Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
El que guarda Sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. (3:24)
Esto nos dice que nosotros y Dios, Dios y nosotros, permanecemos mutuamente el uno en el otro y que este mutuo permanecer se da en el Espíritu. Dios permanece en nosotros, y nosotros permanecemos en Dios. No es un asunto unilateral; más bien, posee dos lados, una especie de mutua permanencia que depende del Espíritu que Dios nos dio. Es únicamente en este Espíritu que podemos permanecer en Dios y Dios puede permanecer en nosotros.
En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu. (4:13)
Éste también es el mutuo permanecer. Este mutuo permanecer es íntegramente una historia en el espíritu. Cuando Dios mora en nosotros, Él mora en nuestro espíritu; cuando moramos en Dios, moramos en Su Espíritu.
El Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la realidad. Porque tres son los que dan testimonio: El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres tienden a lo mismo. (5:6b-8)
El Espíritu aquí principalmente se refiere al Espíritu que estaba presente en la encarnación del Señor. El agua aquí principalmente se refiere al agua del bautismo del Señor Jesús, y la sangre aquí principalmente se refiere a la sangre que el Señor Jesús derramó al morir. Por tanto, en este pasaje Juan hablaba del nacimiento del Señor Jesús, Su bautismo y Su muerte, porque estas tres cosas dan testimonio de que el Señor Jesús es el Hijo de Dios.
Cuando el Señor Jesús nació en la carne, el Espíritu Santo vino sobre María para que lo santo que nacería de ella fuese llamado Hijo de Dios. Luego, cuando el Señor Jesús fue bautizado en el agua, mientras salía del agua, hubo una voz que decía: “Éste es Mi Hijo, el Amado”. Además, cuando el Señor Jesús murió en la cruz y derramó Su sangre, el centurión también dio testimonio y dijo: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios”. En Su nacimiento, en Su bautismo y en Su muerte se dio testimonio de que Él es el Hijo de Dios. El nacimiento, el bautismo y la crucifixión del Señor Jesús fueron especiales. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, estos tres grandes acontecimientos dieron testimonio de que Él es el Hijo de Dios.
En 1 Juan 5 se nos muestra que el Espíritu que mora en nosotros también es el Espíritu que da testimonio. Por tanto, el Espíritu que mora en nosotros, del cual se habla en este libro, ejerce una función en tres aspectos. Primero, Él nos unge interiormente. Segundo, Él causa que tengamos un mutuo permanecer con Dios; nosotros permanecemos en Dios y Dios permanece en nosotros mediante este Espíritu. Tercero, Él da testimonio en nuestro interior. En palabras sencillas, el Espíritu mencionado en este libro es el Espíritu que unge. Este Espíritu que unge causa que tengamos un mutuo permanecer con Dios y da testimonio en nosotros por el Señor Jesús.
No se hace mención del Espíritu en 2 y 3 Juan, así que las pasaremos por alto.
Vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo. (Jud. 20)
Este versículo nos dice que el Espíritu que está en nosotros es un Espíritu que ora, así que nuestra oración también debe darse en este Espíritu que mora en nosotros.
En contraste, el versículo 19 dice: “Éstos son los que causan divisiones; los anímicos, que no tienen espíritu”. Los que no tienen espíritu son aquellos cuyos espíritus están sumidos en muerte y han perdido su eficacia. Ellos son anímicos, viven en el alma y andan según el alma, de modo que su espíritu no puede ser visto en ellos, ni en su vivir ni en sus acciones. Esto no significa que no haya espíritu en ellos; más bien, quiere decir que ellos no parecen ser personas que tienen un espíritu. No obstante, nosotros debemos orar en el espíritu. Hoy este Espíritu que ora permanece en nuestro espíritu, así que debemos vivir en el espíritu. Por tanto, el Espíritu revelado en Judas es el Espíritu que ora.
Vemos que las epístolas de Pablo, Jacobo, Pedro, Juan y Judas hablan acerca del Espíritu. Éstos fueron los únicos cinco hombres que escribieron las Epístolas, y todos ellos hablaron acerca de este Espíritu. Esto nos muestra cuán importante es este asunto. Incluso Judas, quien escribió solamente un capítulo, también menciona enfáticamente que necesitamos orar en el Espíritu y no ser como los que viven meramente en el alma sin ejercitar el espíritu. Que Dios verdaderamente nos ilumine hasta que también consideremos este asunto con la misma importancia que ellos le dieron.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.