Era del nuevo hombre, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8421-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando estamos satisfechos en lo profundo de nuestro ser, experimentamos el gozo de la salvación. Después de experimentar el gozo de la salvación, percibiremos que tenemos otra necesidad, y tendremos el deseo de tener comunión con los pámpanos de Cristo, quien es la vid (Jn. 15:1, 5). Si tocamos a Jesús y nos encontramos con Él en la mañana, iremos a la reunión en la noche. Esto es estar en la iglesia. Quienes tienen el gozo de la salvación aún necesitan experimentar un gozo más profundo y más elevado, que es el gozo de la iglesia. Si no vamos a las reuniones para tener comunión con otros pámpanos, el gozo que obtuvimos al momento en que fuimos salvos se debilita, se marchita y desvanece. No obstante, tan pronto como venimos a una reunión de la iglesia y tenemos comunión con otros cristianos, nuestro gozo inicial no sólo regresa, sino que llega a ser más elevado y más satisfactorio de lo que fue en el momento en que fuimos salvos. Esto equivale a ir adelante y experimentar el segundo nivel de gozo: el gozo de la iglesia.
Si sólo asistimos a las reuniones y tenemos comunión con los santos, pronto comprenderemos que en nuestro interior hay una exigencia más profunda que nos pide conocer la iglesia de manera más profunda, es decir, progresar desde la iglesia al Cuerpo de Cristo. La iglesia no sólo es una asamblea de los llamados; también es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23). Si la iglesia fuese meramente una asamblea, una organización, entonces seríamos meramente miembros de manera externa. Entonces, si alguien nos parece afable, nos agradará; pero si nos parece antipático, no nos agradará. Al principio cooperaremos con aquellos que nos parecen afables; pero si después nos parecen antipáticos, nos volveremos fríos hacia ellos. Entonces hallaremos alguien más que sea compatible con nuestros gustos. Si ésta es nuestra situación, no podemos obtener el gozo más profundo y rico que toca más de la presencia del Señor. La iglesia no sólo es una asamblea de los llamados; aún más, es el Cuerpo de Cristo. En el Cuerpo de Cristo, no somos meramente miembros de una organización, sino miembros del Cuerpo; la relación que tenemos unos con otros es inseparable.
A veces no me agradan mis pies. Necesito mis dos pies cuando camino, pero por alguna razón, ellos no me agradan cuando estoy sentado. No estoy contento con algunos miembros de mi cuerpo. No obstante, no puedo decir a mis pies: “Ustedes no son compatibles con mis gustos, y no se llevan bien conmigo. Por ende, ustedes son ustedes y yo soy yo”. La relación entre mis pies y yo no puede ser cortada, pues mis pies son miembros de mi cuerpo. No puedo separarlos de mi cuerpo sencillamente porque no me agradan.
Si vemos la iglesia meramente como una asamblea de los que han sido llamados, pero no reconocemos que la iglesia también es el Cuerpo de Cristo, entonces nuestro gozo en la iglesia no será profundo ni duradero; más bien, nuestro gozo en la iglesia se desvanecerá. Puedo testificar que cuando veo que la iglesia no es meramente una asamblea, sino también el Cuerpo, del cual soy un miembro, entonces acepto a los demás miembros del Cuerpo, sea que me agraden o no. Si vemos el Cuerpo, no podemos ser independientes ni separarnos de aquellos que no nos agradan. Ésta es la manera en que nuestro gozo puede avanzar hasta el tercer nivel, que es el gozo del Cuerpo.
Después de haber visto que somos miembros del Cuerpo, a la postre nuevamente sentiremos que nos falta algo. Aunque tenemos el gozo de la salvación y hemos progresado hasta el gozo de la iglesia, no estaremos satisfechos con solamente tener el gozo de la iglesia. Después de ver el Cuerpo de Cristo, el gozo de la iglesia será elevado para ser el gozo del Cuerpo. Me parece que muchos hermanos y hermanas son salvos, están en la iglesia y han visto y experimentado el Cuerpo. Sin embargo, al estar en el Cuerpo por un periodo de tiempo, tienen un sentir en lo profundo de su ser de que todavía necesitan ir adelante. Somos miembros del Cuerpo y tenemos a Cristo como nuestra vida. Si vamos adelante y tomamos a Cristo como nuestra persona, el Cuerpo llegará a ser un solo y nuevo hombre (2:15; 4:24). En el nuevo hombre todas las diferencias y distinciones entre los miembros desaparecen, y Cristo es el todo y en todos (Col. 3:10-11). El Señor desea mostrarnos que la iglesia no es meramente una asamblea de los que han sido llamados o el Cuerpo; la iglesia es un solo y nuevo hombre. Cuando vemos el nuevo hombre y llegamos a ser el nuevo hombre, nuestro gozo progresará y será elevado desde el gozo del Cuerpo hasta llegar al cuarto nivel: el gozo del nuevo hombre.
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