Lo ilimitado y todo-inclusivo que es Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3946-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Entonces, ¿dónde empezó esta obra? Esta obra empezó cuando el Señor Jesús se hizo carne. A esto se le llama la encarnación. Por tanto, la encarnación fue un gran paso en Su obra y un gran inicio de la obra divina. Dios entró en el vientre de una virgen humana y fue concebido al ser mezclado con la humanidad. Él permaneció en el vientre humano por nueve meses y luego nació. Tal hombre no sólo poseía humanidad, sino que en Su humanidad también tenía divinidad.
Hermanos y hermanas, es necesario ver que la encarnación del Señor fue algo verdaderamente grandioso. Fue mucho más grande que la creación de los cielos y de la tierra. En la creación de los cielos y la tierra, “Él dijo, y fue hecho; / Él mandó, y existió” (Sal. 33:9). Cuando Dios dijo: “Sea la luz”, la luz fue. Sin embargo, no fue tan sencillo para Dios forjarse a Sí mismo dentro del hombre. Él mismo tuvo que entrar en un vientre humano y permanecer allí por nueve meses. Hablar para que las cosas lleguen a existir sólo puede ser utilizado en la creación de los cielos y de la tierra; no se puede usar para que Dios se forje a Sí mismo en el hombre. Para hacer esto se requirió que el Dios completo entrara personalmente dentro de un vientre humano y que permaneciese allí por nueve meses para luego nacer. ¡Es una lástima que hoy tanto los incrédulos como los que están en el cristianismo, cuando celebran la navidad son tan superficiales! Ellos no profundizan sus estudios para ver el misterio de la encarnación de Dios.
Hermanos y hermanas, espero que todos veamos que el primer paso principal en esta gran obra divina, eterna, todo-inclusiva e ilimitada fue la encarnación de Dios. La encarnación de Dios fue la entrada de Dios en el hombre; la divinidad fue mezclada con la humanidad. Muy poco después que Adán fue creado, él cayó y perdió la meta de Dios. La meta de Dios era que él fuese un vaso que contuviera a Dios, el cual estaba representado por el árbol de la vida. Sin embargo, Adán fue tentado, comió del árbol equivocado y fue envenenado. Cuando Dios vino al huerto, Adán y Eva estaban tan asustados que se escondieron, pues tenían miedo de ver a Dios. ¡Gracias a Dios que Él tuvo la gracia de la redención! Le dio a Eva la promesa de que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, aunque también la serpiente le heriría en el calcañar. Todos sabemos que esto se cumplió en el Señor Jesús. Él fue la simiente que nació de una mujer y Él hirió la cabeza de Satanás en la cruz. Así que, lo primero que hizo para avanzar con grandes pasos, fue entrar en el vientre de una virgen de una manera humilde, permanecer allí por nueve meses y nacer como un Dios-hombre, quien era Jesucristo, Jehová el Salvador, para el cumplimiento de la comisión de Dios.
Después de Su nacimiento, Él vivió en el hogar de un carpintero pobre. Aun cuando Él salió para llevar a cabo Su obra, la gente se preguntaba: “¿No es éste el carpintero?” o “¿No es éste el hijo del carpintero?” (Mr. 6:3; Mt. 13:55). Queridos hermanos y hermanas, temo que jamás se les haya ocurrido que nuestro Dios, nuestro Salvador, pasó nueve meses en el vientre de una virgen y vivió en la casa de un carpintero pobre, no por treinta días ni por treinta meses, sino por treinta años. Esto es algo muy misterioso y difícil de comprender. ¿Dónde estuvo Dios en esos treinta años? ¿Estaba en el gran e inmenso templo de Jerusalén o estaba en la casa de aquel carpintero en Nazaret? En esos treinta años Dios estaba en la casa del carpintero pobre en Nazaret. Por tanto, durante esos treinta años, cualquiera que desease adorar a Dios debería ir a la casa del carpintero pobre en Nazaret y no al templo en Jerusalén. Fue en aquella casa que el Señor Jesús pasó a través del vivir humano dando un pasito tras otro. Cuando se cumplieron los treinta años, Él salió a predicar. Antes de empezar Su ministerio fue bautizado, con lo cual indicaba al universo que Él se había rechazado a Sí mismo y viviría absolutamente para Dios. Cuando salió del agua del bautismo, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió como paloma sobre Él. Al estudiar la Biblia encontramos un problema aquí; ya que el Señor Jesús fue concebido por el Espíritu Santo, ¿no tenía ya el Espíritu dentro de Él? Entonces, ¿por qué en el momento de Su bautismo el Espíritu Santo bajó de nuevo de los cielos? ¿Había dos Espíritus Santos? Cuando era joven no entendía esto; gradualmente, después de tener ciertas experiencias, por mis estudios de la Biblia y también mediante el uso de las exposiciones Bíblicas escritas en los siglos pasados, al fin entendí que el Espíritu Santo, por medio del cual el Señor Jesús fue concebido, era el Espíritu esencial para Su vivir, y que el Espíritu Santo que descendió sobre Jesús después de Su bautismo, era el Espíritu económico para Su obra.
Lo que hizo el humilde Jesús en la tierra fue llevar a cabo la economía de Dios. Entonces, ¿qué es la economía de Dios? La economía de Dios es redimir a los hombres que Él había creado, los cuales después cayeron, y regresarlos a su posición original para luego poder entrar en ellos, Sus redimidos. Fue por medio de Su muerte y el derramamiento de Su sangre en la cruz que Él redimió al hombre caído. Después que terminó esta obra, Él resucitó y, en Su resurrección, llegó a ser el Espíritu vivificante. Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús, este Espíritu vivificante entra en nosotros; así es como el Señor viene a nosotros. El Señor Jesús vino a esta tierra para lograr esto. En los primeros treinta años Él vivió en la casa de un carpintero. En los últimos tres años y medio, Él salió a predicar, a echar fuera demonios y a sanar a los enfermos; también hizo milagros, profetizó, habló palabras de sabiduría y testificó que Él era el Dios todo-inclusivo e ilimitado. Un día, mientras estaba en una casa en Betania donde había una fiesta de amor, la gente lo amaba, y hasta alguien derramó ungüento sobre Su cabeza. Una vez más les pregunto, cuando Él estaba en esa fiesta de amor y estaba siendo ungido en esa casa en Betania, ¿dirían ustedes que Dios estaba en aquella casita en Betania o en el santo templo en Jerusalén? Ahora estamos claros y tenemos el denuedo de decir que Dios estaba en Betania, y no en Jerusalén. Él estaba en aquella casita, y no en el templo santo. En el templo los sacerdotes consideraban que Dios era Aquel que estaba muy por encima de ellos y a quien sólo se le tenía que dar reverencia, ya que era alguien que no era accesible. Sin embargo, en la casita de Betania no sólo se le daba reverencia a Dios, sino que también Él era accesible y amoroso. Él era tan accesible que Juan pudo reclinarse sobre Su pecho. Agradecemos y alabamos al Señor que los pecadores pueden ser salvos a tal grado que pueden ser abrazados por Dios.
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