Reunirnos para hablar la Palabra de Diospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4680-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Esta noche queremos decir que, cuando hablemos la palabra de Dios en las reuniones, debemos aprender una destreza básica, a saber: aprender a coordinar unos con otros. Nuestra reunión es una asamblea, no es la reunión de una sola persona. Por esta razón, debemos aprender a coordinar unos con otros. Al igual que en un juego de fútbol o basquetbol, usted no puede jugar solo, reteniendo la pelota por largo tiempo sin pasarla. Supongamos que usted finalmente le pasa la pelota a otro jugador, y que éste, después de darle las gracias, continúa jugando solo hasta que los demás jugadores se quedan dormidos. A él le gusta tanto jugar solo que no le importa que los demás estén aburridos, suspirando o arrastrando los pies.
Por favor, recuerden que hemos venido a una reunión y en la reunión sólo hay una “pelota”, el Espíritu. La pelota con la cual jugamos es el Espíritu, y nosotros nos movemos conforme a este Espíritu. No se queden mucho tiempo con la pelota en sus manos. Los que saben jugar pasan la pelota tan pronto como la reciben. Después de driblar unas dos o tres veces, hacen una canasta. Tenemos que aprender esto en nuestras reuniones. No se queden driblando la pelota por mucho tiempo. Ningún entrenador querría usar a un jugador así, pues echaría a perder el juego.
Deseo hacerles notar algunos errores que hemos cometido en estos días. A algunos les encanta hablar en las reuniones, y siempre que comparten se desvían del tema. Por supuesto, valoramos mucho que alguien esté dispuesto a ponerse en pie para compartir en las reuniones grandes. Sin embargo, dicha persona debe ser sensible. Cuando usted note que los demás no responden a su compartir, debe detenerse rápidamente y no ser insensato. Por otro lado, están aquellos que no sólo se desvían del tema cuando hablan, sino que además son demasiado repetitivos. A ellos no les importa cansar los oídos de los demás ni les preocupa que otros no los estén escuchando. Hablan con su mismo tono y acento. De cada diez palabras que dicen, los demás sólo entienden tres, y aun así continúan hablando.
Todos ustedes saben que soy de Shantung. Incluso hasta el día de hoy, todavía tengo el acento de Shantung. Alabado sea el Señor, pues después de practicar por cincuenta años, he logrado eliminar casi el cincuenta por ciento de mi acento nativo. En 1933 cuando por primera vez fui a Shanghái, después de la primera semana los hermanos prepararon una conferencia y me pidieron que compartiera la palabra. Para entonces, ya sabía que no podía seguir usando mi manera vieja de hablar con el acento de Shantung. Así que hice lo posible por hablar mandarín. Aunque mi pronunciación era un poco deficiente, me adherí a este principio: tengo que hablar de modo que otros me puedan entender. No debía usar el argot de mi pueblo natal. Les menciono esto no para desanimar a aquellos que no hablan el mandarín a la perfección, sino para decirles que deben hacer lo posible por hablar claramente, y elevar el tono de su voz, de modo que todos puedan escucharlos y entender lo que están diciendo. Debemos preocuparnos por los oyentes. En principio, debemos aprender a coordinar unos con otros.
El primer versículo en la Biblia que demuestra que necesitamos coordinar unos con otros al hablar en las reuniones es Efesios 5:19, que dice: “Hablando unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones”. Allí no dice simplemente: “Hablando todos con salmos, con himnos y cánticos espirituales”, sino: “Hablando unos a otros”. Eso significa que cuando usted hable debe preocuparse por los demás. Puesto que dice “unos a otros”, eso implica una mutua relación. Cuando tengamos esta clase de preocupación mutua, no habrá confusión, sino armonía.
El segundo versículo en la Biblia que demuestra que necesitamos coordinar unos con otros al hablar en las reuniones es Colosenses 3:16, que dice: “La palabra de Cristo more ricamente en vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con salmos e himnos y cánticos espirituales”. El pensamiento de hablarnos unos a otros en este versículo es sumamente precioso. No se refiere a una manera de hablar común, sino a enseñar y amonestar. Después de esto continúa diciendo: “Cantando con gracia en vuestros corazones a Dios”. De repente pasa de hablar a los hombres a cantar a Dios. Cuando hablamos, nos hablamos unos a otros. Este hablar está dirigido al hombre. Luego, en cierto momento, ya no se dirige al hombre sino a Dios. Cuando el hablar llegue a este punto, ciertamente producirá himnos para cantarle a Dios.
La palabra a en la frase “cantando [...] a Dios” es muy significativa. En la reunión, usted habla y yo escucho, y yo hablo y usted escucha. Todos nos hablamos unos a otros. Cuando empezamos a hablar llenos de gozo y entusiasmo, nuestras palabras se tornan en alabanzas. Entonces el hablar de todos cambia de dirección y todos juntos nos encontraremos alabando a Dios. Aquellos que han tenido aunque sea una pequeña experiencia de las reuniones saben que después de que empieza la reunión todos hablan por cierto tiempo, y luego el espíritu de esa reunión nos lleva al punto en que todos alabamos. En ese momento, usted y yo dejamos de hablarnos unos a otros, dirigimos nuestra atención hacia Dios y empezamos a alabarle.
Todos debemos aprender a seguir el fluir de la reunión. No debemos ponernos de pie para hablar después de que todos han empezado a alabar a Dios. Si lo hacemos, esto acabará con el espíritu de la reunión. Cuanto más hablemos, más sofocados se sentirán los hermanos y hermanas. Todas nuestras palabras y oraciones en la reunión tienen como objetivo cultivar el espíritu, apoyar el espíritu y elevar el espíritu de la reunión. No deben apagar el espíritu. Ésta es una obra muy fina. Los que asistimos a las reuniones con regularidad no tenemos otra alternativa que aprender a laborar de esta manera tan fina. De lo contrario, nuestras reuniones no tendrán un sabor fresco, y con el tiempo, reunión tras reunión, las personas perderán el interés de asistir.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.