Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hay dos razones por las que el hombre necesita ser regenerado: una tiene que ver con un propósito elevado, y la otra con un propósito inferior. El propósito inferior es que nuestra vida humana es perversa y corrupta. Ella no puede ser cambiada ni mejorada; por consiguiente, necesitamos otra vida. El propósito elevado es que aunque nuestra vida humana fuese buena, seguiría estando relacionada simplemente con la vida creada y no con la vida increada de Dios. A fin de poseer la vida increada de Dios, tenemos que nacer de nuevo. Aunque esto quizás no se considere una verdad profunda, es una verdad sencilla y fundamental.
Necesitamos ser regenerados porque no poseemos la vida de Dios; sólo mediante la regeneración podemos recibir la vida increada y eterna de Dios. Es preciso que tengamos la vida eterna de Dios porque la intención de Dios es hacernos iguales a Él en Su imagen y semejanza. A fin de hacernos como Él, Dios tiene que poner Su vida en nosotros. Si no pusiera Su vida en nosotros, ¿cómo podríamos ser semejantes a Él? A fin de ser como Él, tenemos que poseer Su vida; y a fin de tener Su vida, necesitamos ser regenerados. Éste es el propósito elevado de la regeneración.
Ser regenerados significa nacer de nuevo, nacer de Dios, es decir, recibir la vida de Dios además de la vida humana que originalmente poseíamos. Cuando Dios pone Su vida en nosotros, además de la vida humana que ya poseemos, recibimos Su vida; esto se llama regeneración. Por lo tanto, el significado de la regeneración es nacer de nuevo, nacer de Dios; ser regenerados es recibir la vida de Dios además de la vida humana que originalmente poseíamos. Es necesario que entendamos esta verdad espiritual claramente, y que cuando hablemos de la regeneración, recalquemos este punto.
Los resultados de la regeneración son tres. Primero, la regeneración nos hace hijos de Dios; segundo, nos constituye la nueva creación; y tercero, nos lleva a experimentar una unión con Dios, a ser unidos a Dios.
También por medio de la regeneración obtenemos siete cosas: la vida de Dios, la ley de vida, un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu, Cristo y el Dios Triuno. Por medio de la regeneración, recibimos la vida de Dios, y junto con esta vida viene la ley de vida. Entonces Dios nos da un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Por ende, el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— están en nosotros. Cuando recibimos al Espíritu, recibimos también a Cristo y a Dios porque Dios está en Cristo, y Cristo llegó a ser el Espíritu.
Cuando somos regenerados, la vida de Dios entra en nosotros. Esta vida contiene una ley, la ley de vida. Más aún, cuando la vida de Dios entra en nosotros, hace un cambio en nuestro corazón, de modo que éste llegue a ser un corazón nuevo, y hace un cambio en nuestro espíritu, de modo que éste llegue a ser un espíritu nuevo. Su Espíritu mora en nosotros, permitiendo que obtengamos al Espíritu. Dado que el Espíritu es Cristo hecho real para nosotros, y Dios está en Cristo, también obtenemos a Cristo y a Dios. Esto muestra claramente lo que obtenemos mediante la regeneración.
La regeneración nos trae la vida de Dios. En la regeneración lo principal que el Espíritu de Dios hace es poner la vida de Dios en nosotros. La vida de Dios es el contenido de Dios, es decir, Dios mismo. Todo lo que está en Dios y todo lo que Dios es se halla en Su vida. Toda la plenitud de la Deidad, cada una de las facetas de Dios, se incluye en esta vida.
La esencia de todo ser vivo está contenida en su vida. Todas sus capacidades y funciones internas provienen de su vida, y todas sus actividades y expresiones externas también se originan en su vida. Esto muestra que la vida posee una capacidad, una función, y que esta vida da origen a una actividad, una expresión. El vivir es un reflejo de la vida. El ser que uno posee está determinado por su vida. Éste es un principio bastante evidente con respecto a todo ser vivo.
Dios posee la vida más elevada; todo lo que Él es, está en Su vida. Dios es verdad, santidad, luz y amor; éstas no son cosas que Él hace. La verdad, la santidad, la luz y el amor no son la obra de Dios, sino que, más bien, corresponden a Su naturaleza. Dios es verdad, santidad, luz y amor; éstas provienen de Su vida. Además, todo lo que Él hace y expresa, ya sea benignidad, justicia, bondad o perdón, también proviene de Su vida. La verdad, la santidad, la luz y el amor corresponden a lo que Dios es en Su naturaleza interna; y la benignidad, la justicia, la bondad y el perdón corresponden a lo que Dios hace en Su expresión externa.
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