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Cristo crucificado, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3691-8
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CAPÍTULO SEIS

LOS REQUISITOS NECESARIOS
PARA RECIBIR LA CRUZ

Podría decirse que Efesios 3:16-19 contiene las palabras más elevadas y cruciales de toda la Biblia. Este pasaje dice: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”.

Este pasaje de la Palabra nos muestra al Espíritu Santo, a Cristo y a Dios, Aquel que llena todo. Aunque las palabras son sencillas, lo que se nos dice aquí es muy misterioso, y lo que se incluye aquí es extremadamente rico. No sólo Dios mismo es mencionado, sino también las riquezas y la plenitud de Dios. Debemos prestar atención aquí no simplemente al hecho de que podemos ser llenos, sino al hecho de que podemos ser llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.

PARA QUE SEAMOS LLENOS HASTA LA MEDIDA
DE TODA LA PLENITUD DE DIOS

Todos sabemos que la intención eterna de Dios es forjarse a Sí mismo en nosotros y mezclarse con nosotros. Quizás algunos no pudiendo comprender esto, digan: “¿Cómo Dios y el hombre pueden mezclarse juntos? o ¿cómo puede Dios mezclarse a Sí mismo con el hombre?”. Hay por lo menos un versículo en la Biblia que nos muestra este asunto y nos dice de manera clara y enfática: “Para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios” (v. 19). No solamente Dios desea entrar en nosotros y mezclarse con nosotros, sino que además desea llenarnos de todas Sus riquezas —de todo lo que Él es y todo lo que Él tiene— al grado en que nosotros lleguemos a ser Su plenitud y expresión. Esto, el propósito final de Dios, es muy maravilloso y misterioso.

Todos los estudiosos de la Biblia reconocen que Efesios es el libro más elevado de entre todos los libros la Biblia y que el versículo 19 del capítulo 3 es la cumbre, el centro, del libro de Efesios. Día tras día, Pablo oró ante Dios por la iglesia en Éfeso. Aunque la iglesia en Éfeso ya era muy elevada y espiritual, Dios todavía tenía un deseo y un propósito aún más elevado con respecto a ellos. Esto nos muestra cuanto hemos descuidado el deseo que Dios tiene para Sus hijos y cuán difícil es que se cumpla en el hombre este deseo que Dios tiene. Lo que Dios ha deseado a lo largo de los siglos es que nosotros seamos llenos de Él hasta que tengamos la medida de Su plenitud.

¿Cómo podemos ser llenos de las riquezas de Dios, las cuales comprenden todo lo que Dios es? Para ello se requiere la obra que realiza el Espíritu Santo en nuestro interior. Si el Espíritu Santo no obrara dentro de nosotros, no podríamos ser llenos, ni tampoco sería posible que las riquezas de Dios se mezclaran con nosotros. En otras palabras, si no permitimos que el Espíritu Santo opere en nosotros, es imposible que las riquezas de Dios lleguen a ser nuestro elemento intrínseco. El Espíritu Santo obra dentro de nosotros a fin de que conozcamos al Cristo que está haciendo Su hogar en nuestros corazones. Es por ello que aquí se nos dice que el Espíritu Santo mora en nosotros y que Cristo está haciendo Su hogar en nuestros corazones a fin de revelarnos a Cristo poco a poco, de modo que podamos experimentarlo de una manera práctica. Cuando experimentamos a Cristo en nuestro interior podremos gustar y experimentar las riquezas de todo lo que Dios es.

DIOS EN CRISTO MORA EN NOSOTROS
POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO

Dios puso todo Su Ser en Cristo. Más aún, después de la muerte y la resurrección de Cristo, Él entró en nosotros y ahora mora en nosotros mediante el Espíritu Santo. Efesios 3:16 dice: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu”. Este versículo nos dice que el Espíritu que está en nosotros opera en nuestro ser. El resultado de la obra que el Espíritu realiza en nosotros es que Cristo more en nosotros, que Él haga Su hogar en nuestros corazones. El Espíritu es quien mora en nosotros, pero cuando el Espíritu opera en nosotros, pone en nosotros el sentir de que es Cristo quien está haciendo Su hogar en nuestros corazones. ¿Por qué es esto? Debido a que es por el Espíritu que Cristo mora en nosotros.

Cuando el Espíritu opera en nosotros, Cristo hace Su hogar en nuestros corazones a fin de que seamos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Aquí vemos una maravillosa secuencia: el Espíritu que opera en nosotros nos da el sentir de que Cristo está en nosotros, y el hecho de que Cristo esté en nosotros es la manera en que somos llenos de Dios interiormente. ¿A qué se debe esto? A que Dios está en Cristo, y Cristo mora en nosotros mediante el Espíritu. De manera que si el Espíritu está en nosotros, Cristo está en nosotros; y si Cristo está en nosotros, Dios está en nosotros.


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