Servicio neotestamentario, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7392-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Juan 7 hallamos otro caso donde se encuentra a Cristo. Cristo estaba haciendo cosas maravillosas y la gente decía: “Verdaderamente éste es el Profeta. Otros decían: Éste es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén [...] ha de venir el Cristo?” (vs. 40-42). Sí, las Escrituras dicen eso; las personas tenían toda la razón. No obstante, erraron al blanco por tener razón. Si no conocieran la Biblia tan bien, creo que les habría resultado más fácil captar al Cristo. Estaban frustrados por su conocimiento bíblico. Sí, Él había nacido en Belén, pero creció en Nazaret. El entendimiento natural se confunde con tal situación. Si simplemente tenemos la Biblia en la mano, podemos perder a Cristo. Tenemos que seguir al Cristo viviente.
Entonces Nicodemo, quien había llegado a conocer a Cristo un poco, empezó a discutir con los fariseos, pero ellos dijeron en protesta: “Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta” (v. 52). Ellos tenían razón; ni siquiera el más pequeño profeta había salido de Galilea. ¿Qué diría usted? No debemos decir: “Escudriña y ve”, sino “Ven y ve”. Si escudriñamos y vemos, puede ser que erremos al blanco, que pasemos por alto a Cristo. Cristo estaba allí mismo; sin embargo, ellos dijeron: “Escudriña y ve”. También existe la posibilidad en la situación actual de que los cristianos pasen por alto a Cristo de la misma manera. Quizás prestemos nuestra atención a las Escrituras y digamos: “¿No dice la Escritura?”. No obstante, podemos pasar por alto a Cristo. Tenemos la Biblia y tenemos a Cristo. No debemos ser aquellos que se interesen por la Biblia y no se interesen por Cristo mismo.
¡Oh, es posible tener la razón, pero tenerla erróneamente! Puede ser que tengamos la razón, pero no totalmente; finalmente puede ser que no tengamos la razón, porque hayamos errado al blanco. El Señor opera de una manera “furtiva” para con los que consideran que tienen la razón. Él lo hace a propósito: Él no quiere que sólo tengamos el conocimiento, y que después nos quedemos dormidos. Él quiere que estemos alerta en todo momento no sea que por sólo conocer la Biblia perdamos Su presencia. ¡Oh, es posible perder la presencia del Señor al conocer la Biblia solamente en la letra! Yo prefiero perder mi conocimiento de la Biblia y guardar la presencia del Señor. No debemos pensar que por basarnos en las Escrituras, estamos bien. No importa cuan bíblicos seamos, si perdemos la presencia del Señor, estamos equivocados. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. El conocimiento por sí solo no es de provecho. No fue de provecho para los escribas, los principales sacerdotes ni los fariseos, y no será de provecho para nosotros.
¿Cuál es la manera neotestamentaria de encontrar al Señor y servirle? Consiste en mantener continuamente Su presencia, Su presencia escondida. Él profetizó que saldría de Belén, pero salió de Nazaret. Debemos abandonar nuestro escudriñamiento, puesto que no se puede entender a Dios escudriñando. Yo no estoy escudriñando; estoy viendo, estoy disfrutando. Hay muchas cosas que no entiendo y que no me interesa entender, pero estoy disfrutando. La presencia del Señor está escondida. Isaías 45:15 nos dice que Él es un Dios escondido. Él es un Dios que se esconde. Debemos aprender a alabarle, a verle, a buscarle y a encontrarle, pero no debemos tratar de entenderle. No somos aptos para entenderle; sólo somos aptos para disfrutarle. Por tanto, debemos animar a otros a que “vengan y vean”.
Aquellos que vienen a ver no deben ver a Cristo según la carne. Cuando Jesús llegó a Su propia tierra, la gente dijo: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Y Sus hermanas, ¿no están todas con nosotros?” (Mt. 13:55-56). Aparentemente lo sabían todo, pero esto fue conocer a Jesús según la carne. En Mateo 22:43 leemos que David en espíritu le llamaba Señor. No debemos seguir a aquellas personas en la carne, sino a David en el espíritu.
Ahora, apliquemos esto de una manera práctica a la situación actual. Si usted viene a ver la iglesia local —por ejemplo, la iglesia en Los Ángeles—, esto está bien. Sin embargo, no la debe ver según la carne. Si la ve según la carne, diría que hay muchas personas peculiares.
No debemos conocer a nadie según la carne, pero debemos conocernos según el espíritu. Anteriormente, conocíamos a Cristo según la carne y pensábamos que era el pequeño hombre de Nazaret; pero ahora ya no lo conocemos así (2 Co. 5:16). Lo conocemos según el espíritu; en el espíritu le llamamos “Señor”. Debemos olvidarnos de las cosas externas, olvidarnos de la carne; no debemos ver la iglesia según la carne, sino según el espíritu.
Si observamos el tabernáculo en el Antiguo Testamento desde afuera, sólo veremos las pieles de marsopa por fuera (Éx. 36:19). Las pieles de marsopa no son bellas; son bastante ordinarias y comunes. Sin embargo, ¿qué había dentro del tabernáculo? Había oro, había plata y había piedras preciosas; se veía la belleza de las cosas preciosas. ¿Prefiere usted ver la iglesia exterior o interiormente? Exteriormente, la iglesia está cubierta con pieles de marsopa: no tiene belleza, sino que es rugosa y tal vez hasta salvaje. Por dentro, sin embargo, hay algo de gloria. Por dentro tenemos a Jesús; por dentro tenemos a Cristo. ¡Aleluya!
¿Cómo podemos encontrar a Cristo y servirle conforme al Nuevo Testamento? ¿Por medio de la Biblia? Sí, necesitamos la Biblia, pero también necesitamos ver a la estrella viva.
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