Llevar fruto que permanece, tomo 1por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6314-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Basados en nuestro estudio y observación, hemos sentido que aún nos hace falta preparar un juego de materiales para el perfeccionamiento de las reuniones de hogar. Este juego de materiales será diseñado específicamente para los nuevos creyentes en el primer año de su vida cristiana. No sólo debe ser conciso, sino también práctico. Esperamos poder ayudar a los nuevos creyentes a estudiar Lecciones de vida inmediatamente después que sean bautizados. Creemos que ellos serán perfeccionados de muchas maneras mediante el suministro que se halla en estos materiales, y que se beneficiarán al recibir las diferentes verdades halladas en la Biblia.
Por un lado, una persona que sirve al Señor debe realizar ciertas actividades y obras externas, pero, por otro, nunca debe olvidar que toda obra debe proceder de la vida interna. Sin la vida, toda obra es vana y vacía. Únicamente la vida es el contenido y realidad de nuestra obra. Por lo tanto, debemos laborar para Dios y llevar fruto, y al mismo tiempo ser testigos de la vida del Señor. Aparentemente, ser un testigo no tiene mucho que ver con la vida, pero, de hecho, ser testigo significa dar testimonio de la vida. Por lo tanto, ser testigo no es una obra, sino un testimonio de vida.
Como todos sabemos, los Evangelios hablan de una persona, Jesucristo. Después que esta persona pasó por la muerte y la resurrección, se forjó a Sí misma en los que creyeron en Él. Ese grupo de personas que vemos al final de los Evangelios, aquellos que siguieron al Señor Jesús por tres años y medio, fueron los mismos en quienes el Señor entró después de Su muerte y resurrección. Al final del Evangelio de Juan se nos dice que el Señor Jesús, después de pasar por la muerte y la resurrección, vino y se puso en medio de estos discípulos. Nadie puede entender cómo fue que vino. En aquella ocasión los discípulos estaban en un aposento que tenía las puertas y ventanas cerradas, y a pesar de ello Él entró con un cuerpo resucitado. Él pudo hacer esto únicamente porque era el Espíritu. Sin embargo, no debemos decir que Él era únicamente el Espíritu, porque también vino con un cuerpo resucitado. Él entró en ese aposento cerrado con un cuerpo resucitado, se puso en medio de los discípulos y, soplando en ellos, les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (20:22). Desde ese día en adelante, Él se infundió en ellos por medio de Su soplo. De este modo, Él y los discípulos llegaron a ser uno. Esto es un asunto maravilloso.
El Evangelio de Juan, desde su comienzo, nos dice que el Señor Jesús es Dios, que Él es la Palabra de Dios y que se hizo carne y vivió en la tierra. Después de esto, Él fue a la cruz para ser crucificado y resucitó. En Su resurrección, llegó a ser una persona maravillosa. Podemos decir que esta persona maravillosa es Dios, pero que también es un hombre. Podemos decir que es un hombre, pero con un cuerpo que no es de la vieja creación, sino de la nueva creación y de la resurrección. No podemos explicar claramente cómo Él pudo entrar y salir de un aposento que tenía las puertas y ventanas cerradas. Además, Él pudo mostrar a los discípulos Su cuerpo y al mismo tiempo era un Espíritu. Esto es ciertamente maravilloso. No podemos entender esto con nuestra mente humana. Hay muchos asuntos en el universo que no entendemos ni podemos explicar a otros. Entre estos asuntos el más maravilloso de todos es el Jesús resucitado. No podemos decir que Él no era un ser material, porque tenía un cuerpo que los discípulos podían tocar, y tenía las marcas de los clavos y la herida que dejó la lanza en Su costado. Él era un ser material y podía ser tocado; con todo, podía entrar y salir libremente de un aposento que tenía las puertas cerradas, e incluso con Su soplo se infundió en aquellos que creyeron en Él. Estas cosas son difíciles de entender para cualquiera, pero se hallan escritas en la Biblia.
Estas cosas maravillosas sucedieron al final del Evangelio de Juan. Después de esto, el libro de Hechos comienza. Hechos narra cómo este Cristo que pasó por la muerte y la resurrección y entró en los discípulos, vivió y actuó con los discípulos por un período de cuarenta días. En ocasiones estaba escondido, y en otras ocasiones se manifestó a ellos. Él venía y se iba, se iba y regresaba. En realidad, Él no venía y se iba, sino que se manifestaba y se escondía, y después de esconderse volvía a aparecer. Él era omnipresente. A veces aparecía, y otras veces estaba escondido. Él se apareció en el aposento alto y también se apareció fuera de dicho aposento. Sin embargo, después que las personas veían Su aparición, Él se escondía nuevamente. Esto tenía como fin demostrar que este Cristo que murió y resucitó ya había entrado en Sus discípulos en Su resurrección. Él ya estaba en los discípulos, pero desde el punto de vista de los discípulos, Él a veces se hacía visible y otras veces se hacía invisible; a veces podían sentir Su presencia, pero otras veces no podían sentir nada. Él ciertamente es una persona maravillosa, puesto que es el Espíritu y la realidad.
Hoy en día experimentamos al Señor de la misma manera. Es difícil explicarlo, pero es un hecho que Él está en nosotros. A veces percibimos Su venida, y otras veces sentimos Su partida. A veces sentimos que Él está aquí con nosotros, y otras veces sentimos que no está aquí. Ésta es la historia de lo que ocurre en lo profundo de nuestro ser, y todos hemos tenido esta experiencia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.