Mensajes para creyentes nuevos: Confesión, La #8por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0049-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Muchos creyentes nuevos son influidos por las enseñanzas tradicionales y piensan que portarse bien es más importante para un cristiano que confesar con la boca. Piensan que un cambio en lo que uno dice no es tan importante, como un cambio en lo que uno hace. Debemos hacer a un lado este concepto, el cual es totalmente equivocado. Con esto no estamos diciendo que no es necesario cambiar nuestra conducta, porque si nuestra conducta no cambia, es inútil confesar con la boca. Pero cambiar nuestra manera de ser sin confesar con la boca es igualmente vano. Un cambio de conducta jamás reemplazará la confesión, porque aun cuando la conducta haya cambiado, de todos modos es necesario confesar públicamente.
El nuevo creyente debe buscar la oportunidad de hablar sobre su fe en el Señor Jesús. Si usted no confiesa con la boca, hará que se formen conjeturas sobre usted y se especule sobre su comportamiento. Se dirán muchas cosas acerca de usted, pero no mencionarán al Señor Jesús; así que es mejor que les diga por qué en su conducta hay tal cambio, ya que una buena conducta jamás reemplazará la confesión verbal. Es importante tener una buena conducta, pero también lo es confesar con la boca. Por lo tanto, usted debe confesar: “Jesús es mi Señor y deseo servirle”. Estas palabras deben salir de su boca, aunque su conducta sea muy buena.
Hemos oído a mucha gente decir que no hay necesidad de decir nada si se tiene una buena conducta. Recuerden que nadie critica a aquellos que dicen esto ni aun cuando su conducta no es tan buena, pero si dice que es cristiano, inmediatamente los demás lo critican y lo censuran cuando comete alguna falta. Así que aquellos que dicen que es suficiente con tener una buena conducta y que no es necesario confesar con la boca, en realidad están dando una excusa para portarse mal, a la vez que dejan una puerta abierta para escapar de las críticas. No crean que es suficiente tener un cambio de conducta; es absolutamente indispensable confesar con la boca.
Algunas personas piensan de esta manera: “Si confieso con mi boca y luego no persevero en mi convicción cristiana, ¿no será esto motivo de burla? Supongamos que después de tres o cinco años dejo de ser cristiano, ¿qué pasará entonces? Es mejor no decir nada ahora y esperar que pasen algunos años hasta que esté seguro”. Quisiera decirles a estas personas que si no confiesan su fe por temor de caer o fracasar, muy posiblemente lo harán, porque ya han abierto una puerta. Se han estado preparando para respaldar lo que dicen esperando estar seguros de lo que piensan antes de confesar. Este tipo de personas caen. Es mejor ponerse firme y decir: “¡Yo soy del Señor!” Si usted mismo se cierra la puerta de escape, le será mucho más difícil retroceder más tarde. Es mejor proseguir que retroceder, y es la única manera de avanzar.
Si usted espera portarse bien para entonces confesar, su boca jamás se abrirá; estará mudo para siempre aunque tenga una buena conducta. Si usted no abre su boca desde un principio, más tarde le será mucho más difícil. Si usted confiesa su fe, la posibilidad de tener una buena conducta se incrementará, pero si espera confesar hasta que su conducta mejore, perderá no sólo la oportunidad de abrir su boca, sino también de tener una buena conducta.
Es reconfortante saber que Dios no sólo nos redime, sino que también nos preserva. ¿Con qué podemos comparar la redención? La redención es la adquisición de algo. Pero ¿qué significa entonces conservar? Conservar es retener lo adquirido. ¿Quién compra algún artículo pensando en tirarlo? Cuando compramos un reloj, lo hacemos pensando usarlo por lo menos cinco o diez años; no planeamos tirarlo. Dios salva personas por todo el mundo, pero no las salva para tirarlas. El quiere conservar lo que ha salvado. Puesto que Dios nos salvó, El nos guardará hasta aquel día. Dios nos ama tanto que envió a Su Hijo para redimirnos. Si El no hubiera tenido la intención de preservarnos, no habría pagado tan alto precio. El plan y propósito de Dios es guardarnos, así que no tengan temor de erguirse y decir: “¡Creo en el Señor!” Posiblemente se pregunte: “¿Qué pasará si cometo una falta a los pocos días?” No se preocupe. Dios está al tanto de esto, así que mejor párese y diga: “¡Yo pertenezco a Dios!” Comprométase con El. Dios sabe que usted necesita apoyo, cuidado y protección. Tenemos la seguridad de afirmar que Dios preserva la salvación del hombre. Esta protección hace que la redención tenga significado.
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