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Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0428-3
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LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS CINCO

LA IGLESIA:
LAS REUNIONES DE LA IGLESIA

(1)

En este mensaje comenzaremos a considerar las reuniones de la iglesia.

IX. LAS REUNIONES DE LA IGLESIA

Las reuniones de la iglesia son muy importantes. La iglesia debe reunirse continuamente, pues las reuniones hacen posible que los creyentes sean abastecidos, confirmados y perfeccionados a fin de que la meta de Dios pueda ser alcanzada.

Dios dispuso que los creyentes asistieran a las reuniones de la iglesia. Hebreos 10:25 dice: “No dejando de congregarnos”. Aquí congregarse se refiere a las reuniones de la iglesia. Dios ha dispuesto una manera de existencia para todo organismo vivo en el universo. Si un organismo vivo obedece la ley que gobierna su existencia, entonces podrá sobrevivir y ser bendecido. Este mismo principio se aplica a los creyentes. Lo dispuesto por Dios para nosotros, lo cual llega a ser nuestra ley de existencia y bendición, es las reuniones de la iglesia. Así como los peces tienen que vivir en el agua y las aves en el aire, de igual manera tenemos que sustentar nuestra existencia espiritual y nuestro vivir espiritual mediante las reuniones de la iglesia.

Las reuniones de la iglesia también son un requisito para nuestra vida espiritual. Toda clase de vida tiene sus propias características y, generalmente, tiene muchas características. La vida espiritual que hemos recibido, por ser la vida de Dios en nosotros, también tiene muchas características. Una de ellas es la necesidad de congregarse, de reunirse. Juan 10:3 y 16 revelan que debido a que somos salvos y poseemos la vida divina, somos las ovejas del Señor. Una característica propia de la vida de las ovejas es la de reunirse y no querer estar aisladas de las otras ovejas. Por tanto, la Biblia no solamente nos dice que somos las ovejas del Señor, sino también que somos Su rebaño (Hch. 20:28; 1 P. 5:2). A fin de ser ovejas que participan en la bendición del rebaño, tenemos que reunirnos con el rebaño, la iglesia. La característica de la vida espiritual “ovejuna” que está dentro de nosotros exige de nosotros asistir a las reuniones de la iglesia.

A. Los creyentes son congregados
por el Señor en Su nombre

El principio básico que rige las reuniones de la iglesia es que los creyentes son congregados por el Señor en Su nombre. Toda reunión de la iglesia debe consistir en que los creyentes sean congregados por el Señor. Esto es lo que indica lo dicho por el Señor en Mateo 18:20: “Donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Este versículo no dice que dos o tres se reúnan o que ellos se congreguen, sino que dice que están congregados. El verbo no está en voz activa, sino en voz pasiva. Los dos o tres no se reúnen, sino que son congregados. Ellos son congregados por el Señor. Si dijéramos que dos o tres se reúnen, esta reunión sería iniciada por aquellos que se reúnen. Sin embargo, que dos o tres sean congregados indica que son congregados por el Señor.

El hecho de que el verbo en 18:20 se halle en voz pasiva indica que siempre que nos reunimos, no debemos ser nosotros quienes tomemos la iniciativa; más bien, tiene que ser el Señor quien inicie la reunión. Él nos congrega. Por tanto, nuestras reuniones no son iniciadas por nadie más excepto el Señor Jesús. Cada vez que nos reunimos deber ser Él quien nos congregue. Aparentemente somos nosotros quienes tomamos la iniciativa de reunirnos; pero en realidad es el Señor quien toma la iniciativa de congregarnos. Él es quien nos congrega en Su nombre al iniciar toda reunión. Cualquier reunión iniciada por nosotros podría no ser auténtica, y su motivación podría no ser pura o singular para el Señor. Por esta razón, es imprescindible que cada reunión de la iglesia sea iniciada por el Señor como Aquel que nos congrega.

Al congregarnos en Su nombre, el Señor nos rescata de toda clase de distracciones y ocupaciones mundanas y terrenales. Esto significa que si el Señor no nos congregase, permaneceríamos en muchas otras cosas. Probablemente estaríamos ocupados, detenidos, retenidos y, hasta cierto grado, aprisionados por muchas cosas. Si el Señor no nos congregase, no habría muchos de nosotros que asistieran con regularidad a las reuniones de la iglesia. Por tanto, necesitamos que el Poderoso nos rescate de todas nuestras ocupaciones y distracciones sacándonos de todas ellas. En especial tenemos necesidad de ser sacados de nuestro yo. Si permanecemos en nuestro yo, no podremos ser congregados en el nombre del Señor. Para cada una de las reuniones de la iglesia tenemos necesidad de que el Señor nos saque de toda otra cosa que no sea Él mismo y nos congregue en Su nombre. Éste es un principio básico propio de nuestras reuniones que rige toda clase de agrupación: para oración, para la mesa del Señor, para leer la Palabra, para edificación. Sea cual fuere la clase de reunión que vayamos a tener —reuniones pequeñas en los hogares o reuniones grandes en el salón de reuniones— el principio rector es que, en primer lugar, somos congregados al salir de toda clase de ocupaciones para ser introducidos en el Señor mismo.

Según el idioma original, Mateo 18:20 no dice simplemente que el Señor Jesús nos congregue en Su nombre, sino dentro de Su nombre. Según el principio neotestamentario, el nombre denota a la persona misma. El nombre es la persona. Por tanto, ser congregados dentro del nombre del Señor es ser congregados dentro del Señor mismo. Además, el nombre del Señor Jesús está estrechamente vinculado al Espíritu Santo; de hecho, el Espíritu es la realidad del nombre del Señor. El nombre del Señor denota Su persona, y la realidad de la persona del Señor es el Espíritu. Esto significa que ser congregados dentro del nombre del Señor, o sea, dentro del Señor mismo, es ser congregados dentro del Espíritu.

Cuando somos congregados por el Señor dentro de Su nombre, disfrutamos Su presencia. En 18:20 el Señor promete especialmente que donde estén dos o tres congregados dentro de Su nombre, Él estará “en medio de ellos”. Esto indica que disfrutamos Su presencia de una manera especial. Su presencia ciertamente nos trae la iluminación, la gracia, el suministro y toda clase de bendición. ¡Cuán precioso es esto!


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