Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-9118-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 1 Corintios 15:45 se nos dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. El Señor Jesús era Dios, la Palabra quien era Dios desde el principio. Esta Palabra llegó a ser carne para ser el postrer Adán. Él se encarnó y tuvo sangre y carne a fin de ser nuestro Señor redentor. Si Él no se hubiera encarnado, de modo que no tuviera sangre ni carne, Él no hubiese podido morir por nosotros y, más aún, no hubiese podido derramar Su sangre por nosotros. ¡Alabado sea el Señor, Él tenía carne y sangre a fin de poder morir por nosotros y derramar sangre humana verdadera para redimirnos del pecado! ¡Alabado sea el Señor, esto es lo que el postrer Adán logró por nosotros! Luego, Él reposó y la gente lo sepultó en un sepulcro nuevo que había sido labrado en la peña. Después que Dios terminó la obra de creación, Él reposó. Ahora el Señor reposó de nuevo después de efectuar la obra de redención en la cruz.
Poco después de Su muerte en la cruz, el Señor resucitó. En el momento en que Él fue levantado de los muertos, Él era como un grano que murió en la tierra y creció hasta alcanzar una forma diferente. Esta forma es una forma de vida, es decir, una forma vivificante. En 1 Corintios 15, que es un capítulo acerca de la resurrección, se nos habla de un grano que se siembra en la tierra y crece hasta alcanzar otra forma. Luego habla del postrer Adán como tal grano que resucitó de los muertos para llegar a ser un “retoño tierno”, que es el Espíritu vivificante. Después que un grano es sembrado en la tierra, él muere y luego crece hasta ser un retoño tierno. Este retoño tierno suministra vida a fin de que el trigo pueda alcanzar la plena madurez y lleve fruto a ciento por uno.
El Señor dijo: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Jn. 12:24). Nosotros somos el “mucho fruto”, es decir, los muchos granos. Él llegó a ser el Espíritu vivificante para impartir vida a nosotros, los muchos granos. Cuando nosotros, los muchos granos, somos unidos conjuntamente, llegamos a ser un solo pan, un Cuerpo, que es la iglesia. Por consiguiente, el resultado de Su muerte y resurrección como el único grano es la iglesia. La iglesia es producida por Cristo al Él llegar a ser el Espíritu vivificante. Este Espíritu vivificante es representado por el retoño tierno. En cuanto el retoño tierno crece, comienza a impartir vida. Como resultado de esto, muchos granos son producidos para llegar a ser el Cuerpo de Cristo, la iglesia. Si vemos esta luz, entonces comprenderemos que la teología que se enseña en el cristianismo acerca de la Trinidad es muy superficial. Los maestros cristianos hablan acerca del Señor y el Espíritu Santo como si los dos no estuvieran relacionados. Sin embargo, si vemos la luz revelada en 1 Corintios 15, nos daremos cuenta de que Cristo y el Espíritu están relacionados y que Ellos son dos pero también uno. Cuando Cristo fue el postrer Adán, Él anduvo, permaneció y vivió con los discípulos. Después de pasar por la muerte y la resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante. Este Espíritu vivificante es “el Espíritu” que se menciona en el Nuevo Testamento. Antes de la muerte y la resurrección de Cristo, aún no había el Espíritu, según se menciona en Juan 7:39. No obstante, después de Su muerte y resurrección, había el Espíritu. Hoy, el hecho de que podamos ser regenerados y así llegar a ser los muchos granos para ser el Cuerpo de Cristo es un resultado de la impartición de vida efectuada por el Espíritu vivificante.
En Juan 14 el Señor Jesús les dijo a los discípulos que no se perturbaran por Su ida; más bien, ellos deberían regocijarse porque dentro de setenta y dos horas, Él vendría nuevamente. Sin embargo, cuando el Señor regresó Él ya no era esa semilla. Al regresar, Él había llegado a ser el retoño tierno, quien es el Espíritu vivificante. Cuando Él vino de nuevo, Él entró en los discípulos. En ese instante Él ya no sólo estaba entre ellos, sino que incluso estaba en ellos. Sin embargo, si el Señor podía o no extenderse en ellos, es decir, permanecer y expandirse en ellos, dependía de si ellos estaban dispuestos a permanecer en el Señor. Por tanto, en el siguiente capítulo Él dijo: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (15:4).
Al nosotros permanecer en el Señor, le otorgamos la oportunidad de extenderse en nuestro interior. Cuando permanecemos en el Señor, el Señor permanece en nosotros. Por ejemplo, si alguien me lleva a su casa, cuando voy, sólo puedo decir que estoy “en” su casa. El que yo pueda permanecer allí o no depende completamente de si él me da la bienvenida. Si usted me invita a su casa a cenar, terminar la cena nos tomaría unas dos horas y media como mucho. Luego, por derecho usted puede decir: “Es tarde; por favor vaya a su casa a descansar”. Si yo permanezco o no depende de la actitud que usted tenga. Por consiguiente, en Juan 14:23 el Señor dijo: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.
En Juan 14, primero vemos “en” y luego el “permanecer”. El versículo 20 dice: “En aquel día [es decir, el día de la resurrección del Señor] vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Aquí la palabra que se menciona es sólo “en” y no “permanecer”. Pero en el versículo 23 vemos el pensamiento de permanecer, es decir, de “hacer morada”. Hoy en día los cristianos frecuentemente hablan de que el Señor está en ellos. Ellos valoran el hecho de que Él esté en ellos. Sin embargo, la Biblia nos muestra que el hecho de que el Señor esté en ellos es la etapa inicial; primero está “en” y luego “permanecer”. Primero, Él está en usted, y luego, si usted le ama, Él permanecerá en usted. El Señor ha venido, y Él está en usted a fin de estar con usted. Sin embargo, si usted no le ama, ¿cómo puede Él permanecer en usted? Si usted le ama y guarda Su palabra, entonces Su Padre y Él vendrán a usted para hacer morada con usted. Si el Señor hace morada, es decir, permanece o no con usted depende de la actitud y respuesta que usted tenga. Usted debería tener la respuesta de que usted le ama y guarda Su palabra. Aquel a quien usted ama es el Señor Jesús, y las palabras que usted obedece son Sus palabras, pero es asombroso que a la postre el Padre viene por causa de su amor. ¿Son Ellos —el Padre y el Hijo— dos o uno? El Señor Jesús nunca dijo que Él y el Padre eran dos. Él dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30). Aquí no dice que el Señor y el Padre están unidos para ser uno solo. En el Evangelio de Juan no podemos ver que el Señor y el Padre están adheridos, unidos, para ser uno solo. Más bien, el Evangelio de Juan nos muestra una y otra vez que el Señor y el Padre son uno solo.
Juan 14 nos muestra que primero está “en” y luego está el “permanecer”. En el capítulo 15 el Señor Jesús explicó esto con una ilustración. Él dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos” (v. 5). Con respecto a la vida interior, los pámpanos permanecen en la vid. Que los pámpanos permanezcan en la vid es la condición necesaria para que la vid permanezca en los pámpanos. No es el caso que la vid permanece en los pámpanos y entonces los pámpanos pueden permanecer en la vid. El que la vid permanezca en los pámpanos no es el requisito necesario para que los pámpanos permanezcan en la vid. Más bien, que los pámpanos permanezcan en la vid es el requisito para que la vid permanezca en los pámpanos. Después de Su muerte y resurrección, el Señor llegó a ser el Espíritu vivificante, y en Juan 20, Él vino para soplar en los discípulos, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (v. 22). A partir de ese momento, el Señor estaba en ellos.
Hoy en día el Señor ciertamente está en nosotros. No obstante, que el Señor pueda permanecer en nosotros dependerá de nuestra respuesta. ¿Le amamos? ¿Cooperamos con Él? ¿Acaso lo que Él dice es lo que cuenta o es lo que nosotros decimos? Si lo que nosotros decimos cuenta, entonces esto se ha acabado. Si lo que Él dice cuenta, entonces es maravilloso. Si le amamos y guardamos Su palabra, Su Padre vendrá con Él no sólo para estar en nosotros, sino también para permanecer, para morar, en nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.