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Cristo en Su excelenciapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3291-0
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CAPÍTULO UNO

LA INCOMPARABILIDAD DE CRISTO

Lectura bíblica: Mt. 16:16; Hch. 10:36; Ef. 1:21-23; Col. 1:18; Fil. 2:9; Ap. 19:16; 22:13; Jn. 8:12; 11:25; 10:9; 14:6; 4:42

CRISTO EN SU EXCELENCIA

El tema que se abordará en este libro es Cristo en Su excelencia, o Cristo en Su preciosidad suprema. No existe en el universo persona, asunto o cosa que sea más precioso que el Señor Jesús. La expresión Cristo en Su excelencia o Cristo en Su preciosidad suprema, la cual no es invención mía, siempre ha existido en el Nuevo Testamento para referirse al Señor Jesús. En 2 Corintios 4:7 Pablo dice que toda persona salva posee un tesoro dentro de su ser. ¿Quién es este tesoro? Si leemos este versículo ciñéndonos a su contexto, podemos ver que este tesoro es el Cristo glorioso, quien ha entrado en nosotros para ser nuestro tesoro.

LA EXCELENCIA DEL CONOCIMIENTO DE CRISTO

Además, Pablo dijo que no sólo consideraba cuán excelente era el Señor Jesús, sino que también estimaba que el conocimiento del Señor Jesús era la cosa más excelente. Los chinos tienen en gran estima las enseñanzas de Confucio, pero nadie considera que el conocimiento de dichas enseñanzas sea lo más valioso. De joven, si bien me atraían los principios del libro El granaprendizaje, escrito por Confucio, nunca los consideré que fueran preciosos. Sin embargo, cuando fui salvo a los diecinueve años de edad, comencé a leer la Biblia y mis ojos fueron muy abiertos para conocer al Señor Jesús. En aquel entonces, sentí que las palabras que describían al Señor Jesús en la Biblia no sólo estaban llenas de dulzura, sino que también eran preciosas y, aún más, que eran sumamente excelentes. Como resultado, me encantaba leer la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento. Me deleitaba en leerla hasta tal grado que me quedaba completamente absorto en mi lectura, sobre todo en las palabras que describían al Señor Jesús. En el verano de ese año no salí de mi casa, excepto para ir los domingos a las reuniones del día del Señor; pues permanecía en casa para leer las Escrituras. Hasta mi madre se quedaba asombrada y se preguntaba qué era lo que me había cautivado hasta tal grado que yo no había salido de mi casa durante todo ese verano y que, aparte de comer y dormir, lo único que hacía era leer la Biblia. Incluso, cuando comía, yo no dejaba de leerla. Además, todas las noches me encerraba a solas en mi cuarto para leer las Escrituras, y cuanto más las leía, más percibía su preciosidad. Leía la Biblia una y otra vez; incluso cuando me iba a la cama, seguía leyéndola.

En aquellos días se usaban lámparas de kerosén en vez de lámparas eléctricas. Nunca quería apagar la lámpara; leía repetidas veces cierto versículo en las Escrituras y podía percibir en mi ser una verdadera sensación de dulzura inestimable. Leía la Biblia hasta que, vencido de cansancio, tenía que irme a dormir; pero aun así, junto a mi almohada, dejaba la Biblia abierta en la página donde estaba el versículo que acababa de leer. Al despertarme por la mañana y antes de levantarme, lo primero que hacía era leer nuevamente ese versículo en particular y sentía cuán precioso era dicho versículo.

Las palabras de la Biblia que describen al Señor Jesús realmente me han cautivado, y es por ello que verdaderamente entiendo porqué Pablo dijo: “La excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor”. Pablo nació en una familia judía y fue un verdadero judaizante. Fue entrenado por Gamaliel, que en aquel tiempo era un maestro famoso del judaísmo, y fue por medio de él que la religión judía ejerció una gran influencia sobre Pablo. Además, la historia nos dice que él nació en una gran ciudad donde había una universidad griega, lo que los americanos llamarían hoy una ciudad universitaria; fue allí donde se educó, y es por eso que tenía muy buen dominio del griego. Todos los eruditos reconocen que el griego que Pablo usó para escribir el Nuevo Testamento era excepcional. Por consiguiente, Pablo no sólo conocía perfectamente todo lo relacionado con la religión judía, sino que también estaba empapado de la cultura griega tanto en su profunda filosofía como en su literatura.

Lo que hoy en día se conoce como la cultura occidental ha evolucionado de una cultura trípode que incluye primero, la religión hebrea, segundo, la filosofía y cultura griegas, y tercero, el gobierno romano con sus leyes. Entre estas tres, la religión hebrea y la filosofía y cultura griegas son las más importantes; en ambas Pablo recibió un adiestramiento profundo. Así que Pablo podía jactarse de ser hebreo y también fariseo. (En ese tiempo, los fariseos eran los moralistas y los caballeros cultos). En cuanto a la justicia que es en la ley, él era celoso en guardar la ley y se le podría considerar como un verdadero y gran discípulo de la religión judía. Por otro lado, su conocimiento del griego era excepcional y tenía en gran estima a los griegos.

Fue en aquellos tiempos que Pablo perseguía celosamente a los creyentes de Jesús y les daba muerte, pues pensaba que eran personas de clase baja que pertenecían a la secta del Nazareo de Galilea y que todas ellas habían sido fascinadas y estaban engañadas. Por lo tanto, él tenía que aniquilarlas. No podía permitir que esas personas engañaran a los suyos y por eso quería eliminarlas. Todos conocemos esta historia.

Mientras Pablo iba en camino para prender y arrestar a los creyentes de Jesús, el Señor Jesús se le apareció desde el cielo. Según el entendimiento de Pablo, Jesús había sido crucificado y sepultado en la tierra. Sin embargo, el día que Pablo iba en camino a Damasco con la intención de arrestar y perseguir a los creyentes de Jesús, de repente una voz del cielo le habló y él vio el resplandor de una gran luz. Cuando el resplandor de luz le rodeó, él cayó en tierra y oyó una voz de los cielos que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”, lo cual le dejó sorprendido en gran manera. Al saber que la voz provenía del cielo, Pablo tuvo el temor de Dios y clamó “¿Quién eres, Señor?”. El Señor Jesús le contestó: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Esto lo sorprendió aún más. Es posible que Pablo hubiera pensado: “Yo perseguí a Esteban; yo perseguí a los creyentes de Jesús. ¿No fue Jesús crucificado? ¿No fue Él sepultado? ¿Cómo puede decir que yo le estoy persiguiendo a Él? Aquí, el Señor quiso que Pablo supiera que Él había resucitado de entre los muertos y que había ascendido a los cielos, y que de esta manera Él podía manifestarse desde el cielo. Pablo no solamente escuchó una voz, sino que también vio con sus propios ojos un gran resplandor de luz; esta fue una gracia especial que el Señor concedió a Pablo. Como consecuencia, a partir de ese momento el concepto de Pablo cambió. Fue en ese evento que él recibió la revelación de los cielos.

Estoy muy convencido que Pablo, después de haber conocido al Señor en camino a Damasco, recibió una revelación celestial, y súbitamente entendió. Anteriormente, por haber recibido las enseñanzas de Gamaliel, Pablo tenía un conocimiento completo sobre el tabernáculo, el altar, el arca, el candelero de oro, la mesa del pan de la proposición y otras cosas, mas no entendía sus respectivos significados. No fue hasta que el Espíritu Santo vino a él que pudo comprender el significado intrínseco de todas estas cosas. Entonces supo que el arca era Cristo y que el altar era la cruz, y comprendió lo que representaban el candelero de oro y la mesa del pan de la proposición. Al mismo tiempo, se percató de que todo el Antiguo Testamento hablaba acerca de Cristo. Fue a partir de entonces que Pablo comenzó a tener un gran aprecio por Cristo. Es por eso que dijo en Filipenses 3 que estimaba el conocimiento de Cristo como lo más excelente de todo. Tener conocimiento de la Biblia judía y de la cultura griega es bueno, pero ello no es lo más excelente. Sin embargo, conocer a Cristo como el Hijo del Dios viviente y como el Señor de todo es lo más excelente de todo. Por lo tanto, en las epístolas que Pablo escribió en el Nuevo Testamento, él usó repetidamente la palabra excelencia.

La palabra griega traducida como el sustantivo excelencia, es traducida en el idioma chino como “lo más precioso”. Pero en griego, dicha palabra significa alcanzar el cenit, esto es, sobrepasar al máximo en excelencia. Esta palabra es muy parecida a la expresión superexcelente, o sea, insuperable excelencia. Según el conocimiento de Pablo, Cristo sobrepasa a todo, con lo cual quiso decir que Cristo es excelente no sólo en Su posición sino, más aún, en Sus virtudes, en Su ser, en Su sustancia, en Su naturaleza y en todos Sus logros. Por ser Dios, Él es sumamente divino y, por ser hombre, Él es el Hombre por excelencia. Él es el más Santo de los santos y el Hombre de los hombres. Si bien estas palabras son insondables, siguen sin poder expresar adecuadamente el significado original que Pablo les había dado. Con ello él quiso decir que si bien había estudiado la religión hebrea y había adquirido un entrenamiento amplio con respecto a la cultura griega, su conocimiento en estas materias no podía compararse con el conocimiento de Cristo. Por lo tanto, el conocimiento de Cristo es el conocimiento supremo y es la cumbre de todos los conocimientos.


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