Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7893-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Filipenses 4:11-13 dice: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé estar humillado, y sé tener abundancia; en todas las cosas y en todo he aprendido el secreto, así a estar saciado como a tener hambre, así a tener abundancia como a padecer necesidad. Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. Debemos aprender el secreto de cómo soportar cualquier clase de sufrimiento o circunstancia. Para nosotros, seamos pobres o ricos, nos persigan o nos honren, todo es lo mismo si hemos aprendido el secreto de permanecer en cualquier estado a fin de magnificar a Cristo por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Estar humillado y tener abundancia incluyen ser pobre y ser rico. Algunas personas no saben cómo ser pobre. Cuando están pobres, no saben qué hacer. Sin embargo, otros saben cómo ser pobre, pero no saben cómo ser rico. Cuando se hacen ricos, se vuelven insensatos. El apóstol Pablo sabía cómo ser pobre y cómo ser rico, cómo estar humillado y cómo tener en abundancia, no solamente en una cosa, sino en todas las cosas y en todo.
En el versículo 12 Pablo dice: “En todas las cosas y en todo he aprendido el secreto”, y en 1:20 él dice: “Será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Nosotros, como personas que existimos en esta tierra y vivimos entre la humanidad, no podemos escapar nuestras circunstancias. Cada día encontramos ciertas situaciones. Si preferimos no vivir en un lugar, podríamos tener circunstancias más difíciles al mudarnos a otro lugar. A fin de ser un creyente normal que vive en el espíritu, primero debemos enfrentar nuestras circunstancias. Deberíamos alabar al Señor y darle gracias por Su soberanía y sabiduría. La mano soberana y sabia del Señor siempre dispone nuestras circunstancias para nosotros y las asigna a nosotros. Si necesitamos una esposa, Él asignará la esposa apropiada y adecuada, y si necesitamos cierta clase de niño, Él nos dará uno. Él también sabe qué clase de salud necesitamos y la asigna a nosotros. No deberíamos quejarnos, pues todas las cosas están bajo Su mano soberana y sabia. El Señor sabe lo que necesitamos, Él nunca se equivoca y Él nos asigna nuestras circunstancias. Por tanto, a fin de vivir en el espíritu por Cristo como nuestra vida, tenemos que aprender el secreto de cómo enfrentar nuestras circunstancias, cómo estar humillados y cómo tener en abundancia, y cómo ser pobre y cómo ser rico. Entonces seremos capaces de magnificar a Cristo.
Pablo aprendió el secreto y podía hacerlo todo, no en sí mismo, sino en Aquel que lo revestía de poder. Podríamos ilustrar esto con los aparatos eléctricos, que son capaces de operar debido al poder dado por la electricidad. Aquel que nos fortalece de este modo es el Espíritu que nos reviste de poder. No importa la circunstancia o el estado en que nos encontremos, todo lo podemos en Aquel que nos reviste de poder a fin de que Él sea magnificado en nuestro cuerpo. Ésta es la experiencia de Cristo como Espíritu todo-inclusivo por la cual Él puede ser magnificado en cualquier clase de circunstancia.
Los versículos 5 y 6 del capítulo 1 dicen: “Por vuestra comunión en el progreso del evangelio, desde el primer día hasta ahora; confiando en esto, que el que comenzó en vosotros una buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”. La comunión del evangelio es la cooperación que se brinda en la predicación del evangelio y la buena obra en nosotros es la propagación, el progreso, del evangelio. El versículo 27 dice: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes junto con la fe del evangelio”. Si tenemos la intención de magnificar a Cristo, no sólo debemos vencer toda clase de circunstancia, sino que también debemos predicar el evangelio para presentar a Cristo a los incrédulos. El Espíritu todo-inclusivo en nosotros constantemente nos da un suministro para que prediquemos el evangelio. A fin de experimentar a Cristo y disfrutar la abundante suministración del Espíritu, necesitamos hacer la obra de predicar el evangelio. Cuanto más prediquemos el evangelio para presentar a Cristo a las personas, más disfrutaremos la abundante suministración del Espíritu todo-inclusivo en nosotros. Por otra parte, si no predicamos el evangelio, sufriremos la pérdida del suministro del Espíritu todo-inclusivo. A fin de disfrutar el suministro todo-inclusivo del Espíritu, necesitamos “gastar” el suministro. Si no gastamos el suministro que hemos recibido, no vendrá un mayor suministro.
Si nos abrimos para presentar a Cristo a los incrédulos, comprenderemos que en nuestro interior hay una abundante suministración que constantemente nos provee un disfrute. Predicar el evangelio es un disfrute. Si no predicamos el evangelio, no seremos capaces de disfrutar al Espíritu todo-inclusivo a un mayor grado. Cuanto más presentemos a Cristo a otros, más lo ganaremos a Él. Cuanto más “gastemos” a Cristo ministrándolo a otros, más Cristo disfrutaremos. Ésta es la buena obra que ha comenzado en nosotros, y ésta es la comunión, la cooperación, en el evangelio.
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