Cristo como la realidadpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3063-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Todos los versículos mencionados anteriormente se relacionan con nuestro andar cotidiano. Pablo ordenó a Tito que ayudara a los santos de todas las edades. “Que los ancianos sean moderados, honorables, sensatos, sanos en la fe, en el amor, en la perseverancia. Las ancianas asimismo sean en su porte cual conviene a quienes se ocupan de las cosas sagradas; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien, para que eduquen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser sensatas, puras, hacendosas, buenas, sujetas a sus propios maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean sensatos” (Tit. 2:2-6).
Estoy tan contento que Pablo mencionó a los ancianos y las ancianas, y a los varones y mujeres jóvenes; pero éstos no son los ancianos y los diáconos, sino los hermanos y hermanas mayores en la iglesia. Sin estos versículos, podríamos pensar que sólo los ancianos y diáconos deben tener la humanidad apropiada, y que ésta no es necesaria para los demás. Pero lo que Pablo dijo a los ancianos, también dijo a los hermanos y hermanas. En los capítulos anteriores enfaticé el hecho de que los jóvenes son las personas claves para el recobro del Señor, pero en este capítulo vemos que los mayores deben ir delante de los jóvenes. Pablo no instruye primero a los jóvenes, sino a los mayores. Ellos son los que deben tomar la delantera en este asunto de la humanidad.
Todos sabemos que 1 y 2 Timoteo y la Epístola a Tito se escribieron en las postrimerías del ministerio de Pablo, es decir, que cuando las escribió él tenía más experiencia. Por tanto, lo que escribió en estos tres libros se basa más en su experiencia. Estos libros son distintos de los de Romanos, 1 Corintios, Gálatas y los otros libros que escribió al principio de su ministerio. Por ejemplo, en 1 Corintios 7 Pablo les dijo a los creyentes, especialmente a las hermanas, que era mejor no casarse. Pero cuando escribió 1 Timoteo 5, su actitud cambió; allí dijo que todas las viudas jóvenes deberían casarse. ¿Por qué hizo esto? Porque después de tantos años Pablo tenía más experiencia. En estos tres libros él no habla mucho de doctrinas; más bien hace énfasis en la humanidad apropiada. En sus otros libros no enfatiza tanto la humanidad como en estos tres. Si leemos una vez más 1 y 2 Timoteo y Tito, veremos que el punto central y básico del que habla Pablo es la humanidad. Esto se debe a que él había aprendido por experiencia que, a la larga, la iglesia requiere de la humanidad apropiada mucho más que cualquier otra cosa.
Cuando Pablo escribió estos tres libros, la iglesia se había degradado. Bajo tal degradación lo que principalmente se necesita no son las enseñanzas o los dones, sino las virtudes humanas. Creo que el mensaje de estos tres libros encaja muy bien con la situación actual. Nosotros estamos bajo tanta degradación. ¿Cuál es la cura apropiada para esta era? ¿Cuál es la dosis apropiada para esta generación? La respuesta es la humanidad apropiada que proviene del hombre Jesús. La humanidad apropiada constituye el único poder curativo para la generación actual. Tengo confianza en que el Señor usará la iglesia como un remedio contra esta generación torcida y perversa. El remedio que necesita dicha generación es una iglesia con la humanidad apropiada. Tengo la plena certeza de que si los jóvenes en la iglesia toman la humanidad de Jesús, ellos mismos serán el remedio adecuado para esta generación.
No es un asunto de sólo exclamar: “¡Aleluya, Jesús es el Señor!”. Necesitamos que la humanidad de Jesús respalde nuestros gritos. Entonces la humanidad de Jesús será manifestada en las escuelas, en los trabajos y dondequiera que estén los hermanos y hermanas. El resplandor de la humanidad de Jesús iluminará las tinieblas de esta generación.
Pablo menciona algo tocante a la humanidad en todos estos tres libros, y también habla de las virtudes humanas en Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, a esto estad atentos”. Es claro que todas éstas son virtudes humanas. Él también nos dice en este libro que somos hijos de Dios y que resplandecemos como luminares en el mundo en medio de una generación torcida y perversa (2:15).
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