Información del libro

Predicar el evangelio en el principio de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3771-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 14 Sección 1 de 5

PREDICAR EL EVANGELIO
NO POR MEDIO DE MILAGROS,
SINO MEDIANTE LA MUERTE
Y LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

Esto concuerda con el libro de Filipenses. En este libro podemos ver que la predicación del evangelio se encuentra en la experiencia de Cristo y es la experiencia misma que tenemos de Cristo. Cuando el apóstol Pablo predicaba el evangelio, se producían algunos milagros, pero con el tiempo él llegó a comprender que la predicación apropiada del evangelio no tiene que ver con los milagros sino con la vida. Si la predicación del evangelio fuera una cuestión de milagros, Pablo no habría sufrido el martirio. Sin embargo, el Señor no hizo nada milagroso para rescatar a Su apóstol. Él dejó a Su apóstol en la cárcel para que sufriera el martirio, y no hizo ningún milagro. Los incrédulos pudieron haberlo retado, con estas palabras: “¿Pablo, dónde está tu Jesús? Si Él fuera capaz, te salvaría. Parece que Él no es tan poderoso como nosotros. Nosotros te encarcelamos, y Él no puede hacer nada para salvarte”.

Incluso el propio Señor Jesús sufrió esta clase de provocación, pero Él no hizo nada para salvarse a Sí mismo. Debemos aprender esta lección. Cuanto más las personas nos digan que somos pobres, más tenemos que ser pobres. Cualquier clase de provocación proviene del enemigo, y nunca debemos aceptarla. La gente decía: “Si eres Hijo de Dios, ¡desciende de la cruz!” (Mt. 27:40). El Señor parecía responderles: “No. Para ustedes no habrá otra señal que la señal del profeta Jonás. Tengo que morir, y tengo que ser sepultado”. Nunca se dejen provocar. El Señor Jesús, quien era Dios mismo, jamás cedió a las provocaciones de los hombres. Cuanto más la gente lo provocaba, más guardaba silencio. Hoy el evangelio es prevaleciente por medio de la muerte y la resurrección. El Señor no hizo ningún milagro para rescatar al apóstol de la prisión, pero sí podemos ver una manifestación poderosa y prevaleciente de Cristo a través del apóstol. Él dijo: “Será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:20b-21a). En esto consiste la verdadera predicación del evangelio.

NO DEBEMOS GENERAR UN MOVIMIENTO,
SINO QUE DEBEMOS PERMANECER EN CRISTO
Y SER EDIFICADOS UNOS CON OTROS

Le pido al Señor que entre nosotros ninguno espere que ocurran cosas de forma milagrosa. En lugar de ello, todos debemos orar, tener comunión con el Señor y aprender a permanecer en Cristo, a ser edificados unos con otros y a ser uno en Cristo. Entonces permitiremos que la vida fluya para engendrar a otros, para impartirles vida. Esta clase de predicación será parte de nuestra vida, parte de nuestro vivir y parte de la vida de iglesia. Todos debemos comprender que nuestro propósito no es tener cierta clase de actividades. No alentamos a los hermanos a que tengan una especie de movimiento. Esto no es un movimiento. Si lo consideramos un movimiento, estamos completamente equivocados, “estamos en la misma cama pero tendremos sueños diferentes”. Les digo la verdad: yo no tengo el sueño de que estamos aquí participando de un movimiento o una actividad. Les repetiría cien veces: “¡No!”. Tengo la clara visión de que simplemente estamos aquí como cristianos comunes y corrientes. Somos pobres y no somos nada. No tenemos nada y no queremos tener nada. Jamás pretendemos ser algo, pero por la misericordia del Señor, queremos aprender a vivir y a permanecer en Él, y a ser edificados unos con otros.

Yo simplemente soy un dedo meñique; por mí mismo no soy nada. Por lo tanto, como miembros tenemos que ser edificados unos con otros para ser un Cuerpo viviente que vive por Cristo, con Cristo, y que manifiesta a Cristo. Ésta es la vida cristiana apropiada. Si ustedes reciben la misericordia y la gracia del Señor, olvídense de su pasado. Yo estuve en cierto medio durante años, pero ya me he olvidado de todo ello. Nunca debemos ser tan necios que hagamos caso omiso a las lecciones que nos ha enseñado la historia en los pasados dos mil años. La manera apropiada de traer a las personas a Cristo es aquella que es conforme a la vida, y la manera apropiada para que la iglesia sea edificada es también conforme a la vida. No somos personas que viven en el primer siglo. Estamos en el siglo XX. Ya han pasado diecinueve siglos y se han aprendido muchas lecciones.

Muchas personas procuraban las cosas milagrosas, pero ¿cuál fue el fruto de ello? Quisiera preguntarle a alguien que me mostrara algún beneficio que los milagros hayan traído en la historia. El Día de Pentecostés hubo milagros, pero ¿qué pasó después de eso? ¿Acaso la iglesia fue verdaderamente edificada en el libro de Hechos? Parece que únicamente surgieron celos y otros problemas. No se produjo la verdadera edificación. Después de Hechos tenemos el libro de Romanos. ¿Se menciona algo milagroso en el libro de Romanos? Después de esto necesitamos las dos Epístolas a los Corintios para que nos corrijan el concepto erróneo y dirijan nuestra atención a la vida de la cruz. Luego tenemos Efesios, el único libro escrito expresamente para presentarnos la iglesia. ¿Podemos encontrar algo milagroso en el libro de Efesios? Les animo a que acudan al Señor con serenidad, y se olviden de lo que recibieron en su formación. La manera apropiada de practicar la vida de iglesia hoy es aquella que es conforme al principio de la vida, la cual nos lleva a conocer a Cristo en nuestro interior, a conocer nuestra carne, nuestro yo, el hombre natural por medio de la cruz, y a aprender a permanecer en Cristo y a vivir por Cristo y no por nosotros mismos. Entonces seremos edificados unos con otros. Entonces, la vida de iglesia tendrá el resultado espontáneo, que será la predicación apropiada y prevaleciente.

Debemos ser librados del concepto equivocado. Nunca se sienta frustrado; no se desafíe a usted mismo ni deje que otros lo reten a tratar de conseguir el poder para obrar milagros. Olvídense de ello. Yo vi mucho de esto en el pasado. Hace poco en Taiwán seiscientas personas fueron sanadas en dos días. Sin embargo, a decir la verdad, no siento mucho aprecio por estas cosas. Todos tenemos que aprender a conocer a Cristo de una manera viviente, de una manera subjetiva, conocer a Cristo en nuestro espíritu. Es en Cristo, nuestra vida interior, que somos edificados como una sola entidad hasta ser una expresión viviente, el Cuerpo viviente que a expresa a Cristo. Y es mediante dicha expresión que las personas gradualmente, una tras otra, empiezan a participar de la vida de Cristo y también de la vida de iglesia. Es de esta manera que el evangelio será predicado y que el Cuerpo será edificado.

Nunca debemos sentirnos frustrados, nunca debemos sentirnos confundidos, y nunca debemos desafiarnos a nosotros mismos ni dejar que otros nos desafíen. Les digo con toda confianza que el camino de predicar el evangelio con milagros es el camino equivocado. El camino correcto en que la iglesia puede ser edificada es el camino que es conforme a la vida, y el camino correcto de predicar el evangelio es también el camino de la vida. No debemos prestar atención a tantas voces. En nuestro interior tenemos la capacidad de discernir. El Señor Jesús dijo que Sus ovejas oyen Su voz (Jn. 10:16). ¿Creen que esos retos y desafíos son la voz del Señor Jesús? No hay necesidad de discutir. Debemos usar nuestro discernimiento interior para conocer cuál voz es la voz del Pastor.

Quisiera recalcarles esto mil veces: la manera apropiada para que la iglesia sea edificada es aquella que es conforme a la vida. No queremos que haya más confusión. Ya ha habido demasiada confusión y frustraciones a lo largo de la historia, incluso hasta el día de hoy. Así que ya no queremos experimentar más este tipo de frustraciones. Queremos ser sencillos. Debemos prestar atención a un sólo asunto: Cristo como nuestra vida y como nuestro todo. No nos importa nada más. No se sientan frustrados ni confundidos, ni tampoco frustren ni confundan a otros. Simplemente aprendan a ser sencillos. No somos nada; sólo somos pequeños miembros de Cristo. Por lo tanto, debemos aprender a vivir en Él, a vivir con Él y a ser edificados unos con otros. No tenemos la expectativa de que sucedan cosas milagrosas ni apreciamos dichas cosas. No les estoy diciendo nada nuevo, pues desde que vine a este país les he dicho lo mismo. El problema que he visto en varios lugares es simplemente que la gente repite la tragedia que hemos visto en la historia. Sin embargo, nosotros hemos aprendido las lecciones de la historia, y no queremos repetir las mismas tragedias.

Olvídense de las enseñanzas, de los supuestos dones espirituales, de los milagros y de otros asuntos semejantes. Sólo una cosa funciona, y es ésta: tomar a Cristo como vida de una manera interna y ser edificados en esta vida para ser el Cuerpo viviente. Todos los apóstoles —Pedro, Pablo y Juan— llegaron a esta misma conclusión cuando ya eran ancianos. Lean sus escritos. El último libro de las Escrituras, Apocalipsis, no presenta de manera positiva nada que sea milagroso. Según Apocalipsis 13, es cuando se manifiesten el anticristo y su falso profeta los que harán muchas cosas milagrosas. Más bien, Apocalipsis nos dice claramente que tenemos que sacrificar nuestras vidas, que tenemos que morir, sufrir el martirio, así como lo hizo el último apóstol, el anciano Juan.

Aprendan a vivir por Cristo, a vivir con Cristo y a vivir en Cristo, y aprendan a ser edificados en esta vida. Entonces la predicación del evangelio será el resultado de esta vida. Le pido al Señor que todos nosotros lleguemos a tener este tipo de entendimiento apropiado. Permítanme decirles una vez más, tenemos que olvidarnos de todo lo que hemos aprendido. No debemos permanecer bajo la influencia de lo que aprendimos en el pasado. No estamos hablando aquí acerca de predicar el evangelio según la manera vieja que aprendimos en nuestra vieja formación; en lugar de ello, estamos hablando de predicar el evangelio como parte de la vida de iglesia. Le pido esto al Señor, y espero que algún día la iglesia aquí, no sólo predique el evangelio de una manera formal, sino que gradualmente las personas sean añadidas a la iglesia; pero principalmente no por esta clase de predicación, sino por medio de la vida diaria que llevan los creyentes. No tengan el concepto que tenían antes, que estamos participando de cierto movimiento o actividad. Más bien, espero que cuando hablemos de predicar el evangelio, tengamos el concepto de que esto es parte de la vida de iglesia. Es por eso que en este mensaje leímos algunos versículos de Filipenses y del Evangelio de Juan, para que podamos ver que la predicación del evangelio forma parte de la vida de iglesia.

Les repito una vez más: no se desafíen a ustedes mismos, no reten a otros ni se sientan provocados a seguir el camino de un movimiento o de los milagros. Simplemente debemos entender que somos miembros de Cristo, que permanecemos en Él, que estamos aprendiendo a vivir con Él y a ser edificados unos con otros. Entonces creemos que se producirá el resultado espontáneo de que las personas serán añadidas a la vida de iglesia por medio de nosotros. Ésta es la manera genuina de predicar el evangelio.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top