarme?” A menudo nos gusta decir insensateces religiosas. ¿Estaría usted dispuesto a olvidarse de todo ello? El Señor Jesús le dijo: ”Deja de hablar, levántate, toma tu lecho y anda". Si dejamos nuestra religión y tomamos la palabra viviente de Jesús, seremos sanados y recibiremos vida. Aquel día, el hombre enfermo fue sanado; y ese día era sábado.

LOS RELIGIOSOS SE ENFURECIERON

Entonces los judíos vieron lo que le sucedió al hombre lisiado y vinieron a él, diciendo: “¡Qué pasa contigo! ¿Estás cargando tu lecho y caminando en día sábado? ¿Acaso no sabes que eso no es lícito? Es lícito estar allí postrado debido a la enfermedad, pero no es lícito levantarse y andar. Es lícito que usted esté moribundo, pero no es lícito que sea reavivado”. Ciertamente así es el cristianismo de hoy.

Hoy en día muchos nos critican por gritar y alabar al Señor de manera ruidosa. ¿Pero, qué acerca de tantos moribundos que hay en las denominaciones? ¿Por qué no se preocupan por ellos? ¿Por qué no hacen algo para aliviar esa mortandad? Se parecen a los judíos. Prefieren mantener sus reglamentos religiosos que luchar por que una persona sea vivificada.

El hombre que fue sanado les respondió: “El que me sanó, El mismo me dijo: Toma tu lecho y anda" (v. 11). En otras palabras, les dio a entender: “Si hay algo equivocado, no es un error mío, sino Suyo. Aquel que me sanó me mandó levantarme, tomar mi lecho y andar”. Entonces ellos dijeron: “De acuerdo, tú no eres culpable. ¿Pero quién es ese hombre que te dijo eso?” El contestó: “No sé”. Luego Jesús encontró al hombre, y éste dijo a los judíos que El había sido quien lo sanó. ¡Oh! los judíos estaban tan furiosos que decidieron matar a Jesús.

Entonces Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yo también trabajo” (v. 17). En otras palabras, El parecía decirles: “Ustedes guardan el sábado, pero Mi Padre trabaja todo el tiempo, y Yo también trabajo juntamente con El. Yo trabajo porque la obra de Mi Padre aún no ha sido concluida”. Esto los enfureció aún más. En esa ocasión el pequeño Jesús no sólo quebrantó el sábado, sino que se hacía igual a Dios. Por esta razón ellos habían resuelto matarlo.


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