Llevar fruto que permanece, tomo 1por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6314-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En segundo lugar, debemos ser proficientes en la palabra del Señor. Ser proficientes no sólo implica tener la debida experiencia, sino también estar familiarizados con cierto asunto y ser hábiles en ello. La palabra del Señor es la palabra de vida. No sólo debemos entenderla, sino que además debemos entrar en ella. Cuando entremos en la palabra del Señor y la experimentemos, seremos proficientes en ella. A fin de lograr esto, debemos leer más de la Biblia y de las publicaciones espirituales. Cuanto más leamos la palabra del Señor, más experimentaremos la palabra del Señor, y más proficientes y hábiles seremos. De este modo, cuando salgamos a perfeccionar una reunión de hogar, el elemento de la palabra del Señor brotará de nuestros labios cada vez que hablemos. La palabra del Señor es la expresión del Señor. El elemento de la palabra del Señor que brota es el Señor en nosotros que se expresa por medio de nuestro hablar. Éste no es nuestro propio hablar, sino el fluir espontáneo de la palabra del Señor.
Podemos ilustrar esto con la educación de una persona. Si una persona se gradúa solamente de la escuela primaria, su manera de hablar la delatará. Si se gradúa de la escuela secundaria, su manera de hablar ciertamente será diferente; y si continúa estudiando hasta terminar la universidad, su manera de hablar será aún más diferente. Dicha persona habrá sido educada por muchos años y estará saturada de las palabras que ha aprendido en todos esos años de aprendizaje. Además, por haberlas usado continuamente, se habrá familiarizado con ellas. Como resultado, será diestro y proficiente en estas palabras. Una persona sólo necesita abrir su boca para hablar, y los demás se darán cuenta de la clase de educación que recibió. Los que no tienen mucha educación reprenden a otros de cierta manera, mientras que los que han sido educados reprenden a otros de una manera diferente. Una persona no puede fingir lo que no es; la constitución intrínseca de una persona no es igual a la de otra persona.
Debemos ejercitarnos continuamente en la palabra del Señor. En Hebreos 5:13, Pablo menciona la palabra de justicia y, en Hebreos 6:5, habla de la buena palabra. La buena palabra es la palabra de gracia. Las palabras del Señor en el Nuevo Testamento se dividen en dos categorías: la buena palabra, que es la palabra de gracia, y la palabra de justicia. La buena palabra, la palabra de gracia, es fácil de entender. Según el libro de Hebreos, se refiere a la palabra del ministerio terrenal del Señor, la cual consta en los cuatro Evangelios. Hoy en día, la mayoría de los cristianos valora únicamente la palabra que se halla en los cuatro Evangelios. La palabra que se halla en los cuatro Evangelios ciertamente es buena, pero solamente es la buena palabra, la palabra de gracia; todavía no es la palabra de justicia. Cuando Pablo escribió el libro de Hebreos, habló acerca de la palabra del ministerio celestial del Señor, la cual es excelente, profunda y misteriosa; ésta es la palabra de justicia. Cuando salgamos a perfeccionar una reunión de hogar, necesitamos estar familiarizados con estas dos clases de palabra.
Hoy en día, una persona, por lo general, necesita al menos un título universitario para conseguir un buen trabajo en cualquier campo. Si una persona no se ha graduado de la universidad, generalmente le resulta difícil encontrar un buen trabajo porque su conocimiento práctico no es el adecuado. Por consiguiente, debe tomar ciertos cursos a fin de estar preparado para su trabajo. Al mismo tiempo, su mente se volverá hábil. De este modo, no importa en qué circunstancias se encuentre, lo que haga quedará bien hecho. Hace sesenta años podríamos haber menospreciado a un electricista que rompe las paredes, jala cables y luego repara los alambres. Tal vez no todos sepan que en los Estados Unidos una persona necesita graduarse al menos de la escuela secundaria y luego recibir un entrenamiento especializado de dos años para hacer este tipo de trabajo, debido a que es un trabajo técnico y científicamente especializado. Asimismo, es posible que algunos piensen que servir al Señor es una tarea muy sencilla, y no se da cuenta de que servir al Señor requiere que seamos hábiles en todas las áreas.
Todos los que tienen un corazón que ama al Señor y desea servirle deben pasar tiempo en Su palabra. Cuando yo empecé a servir al Señor, pasaba la mitad del tiempo cada día estudiando la palabra del Señor. Dedicaba más de la mitad de cada día para estudiar, escudriñar, anotar y copiar la palabra, y esto vino a ser de gran ayuda para mí años después. Por lo tanto, aparte del tiempo necesario para trabajar, comer, dormir y hacer ejercicio, el resto de nuestro tiempo debemos invertirlo diligentemente leyendo la Biblia y las publicaciones espirituales. Si queremos ser hábiles en este aspecto, debemos ejercitarnos. Esto no es un trabajo de un solo día, ni un trabajo de un año, sino un trabajo que dura toda nuestra vida. Cada vez que tengamos tiempo, debemos aprovechar esa oportunidad para estudiar la Biblia. Debemos leer toda la Biblia al menos una vez al año. Además, debemos leer una vez todas las publicaciones espirituales. Debemos ser personas que están equipadas con la verdad. De este modo, cuando salgamos, espontáneamente tendremos la fuerza necesaria para perfeccionar a otros.
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