Información del libro

Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 20 Sección 2 de 3

DISFRUTAR LA MEJOR PORCIÓN DE CRISTO
EN EL ÚNICO LUGAR AL LIBERAR NUESTRO ESPÍRITU

El Cristo por quien nosotros vivimos y con quien nosotros vivimos es nuestro disfrute. Nosotros le comemos y disfrutamos. No nos comemos nuestros sufrimientos. Yo como a mi Cristo y luego traigo a las reuniones la porción más excelente del Cristo que he experimentado. Cuando traigo a este Cristo a las reuniones, lo comparto con otros y lo ofrezco a Dios, le disfruto junto con Dios y con los santos. Primeramente, yo me di cuenta que necesitaba la mejor porción de Cristo. Luego, empecé a ayudar a los santos a darse cuenta de esto. Finalmente, esto revolucionó nuestro vivir. Desde entonces hemos aprendido cómo obtener una cosecha. En segundo lugar, aprendí a traer la mejor porción de la cosecha a las reuniones de la iglesia. Sin embargo, al comienzo no me percaté de la necesidad de liberar mi espíritu. Por esta razón, compartía a Cristo de una manera más bien muerta. Contaba mi experiencia de Cristo a los santos de una manera muerta sin liberar mi espíritu. Cuando me di cuenta de esto, me condené a mí mismo y me arrepentí. Después de esta experiencia, entré a la reunión y dije: “¡Alabado sea el Señor! ¡No necesito más paciencia, perseverancia ni quebrantamiento! ¡Lo que necesito es Cristo! Y la mejor manera de ganarlo a Él es invocar Su nombre. ¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. ¡Cuán refrescante es esto!

Recuerden las tres cosas que necesitamos para comer la mejor porción de Cristo. En primer lugar, debemos obtener una cosecha. Esta cosecha no es una cosecha de paciencia, perseverancia, lecciones ni sufrimientos, ni tampoco una cosecha de llevar la cruz. Lo que necesitamos es una cosecha de Cristo. Cada día lo que cultivamos no es paciencia; cultivamos a Cristo. Debemos vivir por Cristo y con Cristo, al darle la oportunidad de crecer en nosotros. Entonces obtendremos una cosecha de Cristo. En segundo lugar, debemos discernir cuál es el único lugar de unidad. No debemos ir a un lugar de división, esto es, a un lugar donde no se encuentra la presencia del Señor ni Su hablar. En tercer lugar, cuando vengamos al lugar de unidad con nuestra cosecha de Cristo, debemos ejercer nuestra función al liberar nuestro espíritu para compartir a Cristo con otros. Una vez que todos hagamos esto, las reuniones de la iglesia estarán llenas de las riquezas de Cristo. Es así como disfrutamos de la mejor porción de Cristo. Este disfrute de Cristo nos hará personas fuertes y sólidas, aptas para la edificación; de hecho, hará que seamos una montaña de la cual se extraen el hierro y el cobre, los materiales necesarios para derrotar a los enemigos. ¡Aleluya, ésta es la economía de Dios!

LA IDOLATRÍA Y EL HECHO DE QUE SE ALEJARA
LA GLORIA DE DIOS

En la época del Antiguo Testamento, el reino fue establecido, y la gloria de Dios descendió y llenó el templo (1 R. 8:10-11). Sin embargo, esta situación gloriosa no duró mucho. Los hijos de Israel se degradaron y pusieron ídolos en el templo. Ezequiel 8:9-16 revela que el templo fue lleno de ídolos y que incluso los ancianos fueron los primeros en adorarlos. Según el Nuevo Testamento, la iglesia establecida en Pentecostés estaba llena de gloria. Sin embargo, no mucho después, la llamada iglesia fue llena de ídolos. Hoy la idolatría abunda en la Iglesia Católica Romana. Si usted entra a una catedral católica, verá ídolos en todas las paredes.

Según el libro Las dos Babilonias, muchas cosas paganas se introdujeron en el catolicismo. Tomemos como ejemplo la Navidad. El veinticinco de diciembre, el día en que se celebra la Navidad, era originalmente el cumpleaños de un dios pagano, el dios sol. Después que Constantino el Grande acogiera el cristianismo, animó a las personas a que se bautizaran. Como resultado, miles de personas que no eran salvas fueron bautizadas en el cristianismo. Anteriormente ellas adoraban al sol y celebraban su nacimiento el veinticinco de diciembre. Después de ser bautizadas en el cristianismo, conservaron su práctica pagana de adorar al sol, y finalmente esta práctica fue absorbida por el cristianismo. Ellos cambiaron el nombre del dios sol por el de Jesús y declararon que el veinticinco de diciembre era el día del nacimiento del Señor Jesús. ¡Qué insulto más terrible contra el Señor! ¡Qué blasfemia más grande! La celebración de la Pascua también tiene un origen pagano. Además, la Iglesia Católica Romana adora a María, llamándola la madre de Dios. En realidad, la María del catolicismo es una diosa pagana. Esta diosa pagana fue introducida en el catolicismo y se le asignó el nombre de María. Ahora, se le llama la madre de Dios, y los católicos la adoran. Esto es idolatría y es abominable a los ojos del Señor. Muchos otros asuntos paganos fueron introducidos en el protestantismo por medio del catolicismo. La Navidad no sólo la celebran los católicos, sino también todas las denominaciones principales. Esto muestra que dichas denominaciones están relacionadas con el paganismo.

Ezequiel 10:18 dice: “Entonces la gloria de Jehová se elevó de sobre el umbral de la casa, y se puso sobre los querubines”. Debido a la idolatría que había en el templo, la gloria del Señor se apartó. Cuando el templo fue edificado, la gloria de Dios lo llenó. Pero en Ezequiel 10, a causa de los ídolos, la gloria de Dios se apartó y regresó al cielo. Todo este cuadro nos muestra primeramente que en el Día de Pentecostés la gloria de Dios descendió y llenó la iglesia edificada por los apóstoles. Sin embargo, más tarde, debido a la idolatría y el paganismo, la gloria de Dios abandonó la que supuestamente era la iglesia. Hoy en día la gloria de Dios no está en la Iglesia Católica ni en ningún grupo que esté vinculado con el paganismo. Este vínculo es una blasfemia delante de Dios y un insulto para Él. ¿Cómo podría Dios morar en un lugar semejante? ¡Es imposible! La razón por la cual la condición del cristianismo actual es tan deplorable es que Dios no está allí. El catolicismo, el protestantismo y los demás grupos que están vinculados con el paganismo son babilónicos a los ojos de Dios. La Iglesia Católica, la madre de las rameras, es la gran ramera, y todos los demás grupos babilónicos son sus hijas. Ésta no es una enseñanza mía, sino lo que Dios dice en la Biblia. El cristianismo podrá tener el nombre de Dios, pero la gloria de Dios no se encuentra allí. A Él le resulta imposible morar en un lugar que está lleno de idolatría y paganismo.


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