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EL ESPÍRITU DE VIDA

El Señor dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10). ¿Cómo nos da el Señor esta vida? Lo hace al estar en nosotros en calidad de Espíritu de vida. Básicamente, la obra del Señor como Espíritu en nosotros consiste en ser el Espíritu de vida. Esta vida no la recibimos de una vez y para siempre. Así como un infante después que nace debe ser suministrado diariamente para que su vida sea sustentada y crezca, igualmente los que hemos recibido al Señor como nuestra vida también debemos recibir Su suministro diariamente. El Señor a diario nos está suministrando interiormente al ser el Espíritu de vida en nosotros.

Lo más importante que el Señor como Espíritu de vida está haciendo en nosotros es liberarnos de la ley del pecado y de la muerte. Cuando usted está en su espíritu y no en su conocimiento ni en sus pensamientos, cuando está en su espíritu y no en sus emociones ni en sus preferencias, cuando está en su espíritu y no en sus opiniones, cuando vive en su espíritu y se vuelve a su espíritu para tener contacto con el Espíritu de vida, el resultado es que usted es liberado.

Anteriormente dimos muchos mensajes acerca de cómo tratar con los pecados. Ahora quiero decirle a usted que en esto hay un secreto muy sencillo. ¿Quiere vencer sus debilidades? ¿Quiere vencer su complicado carácter? El secreto sencillo es volverse a su espíritu. Olvídese de sus debilidades, fracasos y defectos. No les ponga atención. Antes bien, vuélvase a su espíritu. Siempre que se vuelve al espíritu y toca el espíritu, obtiene el suministro del Espíritu de vida. Como resultado, espontáneamente es liberado. Con frecuencia decimos que necesitamos tomar medidas con respecto al yo. No es un error decir esto. Sin embargo, si le ponemos mucha atención al yo y no somos cuidadosos, podemos más bien ser atrapados por el yo. A veces cuanto más nos enfrentamos a nuestro yo, más estamos en él. Por tanto, en lugar de ponerle demasiada atención al yo, debe volverse a su espíritu. El Señor, quien es el Espíritu vivificante, llega a ser nuestro suministro cuando nos volvemos a nuestro espíritu para tener contacto con Él. El resultado es que somos libres del yo.

La mayoría de nosotros en principio ha cometido este error: queremos encargarnos de los problemas y nos olvidamos de tener contacto con nuestro espíritu y del mover que hay en nuestro espíritu. En el libro de Romanos, Pablo no aborda estos asuntos. Antes bien, él nos dijo que anduviéramos conforme al espíritu. Si andamos conforme al espíritu, al volvernos al espíritu, todos los problemas serán perfectamente solucionados y todas las dificultades serán resueltas espontáneamente.

Romanos 8:6 dice: “La mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. Esto significa que si ponemos nuestra mente en la carne, el resultado será la muerte; pero si ponemos la mente en el espíritu, el resultado será vida y paz. En otras palabras, si nuestra mente le pone atención a la carne, ello será la muerte, y si le pone atención al espíritu, ello será vida y paz.

Podríamos considerar este cuadro: los seres humanos estamos compuestos de tres partes, a saber, el espíritu es la parte más profunda de nuestro ser, el alma es la parte del medio y el cuerpo es la parte más externa. Debido a que se le añadió el pecado, nuestro cuerpo se convirtió en la carne. Aunque la mente es parte del alma, representa la personalidad del hombre. Cuando una persona es salva, su espíritu es regenerado por la entrada del Espíritu de vida. La mente representa al hombre mismo. Cuando la mente está a favor de la carne, esto indica que la mente está puesta en la carne y el resultado es muerte. Cuando la mente se mantiene firme con el espíritu, esto indica que la mente está puesta en el espíritu y el resultado es vida y paz. No importa si la carne es buena o mala, si se le pone atención, el resultado será la muerte. Si la mente está atenta al espíritu, el resultado será la vida.

Según este principio básico, muchas enseñanzas del cristianismo son buenas, pero hacen que las personas pongan atención a cosas que están fuera del espíritu. Por lo cual, el resultado es el fracaso. La manera de la victoria, la manera de la vida, es rechazar todo lo que se halle fuera del Señor. ¿Tiene usted mal genio? No le ponga atención a su mal genio; más bien, vuelva su mente para que se enfoque en el espíritu y esté puesta en el espíritu. Allí usted tiene al Espíritu vivificante. En el pasado no conocíamos este secreto adecuadamente. Es por esto que muchas enseñanzas espirituales todavía hacían que la atención de las personas se volviera a las cosas que se hallan fuera del espíritu. En esto debemos ver que necesitamos volver nuestra mente para que esté enfocada y puesta en el espíritu. Aquí percibiremos la fuente de la vida, la cual es el Espíritu vivificante. Por consiguiente, tenemos vida y paz. Cuando nos volvemos de nuestro espíritu hacia otros sitios y, por tanto, quedamos aislados de la fuente del Espíritu de vida en nuestro interior, entonces por mucho que hayamos hecho, todo es muerte.

Por tanto, debemos volvernos al espíritu en nuestro interior y no considerarnos a nosotros mismos, ni a nuestros fracasos, ni a nuestro mal genio, ni a nuestra carne. Romanos 8 nos muestra que el Espíritu de vida en nosotros es Cristo. Debemos hacerle un llamado a nuestra mente para que regrese a nuestro espíritu y ponga constantemente nuestra atención en nuestro espíritu. Es de esta manera que vivimos en el espíritu y andamos conforme al espíritu. Entonces el Espíritu de vida comenzará a operar en nosotros para suministrarnos, liberarnos y rescatarnos. Por ende, seremos aptos para vencer.