Servicio neotestamentario, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7392-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Lo que hemos indicado en el capítulo anterior se puede resumir en cuatro principios fundamentales del servicio neotestamentario. Como indicamos, el primer caso en el Nuevo Testamento, el nacimiento de Jesucristo, nos muestra los principios del servicio neotestamentario. Para realizar nuestro servicio hoy, tenemos que aprender los principios en lugar de intentar copiar lo que se describe allí.
El primer principio consiste en que el servicio neotestamentario está absolutamente fuera de la religión con todas sus tradiciones. Éste es un principio fundamental que no debemos olvidar. El servicio neotestamentario no tiene nada que ver con la religión. En el nacimiento de Jesús, no vemos nada relacionado con la religión. En Gálatas 1:13-14 el apóstol Pablo habló tanto de la religión como de la tradición. Él pertenecía a la religión judía y tenía todas las tradiciones de sus antepasados. Sin embargo, cuando se encontró con el Señor, fue librado de la religión y terminó con todas las tradiciones.
Cuando Jesús fue concebido en el vientre de María, no había ni un rasgo de religión o tradición. Su nacimiento fue algo totalmente nuevo y completamente diferente del trasfondo religioso. María estaba muy sorprendida cuando el arcángel Gabriel vino a ella. Nadie anticipaba que ocurriría tal suceso; era algo absolutamente nuevo: nuevo a la religión, a la cultura, a la naturaleza, e incluso a la ley natural. Era algo contrario a las leyes naturales, pero era revelado por Dios y concebido del Espíritu Santo.
El servicio neotestamentario es diferente de la religión y la tradición en todos los detalles. Incluso el lugar donde se crío Jesús no era un gran centro religioso como Jerusalén, sino una región menospreciada y una pequeña aldea. Ninguna parte del servicio neotestamentario estaba relacionada con la ley, las regulaciones o el código escrito, sino que este servicio procedía absolutamente del Espíritu. Además, no comenzó de una manera maravillosa o grandiosa, sino de una manera discreta, sin ningún tipo de promoción. Todo era imperceptible, humilde y bajo. Según las apariencias, no era digno que una virgen estuviera encinta. Nadie se jactaría de tal cosa, pero éste es el camino del Nuevo Testamento.
Hoy abundan el servicio y las obras religiosas que se llevan a cabo de manera contraria a los principios relacionados con el nacimiento de Cristo. En el recobro de la vida de iglesia, sin embargo, estos principios deben ser recobrados. Si salimos a extender la vida de iglesia de una manera que sea desmesuradamente maravillosa y noble, dando por resultado que nos jactemos, esa manera comprobará que estamos equivocados y que no estamos en el recobro del Señor. El recobro de la vida de iglesia en todos sus aspectos será en principio igual al nacimiento del Señor Jesús.
En un sentido, siempre que realizamos el servicio neotestamentario, eso constituye el nacimiento de Jesús otra vez, puesto que el nacimiento de Cristo consiste simplemente en producir a Cristo y llevárselo a las personas. Si algunos de nosotros emigramos a otra ciudad, allí debe haber un nacimiento de Cristo. Emigrar con el fin de extender la vida de iglesia es producir a Cristo y llevárselo a las personas. Esto sólo puede realizarse de una nueva manera, y no de una vieja manera, no de una manera tradicional y religiosa con toda la promoción y propaganda. Debemos salir de una manera modesta, humilde y discreta.
Podríamos decir que el servicio neotestamentario es algo parecido a la situación de una virgen encinta. A veces hasta nos podría dar vergüenza mencionarlo. Ciertamente, a los ojos de Dios, es algo glorioso; pero en el sentido humano, es una vergüenza. Cuando otros pregunten qué tipo de trabajo hacemos y a qué iglesia vamos, quizás sea difícil responder. Aparentemente, no es tan glorioso. Ése es el caso de una virgen encinta. A veces nos gustaría decirles a otros que la obra que estamos desempeñando es algo similar a una virgen encinta, pero que el hijo al que daremos a luz es Jesucristo. No hay gloria ni honor, pero el enemigo sabe que es una verdadera gloria para Dios. El hombre no lo sabe, pero el diablo sí lo sabe y, alabado sea el Señor, ¡nosotros también lo sabemos! Sabemos lo que estamos haciendo.
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