Puente y canal de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3840-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Pregunta: Mientras seguimos al Señor, ¿cuáles son las mayores dificultades que encontraremos en el camino que tenemos por delante?
Respuesta: En principio, un cristiano no debe predecir que encontrará dificultades. Sin embargo, una vez que percibe que hay dificultades, debe afrontarlas. El Señor dijo: “Así que, no os inquietéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia inquietud. Basta a cada día su propio mal” (Mt. 6:34). Alguien dijo una vez: “No tomemos prestado para hoy los problemas de mañana, ni guardemos para mañana las bendiciones del ayer”. Así pues, no debemos hacer predicciones, mucho menos tener expectativas. Debemos saber que todas las dificultades provienen de Satanás. Cuando no hay dificultades, no debemos esperarlas, y cuando las dificultades vienen, debemos rechazarlas. Lo primero que debemos hacer es no esperar ni anticipar las dificultades; lo segundo, es rechazarlas si nos es posible. Nunca debemos decir que le das la bienvenida a las dificultades porque estamos aprendiendo la disciplina del Espíritu Santo; tampoco debemos empezar a buscar el camino del Señor sólo después de haber fracasado por no haber podido rechazar las dificultades. Por ejemplo, si después de haber escuchado acerca de la disciplina del Espíritu Santo usted toma una calesa para ir a algún lugar, y el hombre que lo lleva le cobra diez dólares cuando el precio justo es sólo tres dólares, no está bien que usted le pague diez. Él está robándole su dinero; así que, debe hablarle para hacerlo entrar en razón. Hablarle de esta manera es tratar de resolver el problema; si él es una persona razonable y se retracta, usted debe darle los tres dólares. No está bien esperar los sufrimientos, y es una necedad aceptarlos ciegamente. Por consiguiente, no debemos predecir que experimentaremos sufrimientos ni tampoco debemos anticiparlos.
No obstante, una vez que los sufrimientos vengan, ¿cómo debemos afrontarlos? El Señor dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida” (Jn. 14:6). Nuestro camino es el Señor mismo; por consiguiente, quien afronte los sufrimientos debe ser el Señor mismo. No podemos afrontar los sufrimientos por nosotros mismos. Sólo el Señor puede pasar por los sufrimientos. Por ejemplo, si un hermano joven se casa con una hermana, y después de cierto tiempo siente que no la puede soportar más, y luego nos pregunta qué debe hacer, no podemos hacer otra cosa que decirle: “Hermano, usted tiene que acudir al Señor con respecto a este asunto; el Señor es su camino. Por tanto, usted debe tener comunión con el Señor, presentarle este problema y tener contacto con el Señor. Una vez que usted toque al Señor, el Señor se moverá dentro de usted y entonces, usted actuará de acuerdo a ello. De esta manera, la dificultad pasará”.
Con respecto a la experiencia de afrontar la persecución, no existen dos personas que sean iguales. Una puede escapar la persecución, mientras que otra debe sufrirla. Debido a que la obra que el Señor realiza en cada hermano es diferente, Él puede guiar a cada uno de ellos de una manera diferente. El Señor puede utilizar una manera muy maravillosa para guiar a alguien a que escape la persecución, pero puede usar la persecución para aniquilar lo natural que es el otro. La dirección que el Señor da varía de persona a persona. Por consiguiente, la manera de afrontar las dificultades es el Señor mismo. Si hoy le sobreviniera a usted alguna dificultad, sería inútil que se quejara diciendo que ella fue causada por cierta persona. Usted debe someterse al Señor y decirle: “Señor, no tengo otra opción; no tengo otro camino; únicamente te tengo a Ti. Señor, Tú eres mi única alternativa y mi único camino. Tú deseas que mis lágrimas seas Tu y que mi gozo también seas Tu”. De este modo, usted verá cómo el Señor lo ayudará a salir adelante. Cualquier camino que un cristiano tome, ese camino, sencillamente, tiene que ser el Señor mismo. El Señor dijo: “Yo soy el camino”. Él es nuestro camino y Él es nuestro método. Lo que más debemos temer es depender de nosotros mismos, de otras personas o de métodos, y que al hacerlo, se interrumpa nuestra comunión con el Señor. El Señor mismo es el camino que debemos seguir al afrontar las dificultades.
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